Hacia los Juegos Olímpicos 2016
Fran Perez Fernandez
Diagonal
En 2013, la Jornada Mundial de la Juventud y la Copa Confederaciones; en 2014, el Mundial de fútbol; en 2015, el festival Tomorrowland; y en 2016, los Juegos Olímpicos. Los megaeventos en Brasil se desarrollan entre casos de corrupción, despilfarro, desalojos y aumento de la desigualdad.
Falta un año para que comiencen los Juegos Olímpicos 2016 de Brasil. Para entonces, posiblemente cientos de millones de espectadores sigan a través de la televisión este acontecimiento, en su mayoría ignorando lo que hay de fondo. Para entenderlo debemos volver la vista unos años atrás.
A Brasil le ha tocado ser país anfitrión de un conjunto de grandes eventos en los últimos años. Destacan la Jornada Mundial de la Juventud 2013, la Copa Confederaciones 2013 y el Mundial de Fútbol 2014 o incluso el festival Tomorrowland 2015 cuyas 180.000 entradas fueron agotadas en tres horas, dejando mucho que desear sobre los valores culturales del progreso capitalista. Han causado un visible impacto de forma especial el Mundial y los Juegos Olímpicos.
Es probable que recordéis que en 2007 algunos medios y la gente se cuestionaban la seguridad de las calles de Brasil hacia el mundial, un país muy conflictivo realmente influenciado por el narcotráfico y en donde se forman grandes favelas de hasta 300.000 habitantes como los que tenía Rocinha, que contrastan a menudo con la ciudad en donde imperan las clases media y alta.
El 50% de los municipios carece de agua potable, la tasa promedio de analfabetismo se sitúa al rededor del 8,6% de la población a partir de 15 años, la sanidad es caótica (1,8 médicos por cada 1.000 habitantes frente a los cuatro de España, en donde las listas de espera son responsables ya de numerosas muertes), millones de personas carecen de acceso a la red eléctrica (tan solo en Ceará 960.000 habitantes viven a oscuras) y la educación no goza de una calidad media básica. Más de 13 millones de personas viven en pobreza extrema, aunque según los criterios empleados la cifra de pobres puede llegar a 29,6 millones frente al 1,8-2,8% de ricos. El problema social requiere de mucha inversión en educación y sanidad, algo que el partido liderado por Dilma (PT, cuya evolución política es equiparable al PSOE de España, desde el socialismo al liberalismo) parece estar lejos de entender.
Además, Brasil está dotado de una gran diversidad cultural y de modos de vida, siendo el país líder en tribus indígenas y uno de los 10 en los que más idiomas se hablan; así como de una gran biodiversidad, siendo el país con mayor diversidad de flora y fauna del planeta.
Las consecuencias del mundial y los Juegos Olímpicos
Quizás el mito más extendido es que, con el Mundial y los Juegos Olímpicos, Brasil saldría ganando y mejoraría su economía. Puede parecer, sin embargo, desconcertante en un país que ama tanto el fútbol y al que le encanta celebrar este tipo de eventos, que los propios negocios hagan huelga contra el mundial, o la huelga educativa que comenzó el 12 de mayo de 2014, o las protestas de centenas de miles o incluso millones de manifestantes. ¿Sale realmente ganando Brasil?
Los precios han subido, se ha generado una inflación que alcanzaba ya dos meses antes del Mundial el 6,19% y que economistas prevén que tardará años en reducirse. Entre enero de 2008 y abril de 2014, el alquiler aumentó su precio en un 97% en São Paulo y en un 144% en Rio de Janeiro, según el Índice FipeZap. Muchos servicios también han incrementado su precio y se ha retrasado la construcción de infraestructuras como el Tren de Alta Velocidad que uniría Río de Janeiro y São Paulo y seguirá sin construirse próximamente.
Protestas como la de la subida del transporte público, el más caro del mundo, se han llevado consigo la vida de varios «violentos», o así es cómo los tildan en los medios, porque cuando te atan, deshacer el nudo es violencia. Pueden parecer exageradas las protestas, que han llegado a causar un embotellamiento durante la huelga de transportes y contra el Mundial de 209 km a siete días de su comienzo, pero no es en absoluto exagerado si sabemos todo lo que hay de fondo.
