Donald Paz,
Actor y titiritero
Hablar del arte de la marioneta y el títere en El Salvador es simple y complejo porque es prácticamente inexistente, habría que realizar una investigación para no dejar a nadie afuera. En mi caso personal hace mucho tiempo que no vivo en el país, lo que me limita a realizarla.
Pero voy a contarles una experiencia que marcó lo que ha sido y es en parte la historia del títere después de cuarenta años en el país. En 1974 formamos entre varios amigos el grupo teatral “Los ignorantes”, aquí nos conocimos con Roberto, más conocido por su sobrenombre Tapia. La Propuesta fue crear nuestras propias historias a partir de nuestra realidad e identidad cultural. Tuvimos la suerte de realizar nuestra utopía; la experiencia teatral y humana, la reflexión y la búsqueda de quienes somos y qué somos como salvadoreños nos llevó a transformarnos en el círculo antropológico Balam Acab. Teatralmente cada quien siguió su camino. Como fondo musical a nuestras vidas teníamos el ruido de las botas militares que reinaban en muchos países de América Latina provocando una radicalización en todos los sectores sociales.
Roberto trabajaba con Sergio Kristensen, titiritero argentino que con su grupo El pequeño Molino puso sus maletas por algunos años en el país. La química entre Roberto y Sergio funcionó y El pequeño molino se convirtió en el primer y único grupo dedicado a la creación y representación de títeres en El Salvador.
Yo ingresé a la escuela de teatro donde con otros compañeros formamos el Grupo de investigación expresiva Maíz, con quienes dejamos la escuela para incorporar a fondo la lucha popular y organizar con otros compañeros el movimiento artístico. Roberto me propone darnos un taller de construcción y manipulación de títeres y termina incorporándose con Maíz y vinculándose a la lucha. En 1977, paralelamente a nuestra actividad principal, decidimos con Roberto lanzarnos a una nueva experiencia y creamos Pequebu. La idea fue sencilla: un pie de fotografía, un telón y dos marionetas: la Ranita Aurora y Chalío que comentaban la situación del país narrando el partido de fútbol entre dos equipos que existían y existen realmente: el FAS y el Alianza; nosotros transformamos en “las fascistoides del FAS” y “el Alianza obrero-campesina”, y comenzábamos así:
La Ranita: Ahí donde hay deporte, Chalío.
Chalío: Ahí donde hay deporte señoras y señores, ahí hay hambre. ¡El precio de los frijoles anda por el cielo y el maíz ni se diga!
Y continuábamos el delirio improvisado sobre los acontecimientos, el público reía, participaba y gritaba como en el estadio. Fue una experiencia inolvidable, La Ranita y Chalío recorrieron gran parte del país presentándose en plazas, huelgas, tomas de fábricas, colegios, universidades, tomas de tierra.
La situación política se radicalizaba, la guerra era cada día más presente. Yo pasé a la clandestinidad como responsable del radio-periódico El Rebelde. Roberto continuó con la Ranita Aurora. Eventualmente era acompañado por un músico y comenzó a dar talleres de fabricación y manipulación. Nacieron muchas ranitas más y diferentes personajes que acompañaron el movimiento popular. Roberto formó algunos titiriteros que hoy en día continúan, entre ellos Chicho, desconocido en el medio artístico pero apreciado en los medios populares, Dimas Castellón que fue miembro de Maíz y José Amaya, que hoy reside en Guatemala.
Luego tuve la responsabilidad de organizar el equipo de locución, redacción y producción de la futura radio Farabundo Martí. Parte de mi propuesta fue darle una proyección artística cultural y no limitarla únicamente a un medio de agitación e información político-militar. Se incorpora el poeta Mauricio Vallejo como responsable de redacción, tres compañeros músico muy creativos: la Chinita, locutora y cantante; y como la Ranita Aurora y el partido de fútbol se había vuelto muy populares y los espacios se cerraban, pensé que sería interesante darle continuidad a ese vínculo con la población a través de la radio. Discutimos con Roberto, que aceptó la proposición y se incorporó al equipo. La Ranita Aurora pasa a la clandestinidad y se reencuentra con Chalío. Tuvimos un equipo de lujo, creativo y autosuficiente –política y artísticamente- para procesar y difundir la información revolucionaria; teníamos el apoyo y la confianza total del enlace con la comandancia y de la comandancia… Pero como todo cambia, los conflictos de poder de las diferentes tendencias al interior de la organización comenzaron a manifestarse cada vez más. Cambió el enlace con la comandancia, la relación ya no fue de compañeros revolucionarios, sino de jefe jerárquicamente superior con tono militaroide. “El pequeño gran jefe” decidió que los artistas no tenían nada que hacer en una estructura estratégica y vital para la revolución, me ordenó deshacer el equipo y reorganizarlo con militantes serios y responsables… Cosa que lógicamente no acepté. Imagínense lo que puede suceder en época de guerra si no se le obedece al “pequeño gran jefe jerárquicamente superior”.
