Bengasi/AFP
El cuartel general de la Unidad de fuerzas especiales del ejército libio, capsule principal base militar en Bengasi, medical cayó el martes en manos de grupos islamistas tras varios días de encarnizados combates, según fuentes de ambos bandos.
El «Consejo de Shura de los revolucionarios de Bengasi», una alianza de grupos islamistas y yihadistas, anunció en un comunicado que había tomado el control de este cuartel general, información que fue confirmada por una fuente militar libia.
Esta última anunció que «la base principal de las fuerzas especiales cayó este martes» en manos de estos grupos, entre los que figura Ansar Asharia, clasificado como «organización terrorista» por Washington.
Los combates se intensificaron desde hace una semana en Bengasi, provocando unos 60 muertos a partir del sábado, según fuentes médicas de esta ciudad.
«Las fuerzas especiales bajo el mando del coronel Wanis Abu Jamada se retiraron a causa de sufrir varios ataques», agregó la misma fuente.
Se trata de la mayor pérdida sufrida por el ejército libio, que tiene grandes dificultades para reorganizarse tras la caída del régimen de Muamar Gadafi en 2011.
En su página en Facebook, el grupo yihadista de Ansar Asharia publicó fotos mostrando su botín de guerra: decenas de armas y cajas de municiones.
El Consejo de Shura de los revolucionarios de Bengasi anunció el fin de semana pasado que había tomado el control de otros sitios militares del ejército, pero éste minimizó estas supuestas pérdidas.
General disidente contra rebeldes
La Unidad de fuerzas especiales es una de las pocas brigadas del ejército regular en Libia. Sin embargo, ha anunciado su apoyo a las operaciones del general disidente Jalifa Haftar, pero sin ubicarse bajo su mando.
Este general disidente realiza desde el 16 de mayo pasado una operación contra los grupos «terroristas» en Bengasi.
Acusado por sus detractores de estar intentando dar un golpe de Estado, se beneficia del apoyo de muchas unidades del ejército regular libio, entre las que destaca la Fuerza Aérea.
Precisamente, el martes, un avión militar libio que participaba en los combates apoyando a las fuerzas paramilitares de este militar disidente se estrelló en Bengasi, según un testigo y una fuente militar.
El piloto saltó con su paracaídas y está «sano y salvo», precisó a la AFP el general Sagr Al Jerushi, «jefe de las operaciones de las fuerzas aéreas».
Según un testigo, el avión explotó al tocar el suelo.
«Por el momento ignoramos si se trató de un desperfecto técnico o si el avión fue alcanzado por un proyectil», agregó Al Jerushi.
Según un testigo, poco antes de estrellarse este aparato estaba atacando posiciones de los grupos islamistas. Esta fuente indicó que vio un paracaídas abrirse en el cielo antes de la caída del avión.
En Trípoli, un incendio seguía devastando este miércoles un importante depósito de combustible. El mismo fue provocado por combates entre milicias rivales y amenaza a los habitantes de la capital.
Los cohetes disparados durante esos combates cayeron el domingo en este importante depósito de almacenamiento de hidrocarburos provocando el voraz fuego, imposible de contener para los bomberos libios.
El gobierno pidió ayuda al exterior para sofocar, pero países como Francia e Italia le exigieron que se detenga la violencia como condición previa para brindársela.
Desde el 13 de julio, día en que comenzaron los combates entre facciones rivales, lo que provocó el cierre del aeropuerto internacional de la capital desde un principio, han muerto un centenar de personas y unas 400 resultaron heridas.