Impactos en el medio ambiente
El impacto medioambiental ha sido considerable. El ejemplo más sonado es el de la destrucción de la laguna de Jacarepaguá, lugar declarado Sitio de Relevante Interés Paisajístico y Ambiental Municipal para la construcción de un autódromo, si se cumplen los planes del ayuntamiento.
La FIFA, esa organización sin ánimo de lucro con una reserva de 1.000 millones de dólares a la que cada año la gente compra millones de videojuegos, ha presentado a Brasil un presupuesto de 1.100 millones de dólares para la realización de la Copa del Mundo. En 2014, su costo real había alcanzado los 3.712 millones de dólares. Realmente, el país anfitrión no gana dinero, lo está pagando con el dinero de cada uno de sus habitantes. De hecho, la FIFA evade los impuestos, que sumarían, de pagarlos, unos 250 millones de dólares. Ese costo es el de la FIFA, pero el gasto real ronda los 30.000 millones de dólares, representando esta última cifra más del triple de la suma de los tres mundiales anteriores, que es aproximadamente de unos 25.000 millones.
Ha levantado polémica la construcción de estadios, como el de Fortaleza, la quinta ciudad del mundo con mayor diferencia social, y la séptima más violenta, con 73 asesinatos por cada 100.000 habitantes. El estadio de Ceará ha costado más de 110 millones de dólares, más de lo invertido en los últimos 4 años en educación. Pero si algún estadio ha levantado polémica ha sido el de Manaus, en la selva del Amazonas. Además del impacto ecológico que haya podido causar, debido a que era inaccesible por carretera, los materiales han sido transportados primero a través del Atlántico desde Portugal, y después a través del río Amazonas Esto ha generado un gasto de 270 millones de dólares para un estadio cuyo llenado solo se pudo producir en 4 partidos del mundial, a. partir de ese momento ningún partido va ni acercarse a su capacidad de aforo. El coste del estadio Arena Corinthias (en Corintios) fue de 450 millones de dólares. 2.800 familias convocadas por el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo acamparon en sus proximidades en protesta, donde tan solo en la favela Metrô de Mangueira habían sido desalojadas 700 familias. El valor total de la construcción de estadios fue de unos 8.000 millones de dólares (en torno a un 30% del gasto total), pagados con dinero público.
También se produjeron accidentes como derrumbes de estadios o la muerte de varios obreros debido a las condiciones de seguridad de los mismos y en algunos casos muertes como consecuencia de los derrumbes.
La ley Budweiser
Pero los chanchullos de la FIFA no se quedan ahí. Debido a la comúnmente llamada locura (porque alienación hace más daño) por el fútbol, en Brasil existe una ley desde 2003 que prohíbe el consumo de alcohol en los estadios. El problema es que Budweiser es un patrocinador de la FIFA y vende la cerveza cuya marca lleva su nombre. Para el periodo del mundial se ha creado la conocida como ley Budweiser para que él pudiera comercializar su cerveza dejando claro quién dicta las leyes.
En 2022, a Qatar le tocó (por sobornos de 3,7 millones de euros) ser país anfitrión de la Copa del Mundo, un lugar en donde se pueden llegar a alcanzar los 50 ºC, pero interesa hacer negocio. Teniendo en cuenta que tienen estación de nieve en un lugar como ese, Ski Dubai, imagino que dotarán a los estadios de un sofisticado sistema de refrigeración, derrochando dinero a la vez que miles de obreros, varios cada día, fallecen debido a las esclavas condiciones de trabajo. Muchos son inmigrantes y es el empleador quien posee el pasaporte para poder salir del país. Se calcula que tan solo de India y Nepal morirán en torno a 4.000 obreros por causa del mundial. El número total de víctimas superará con creces el del (auto)atentado del 11S, ¿podemos ya llamarlo terrorismo?