Varios responsables políticos y amigos aconsejaron abandonar el país, se discutió si salía a México o Costa Rica. Me ayudaron a organizar mi salida el poeta Mauricio Vallejo y Roberto la Ranita. Las últimas frases de Mauricio fueron: “Maestro lo vamos a contactar y si esto se complica no regrese, espere a que tomen el poder y no regrese inmediatamente, espere que se desgasten”.
El 27 de diciembre de 1980 salí hacia México con mi compañera, mi hijo de cinco meses en brazos, un bolso con leche y biberones donde se mezclaban unas marionetas y dos libros: Creadores del teatro moderno de Galina Tolmacheva y Teatro Guiñol mexicano por Roberto Lago, que me regaló y me dedicó Roberto, y que los conservo con mucho cariño. En México, con el apoyo de mi compañera formé el grupo de títeres Cucaramacara y nos encontramos con los amigos de Teatro Vivo de Guatemala, que me propusieron participar en la reconstrucción del grupo en el exilio.
En 1982 habíamos programado en México un reencuentro del grupo Los Ignorantes para las fiestas de Navidad y Fin de año. Pero la vida diseñó las cosas de otra manera, salimos con Teatro Vivo a una gira de seis meses, tres en Canadá y tres en Europa, el último país de la gira fue Francia. Regresábamos el dieciocho de diciembre, listos para la fiesta, el reencuentro con Los Ignorantes, los amigos y la familia, pero el gobierno mexicano nos negó las visas. Con mucho dolor tuvimos que quedarnos en estas heladas y frías tierras.
Roberto y su ranita llegaron a México para la fiesta. Sé que los amigos le propusieron que se quedara. Él decidió regresar, tenía su compañera, un hijo, una hija pequeña y un compromiso inquebrantable con su pueblo. No conozco la fecha, pero a su regreso lo desaparecieron. Su familia esperaba que pudiera regresar un día, las organizaciones de derechos humanos y de desaparecidos no tomaron su caso. Los sectores artísticos y culturales tampoco, el temor con sus razones y el oportunismo con las suyas se conjugaron para imponer el silencio. En esta dramática realidad donde reina la impunidad, detrás de los telones y entre bambalinas, algunas voces afirman que su desaparición se debe al conflicto interno que vivió la organización, las voces alineadas con la cúpula dicen que fue el ejército en civil. Lo recordamos la familia, los amigos y si yo hago títeres y marionetas, es mi homenaje personal a quien me inició en este bello camino: Roberto Franco (Tapia) La Ranita Aurora. El poeta Mauricio Vallejo también desapareció, pero su hijo que es poeta y lleva su nombre lo está rescatando del olvido.
Yo sigo en Francia, soñando regresar a mi querida Latinoamérica. En 1993 cree el Taller de los sueños, con el que he realizado diferentes espectáculos y una labor pedagógica. Hace dieciocho años la vida me llevó al medio psiquiátrico donde he realizado talleres y espectáculos con adolescentes, adultos y últimamente con ancianos. En el hospital psiquiátrico Perray-Vaucluse, a media hora de París, hemos creado con los pacientes y personal medical El Zike Grupo Teatro, una experiencia humanamente maravillosa. Personalmente estoy terminando de montar una adaptación para un actor titiritero de El retablo del maestro Pedro de Miguel de Cervantes, que pienso presentar en el mes de julio, en El Salvador y naturalmente cada presentación y discusión será un pequeño homenaje a Roberto y la ocasión de recordar a otros artísticas que dieron su vida en esa lucho y ese sueño. Y colorín colorado, mis amigos, esta historia aún no ha terminado…