José Guillermo Mártir Hidalgo
Noviembre es un mes para recordar la ofensiva guerrillera “Hasta el Tope”, viagra llevada a cabo por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el asesinato de los jesuitas, patient a manos de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES). Respecto a estos últimos, there los que interactuamos con alguno de ellos realizamos homenajes en sus nombres. Éste es el caso de José Ignacio Martín-Baró, psicólogo español y ciudadano salvadoreño. Más que recordar su muerte, recordamos su vida y su legado.
El principal aporte de Martín-Baró a la psicología latinoamericana es la Psicología Social de la Liberación. Su aporte teórico se enmarca dentro de la Psicología Política. Manuel Porcel Medina en su artículo ¿Qué es la Psicología Política?1, hace una diferencia entre Psicología-Política y Política-Psicológica. La Psicología-Política estudia el conflicto normativo irresuelto personalmente. En cambio la Política-Psicológica, se centra en el conflicto normativo irresuelto normativamente.
La Psicología-Política es, aquella parte de la psicología que se ocupa de la polis. Comprende la acción política que todo psicólogo pudiera desarrollar directamente y la función de la Psicología como herramienta política. En primer lugar, el intento por parte del psicólogo, de una solución al conflicto normativo por medios comunales y como herramienta política, la psicología en manos de profesionales de la política, sirve para realizar estudios psicológicos de fenómenos políticos, que tienen que ver con la representación política y fenómenos políticos institucionales o académicos. Desde esta óptica, recoge materias y temas ejercidos por la psicología social desde hace décadas. Estudia los fenómenos que se esconden en la Política-Psicológica como liderazgo, propaganda, sumisión, etc., cuando tengan que ver con escenarios políticos. Mientras que la Psicología Social se encarga de fenómenos de fondo político o sociológico, que no participan de una textura política efectiva. Entonces, la Psicología Política es una especialización de la Psicología Social.
Jesús Arroyo Lasa, jesuita y mentor de Martín-Baró, en su obra “Introducción a la Psicología Política”2, dice que la Psicología Política intenta demostrar las relaciones humanas en que se basan las responsabilidades políticas. Sus dimensiones de estudio son la conducta del funcionario político y la estructura que genera dichas funciones.
Expresa que es tarea de la Psicología Política, decodificar la comodidad ciudadana fundada en la mera adaptación. En una sociedad las leyes ayudan a conservar su herencia cultural, por lo que prohíbe actividades que se oponen a sus modelos culturales. Por tanto, la función es la acción definida en términos de relación y explicada por el imperativo del sistema: preservar. De ahí que la responsabilidad política está basada en las condiciones de la realidad y en la preparación científica del político.
Arroyo presenta al ser humano como animal político. Para llegar a serlo a traviesa por tres periodos: el primero, el Periodo de Familiarización, donde la estructura familiar determina la conducta política del adulto. Ya que la primera autoridad son los padres y estos, marcan las relaciones futuras del niño con los estamentos jerárquicos. La Familiarización termina con la Identidad del Yo. El segundo, la Etapa de Socialización, el niño comparte su vida con otros de su edad. Las instituciones buscan su pertenencia, dándole un significado dentro de la sociedad.
La Socialización termina al forjarse la Identidad Social. Y el tercero, la Politización, se inicia en la adolescencia. Hay un proceso de formación de la Conciencia que va de Ingenua a la Política.
La Conciencia Ingenua propicia una adaptación acrítica con dos variantes: La Conciencia Mágica, que da al acontecer un significado exagerado y la Conciencia Infantil caracterizada por su irresponsabilidad política. La Conciencia Política es, una toma de conciencia de las tensiones del entorno. Puede ser Típica, cuando externa respuestas sin menoscabar el sistema. Y Atípica, cuando se presenta como amenaza a la continuidad del sistema.
La Conciencia Política implica una conciencia de transformación. Es hacer un juicio de su sociedad dividida, descubrir las causas de esa división y proponer alternativas. Por lo que la ruptura social, la adaptación con contradicciones, la imagen que no coincide con la realidad y las patologías, son las conductas políticas que los padres heredan a sus hijos.
Una de las patologías, que estudia Arroyo, es la Neurosis de Posesión. Éste instinto se plasma en la acumulación de bienes. Los detentadores del poder no desean compartir ni ceder sus bienes. El Déspota plasma bien ésta patología. Éste desea una adaptación indiscriminada de la población, por lo que transforma en transgresiones a la ley la disconformidad, la crítica, la resistencia y la dialéctica. Su meta es patalogizar al pueblo y sacralizar la ley. Así todo el que quebranta la ley se mete en política.
Por éste hecho, la comunidad se divide en servidores del déspota y enemigos. Éste, incluso, utiliza la culpa para lograr la sumisión de los transgresores de la ley.
Pero, el verdadero degeneramiento político lo encontramos en la Personalidad Paranoide. El Dictador o Político Paranoide, es un mesiánico que utiliza un lenguaje con delirios de grandeza y de persecución, crea enemigos y fomenta un culto a la personalidad. Propicia purgas, expatriaciones, cárceles y torturas.