Pero si alguna consecuencia de estos eventos es realmente grave es el conjunto de intervenciones militares en las favelas y en las tribus indígenas de Brasil. De las intervenciones en las tribus indígenas, debido a su modo de vida y situación, desconectadas del mundo occidental y de los núcleos urbanos, y sin unos medios que los respalden, los datos son muy escasos. Se sabe que han delimitado sus espacios, que necesitan protección y en lugar de eso se les agrede, y que rara vez provocan enfrentamientos y sin embargo sí han protestado contra la forma en que los tratan previamente al mundial y previamente a los JJOO, aunque bien es cierto que la amenaza es constante, debido a que las grandes empresas los echan de sus tierras por ejemplo para las plantaciones de azúcar o la construcción de presas. Se les ha expulsado violentamente del Museo del Indio que ocuparon en protesta por su derribo para la construcción del Comité Olímpico, en detrimento del multiculturalismo.
En lo referido a las intervenciones militares, se tienen más datos pero suelen ser de nuevo aproximaciones que posiblemente subestimen la realidad en muchos casos. En 2008 la mayor intervención tuvo lugar en la mayor favela de Rocinha, en donde la Policía Militar entró armada con tanques. Entre 2009 y 2013 se desalojaron 20.300 familias. Amnistía Internacional denunció 38.297 desalojos en Río de Janeiro, violando los Derechos Humanos, puesto que se trataba de demoliciones nocturnas, habitualmente no notificadas y que tan solo en algunos casos ofrecían indemnizaciones, cuyo máximo era de 2.200 dólares, lo que deja a las familias en unas condiciones de vida pésimas, puesto que no les permite conseguir otro techo. En total suman unas 67.000 demoliciones, al menos 250.000 desalojados. A aquellos de empatía miserable que solo estén leyendo cifras les pido que se pongan en el lugar de cada una de estas víctimas. ¡250.000 vidas! Estas intervenciones vienen a menudo acompañadas de tiroteos.
Se calcula que 40 asentamientos y 1,5 millones de personas han sido afectadas por las fuerzas de la policía militarizada. En la frontera entre São Lourenço da Mata y Camaragibe (región metropolitana de Recife) se construyó el Arena Pernambuco para 3 partidos de la Copa Confederaciones y 5 del mundial para lo que desalojaron a 200 familias, muchas de las cuales siguen sin ser indemnizadas (quizás este documental que entrevista a afectados nos permita sensibilizarnos).
Por la noche, grupos armados de la mano del Estado disparan a los niños que duermen en la calle, provocando cientos de muertes y que otros niños huyan, para limpiar las calles de Brasil, porque su presencia molesta a los turistas y para demostrar que en Brasil no hay pobreza y es muy seguro. En su época de menor actividad, desde el momento en que fue anunciado que este país sería el anfitrión de la Copa del Mundo y hasta 2012, un promedio de 885 ciudadanos por año, 1 de cada 10.000, han sido asesinados en Río de Janeiro. Un sarcasmo del poder es denominar Unidad de Policía Pacificadora al comando que se encarga de estas masacres.
Un caso famoso fue el de Amarildo, un albañil que vivía en una favela y fue torturado por esta unidad hasta la muerte en 2013. Entre 2009 y 2013 la policía brasileña ha asesinado al menos a 11.000 personas. Pero, aunque la mayor parte de la limpieza social se llevó a cabo ya hacia el mundial dejando Brasil preparado para los Juegos Olímpicos, la policía brasileña sigue asesinando y desalojando. Los desalojos continúan, como es el caso de lo ocurrido en el Complexo do Alemão la semana del 2 de abril o el de Flamengo el 7, desalojando a 100 personas para construir un hotel 4 estrellas para los Juegos Olímpicos. Otro ejemplo es la demolición de viviendas en Vila União (próxima al Parque Olímpico) para un tránsito rápido del bus del trayecto entre Barra da Tijuca y Deodoro. Son ya 800.000 familias las que no tienen vivienda en el área metropolitana de Río de Janeiro.
Juegos de poder
La doctora en Planificación Urbana y Regional, profesora universitaria, especialista y escritora del libro O poder dos jogos e os jogos do poder y partícipe de Brasil en jogo, Gusmão de Oliveira, asegura que se trata de una clara limpieza social. Dice que las obras son pensadas para construirse exactamente sobre los terrenos ocupados por barrios pobres y favelas (como en el caso del desalojo de 199 familias para la construcción del teleférico en Morro da Providência, la favela más antigua de Brasil), y que los expulsados son alejados a unos 60 km de la ciudad.
El periodista danés corresponsal en Brasil que había comprado dos entradas para el Francia-Ecuador del 25 de junio, Mikkel Jensen, fue meses antes a entrar en contacto con la realidad que para entonces estaría oculta. Él vio cómo asesinaban niños de noche, entró en contacto con la gente de las favelas y los niños de la calle, y el momento en el que se sintió culpable fue en el que un niño cuya única propiedad era una bolsa de cacahuetes le ofreció a él si quería, a él que era responsable de lo que le estaba pasando por legitimar ese genocidio, a él que iría allí y pagaría su hotel, mientras a los nativos los desalojan y los dejan en la calle y todavía lo tienen más difícil para conseguir una vivienda debido a la inflación. En una carta explica todo esto, una carta que termina con un ¿Alguien quiere dos entradas para el Francia-Ecuador del 25 de junio? Lo siguiente que hizo fue un breve documental, «El precio del mundial», recopilando toda la información que pudo encontrar. Centenares de miles de mayoritariamente niñas en esta situación han tenido también que recurrir a la prostitución, que con el mundial tanto se acentuó, llegando a encontrarse algunos casos de niñas de hasta 10 años. Posiblemente hubiese niñas de menor edad entre ellas, pero la información sobre el tema es muy escasa.
Aunque en las favelas esté asentado el tráfico de drogas, en gran parte porque es la única salida de muchos, hay un gran componente social formado por vendedores ambulantes, albañiles, señoras de limpieza (y uso el femenino porque tristemente se entiende como un trabajo de mujeres y en la práctica pocos hombres lo realizan), etc. Independientemente de si se trata de un traficante de drogas, de gente que haya tenido que recurrir al robo para subsistir, o de un trabajador no existen motivos para la violación de los derechos humanos, ya sea mediante el asesinato o mediante el desalojo en las condiciones en las que se hace. Los asesinatos son totalmente arbitrarios, como el de un (¿peligroso?) niño de 10 años en el desalojo del Complexo do Alemão para preparar los Juegos Olímpicos. Ante un problema social como el de Brasil no se le puede dar la espalda e intentar ocultarlo, porque cada vez se enfrentan a un problema mayor, más aún cuando establecen barreras físicas, un límite entre los más pobres y los otros.
No es de extrañar por tanto que Brasil haya enviado a agentes suyos a ser entrenados por el FBI y por paramilitares estadounidenses de empresa como la que quizás conozcais por el nombre de Blackwater, actual Academi, colaboradora con el Departamento de Defensa de Estados Unidos y la CIA durante las guerras de Irán e Irak, en donde es responsable directa de 17 asesinatos (Nisour, 2007). No es de extrañar que se haya creado un ejército de 170.000 agentes policiales para llevar a cabo los planes de negocio de la FIFA, el Comité Olímpico Internacional (entre 1980 y 2001 a cargo del colaborador con el gobierno franquista Juan Samaranch, hombre estratégico para Adidas) y sus socios (Coca-Cola, Daw, GE, Samsung, Panasonic, Omega, P&G, Atos, VISA, Adidas, Hyundai, KIA Motors, Emirates, Sony, McDonald’s), un ejército de 170.000 agentes policiales para tener seguridad, para tener la seguridad de que el pueblo no tenga absolutamente ningún control sobre sus vidas, para tener la seguridad de lo que realmente supone este sistema genocida, para tener la seguridad de que la democracia funciona, una democracia que reprime por dos vías: la policial y judicial o directa, y la del control de la opinión pública, haciéndonos ignorantes y copartícipes (sin lo que no sería posible llevar a cabo estos planes) bien acudiendo o bien siendo espectadores desde nuestras casas, generando beneficios a los medios que emiten y anuncian el mundial y a las empresas patrocinadoras. Y con esto vuelvo al comienzo: falta un año para que comiencen los Juegos Olímpicos 2016 de Brasil. Para entonces, posiblemente cientos de millones de espectadores sigan a través de la televisión este acontecimiento. ¿Vas a formar parte de ellos?
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