La máxima alteración de la Conciencia Política es, aplastar vidas ajenas en nombre de una ideología. En éste punto, los comportamientos del Dictador y sus cómplices son propios de psicópatas.
Arroyo nos habla que la praxis y el compromiso de la ética, debe apuntar a la hominización de todos. El poder debe tener una proyección humanitaria y transformadora de los débiles. Pero los adeptos a la política buscan que se recompensen su fidelidad y sus servicios. Afirma que la conducta política en la actualidad, está dominada por una ética relativista donde el valor del Hombre ha sido sustituido por el interés económico, por el afán de poder y el protagonismo. Y si la política no recupera su dignidad y respeto por los derechos humanos, la destructividad se erige como arma para dirimir las contradicciones, sentencia.
Mark Burton en su artículo “La Psicología de la Liberación: Aprendiendo de América Latina”3, cita el origen de la Psicología Social para la Liberación en la década de los setenta y ochenta del Siglo Veinte. Surge de contextos sociopolíticos: La represión y la guerra civil en El Salvador, las repercusiones de la dictaduras de Chile y Argentina y otros países sudamericanos y, las comunidades marginadas de Venezuela, Puerto Rico, Costa Rica y Brasil.
La Psicología Social de la Liberación se desarrolla en respuesta a la “crisis de la psicología social” de los años setenta: su falta de relevancia social, su contexto localista con pretensiones de validez universal y la negación de la dimensión social por una supuesta neutralidad científica.
El término fue formulado y difundido por Ignacio Martín-Baró en mil novecientos ochenta y seis y por Maritza Montero, en mil novecientos noventa y uno. Surge de la interacción de psicólogos comunitarios, como agentes catalizadores externos y grupos oprimidos. Su tarea central es la concientización: ir cambiando su realidad al ir decodificando su mundo, ya que adquieren un nuevo saber sobre su realidad, sobre sí mismo y su identidad social.
Los intelectuales trabajan juntos con las víctimas, denuncian lo injusto y construyen una realidad social alternativa. Se reconoce la naturaleza conflictiva de la sociedad y la omnipresencia del poder en sus dimensiones económicas e ideológicas. La liberación social tiene prioridad sobre la dimensión individual. Su opción preferente es la atención a las necesidades de las mayorías populares y, su liberación de las estructuras sociales que los oprimen.
La Psicología Social de la Liberación se aplica en tres campos: la psicología social comunitaria, el trabajo con víctimas de la represión del Estado y en el Análisis Social. La Psicología Social Comunitaria hunde sus raíces en la tradición clínica y en la salud mental. El psicólogo trabaja en comunidades marginadas y se esfuerza por entender lo local y particular y en los procesos de concientización. Se usan métodos de investigación de las ciencias sociales. Su soporte técnico es la investigación-acción participativa, la teoría de la dependencia y la educación popular.
El Trabajo con Víctimas de la Represión del Estado se enmarca en el trabajo con los sobrevivientes y víctimas de la tortura, de la desaparición y el asesinato. Se pretende convertir el sufrimiento en algo social, pues hay un poder curativo a través del activismo político. El terapeuta es capaz de interpretar las experiencias de manera sociopolítica, para descubrir la racionalidad en una situación.
Y el Análisis Social surge del trabajo de Martín-Baró sobre la opinión pública salvadoreña. Son análisis psicológicos y sociopolíticos de las realidades sociales. Se busca hacer explicito lo que las personas piensan.
Ignacio Martín-Baró, introduce el termino de Psicología de la Liberación en su artículo de mil novecientos ochenta y seis titulado “Hacía una Psicología de la Liberación”4. Ahí plantea que el aporte de la psicología en la historia de los pueblos latinoamericanos ha sido extremadamente pobre.
Esto debido al mimetismo cientista, es decir, a la aceptación acrítica de la psicología norteamericana. A la carencia de una epistemología adecuada y al dogmatismo.
En ese artículo, Martín-Baró llama a replantear el bagaje teórico-práctico de la psicología desde el pueblo. Sus elementos son: la liberación de las estructuras que oprimen a las mayorías. La búsqueda de conocimientos desde las mayorías y la politización de la psicología, entendida como actividad transformadora de la realidad. Las tareas de la Psicología de la Liberación son: la recuperación de la memoria histórica, la desideologización y la potenciación de las virtudes populares.
Guillermo Delahanty en su artículo “La Psicología Política de Ignacio Martín-Baró, S.J.”5 afirma, que la Psicología de la Liberación es una Psicología Política enmarcada en la Teología de la Liberación. Busca la transformación de las estructuras sociales opresivas, a través de la reflexión epistemológica del estructuralismo marxista y las investigaciones empíricas sobre la opinión pública.
En contextos de violencia la construcción de la identidad se da asumiendo una identidad estigmatizada o aceptando la identidad impuesta preñada de elementos deshumanizantes. En contextos de violencia, ésta puede ser institucional o derivada de la frustración, la marginación y la rebeldía. La primera oprime a la población y la segunda, surge de sentimientos de inferioridad frente a las clases privilegiadas. Delahanty, dice, que en Martín-Baró se rastrea un compromiso por la vida en una sociedad en crisis. Opta por las mayorías populares y su liberación.