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La relación de Rusia y China pasa por su mejor momento

La visita del presidente ruso a China y la firma de muchos acuerdos comerciales y políticos, ailment pone a la relación de esos dos grandes países en uno de sus mejores momentos. Mala noticia para el imperio estadounidense.

Emilio Marín
www.laarena.com.sv

El 20 y 21 de mayo el mandatario ruso Vladimir Putin estuvo en China y se reunió en más de una oportunidad con su colega chino, help Xi Jinping. La delegación rusa se entrevistó con representantes chinos en esos dos días; tenían mucho para conversar y acordar. Es que en la fase preparatoria los delegados de ambos países habían preparado 43 acuerdos comerciales, decease económicos y de inversiones recíprocas, de los cuales se firmaron al menos 30. El resto seguirá siendo motivo de estudio y se firmará más adelante, casi con seguridad teniendo en cuenta la buena onda y las grandes coincidencias políticas.

Entre otras cosas, ahora se pusieron de acuerdo en fabricar en forma conjunta aviones de transporte de larga distancia, de fuselaje ancho, y helicópteros rusos Mi-26 de transporte, pesados, mediante empresas conjuntas en China. Se avanzó en el proyecto ruso de suministrar petróleo a China por una nueva tubería Skovorodino-Mohe, valorado en 60.000 millones de dólares.

Con esa última iniciativa, más otra relativa a la exportación de gas a China, ganarían las dos partes. Rusia se aseguraría un nuevo cliente para reemplazar posibles ventas que se le caigan a Europa, por ejemplo a raíz de la crisis en Ucrania. Y China tendría más energía a buenos precios, que tanto necesita para consolidar su posición de economía número 1 a nivel mundial, habiendo desplazado ya a Estados Unidos de ese podio, según algunas mediciones, o estando muy próximo a hacerlo, según otras.

Las dos partes no reniegan de compras y ventas de cosas que necesitan, por poco valor agregado que tengan, pero apuntan sus miras hacia la cooperación en rubros más complejos como la industria farmacéutica, tecnologías de la información, energía nuclear y exploraciones espaciales.

Como el comercio tiene que ser de mutuo beneficio, el visitante pidió a los socios chinos analizar posibilidades de inversión en el Lejano Oriente ruso. «Estamos interesados en que los empresarios chinos estén entre los primeros que aprovechen esas oportunidades», señaló Putin.

«Es la política, estúpido»

Parafraseando al lema de campaña de Bill Clinton en 1992, que se refería a la economía, se les puede decir hoy a Barack Obama y las potencias europeas aliadas en la OTAN, que es la política lo que impulsa ante todo la unidad entre Rusia y China. También, naturalmente, existen negocios y conveniencias económicas de por medio, pero sobresale la política.

El golpe de Estado en Kiev, capital de Ucrania, en febrero pasado, y la mayor presencia allí de las potencias de la Unión Europea y Washington, y sobre todo el reforzamiento de la OTAN en ese territorio, ha preocupado a Moscú. Confirmando esos temores, el vicepresidente Joe Biden admitió que la OTAN, por designio norteamericano, hizo maniobras en Rumania y tiene planes de expandirse en Finlandia, que es el flanco noroccidental de Rusia. Las diferencias detonadas por la situación ucraniana dieron lugar a sanciones votadas por el bloque orientado por EE UU en contra de Rusia. Aunque por ahora son leves no dejan de encerrar advertencias severas hacia el futuro.

China también se siente amenazada por el imperio decadente al que no le agrada que le hayan igualado o superado la línea de primera fuerza económica mundial. Beijing sabe que desde 1997 por lo menos los papeles del Departamento de Estado y el Pentágono, con administraciones republicanas o demócratas, definieron que la prioridad del imperio fue fijada para el área Asia-Pacífico. Es una forma elegante de decir que van a buscar la capitulación china o incluso agredirla militarmente para lograr el mismo objetivo.

Y en consonancia con eso, China ve con preocupación los aprestos militaristas de EE UU y sus socios de Japón y Corea del Sur, la falta de reconocimiento de los tres en cuanto a fronteras en mares de China.

Por eso Putin declaró en suelo chino: «mantenemos posturas similares o idénticas con respecto a los principales asuntos de importancia global y regional». Por ejemplo, recordó que las armadas de ambos países habían colaborado con sacar de Siria las armas químicas, según lo acordado por la ONU. Como se recordará, esa solución fue un hallazgo de la diplomacia moscovita, justo cuando Obama y el Pentágono tenían todo listo para someter a Siria al mismo tratamiento invasor y de bombardeos que a Libia.

Cooperación estratégica

Con esos antecedentes, lo que se vio esta semana en China no fue un encuentro de representantes de dos partes llamadas a hacer negocios. Por cierto que la esfera comercial importa y mucho: China es el mayor cliente de Rusia en la compra de sus productos y puede aumentar incluso de nivel si, como se teme, algunos clientes europeos disminuyen el comercio como represalia por lo de Ucrania.

En este momento el intercambio comercial bilateral es de 90.000 millones de dólares anuales y se ha pautado llevar ese comercio a 100.000 millones dólares en 2015 y duplicarlo para el año 2020, cuando será de 200.000 millones.

Y a diferencia de los acuerdos pomposos que suelen anunciarse por parte de EE UU y sus socios comerciales europeos o de otros continentes, incluso latinoamericanos, los compromisos firmados entre Moscú y Beijing se vienen cumpliendo a raja tabla. Sobre todo es así desde 2006 en adelante en esta materia comercial, cuando el intercambio total era de 60.000 millones y fue subiendo con algo de prisa y sin pausas hasta llegar a las metas actuales y su prevista duplicación en los próximos cinco años.

Entre las cosas que adquieren los chinos a sus vecinos están las armas. En 2013 compraron armamento ruso por 1.800 millones de dólares y se ubicaron en el cuarto puesto mundial de los países que se surtieron en ese mercado.

A los yanquis les provoca una doble preocupación: que nos les compren a ellos y que un país que está entre sus blancos a futuro no vaya a ser una presa fácil…

Y el cronista deja planteada una pregunta con respecto a las Fuerzas Armadas de Argentina. ¿Alguna vez van a firmar acuerdos con Rusia y China para adquirir armas y tecnología de punta? Una verdadera política de defensa nacional y una estrategia de presión para la recuperación de Malvinas requeriría convenios de ese tipo. Claro que para eso hay que tener mucha voluntad política para resistir las campañas de hostigamiento que impulsaría EE UU… ¿Hay esa voluntad política? Cric, cric, cric.

Maniobras conjuntas

A este nivel de la política internacional hay que descartar las casualidades. No fue casual, valga la redundancia, que el mismo día que Putin comenzaba su visita a China, llegaba a Shanghai una parte de la armada rusa que iba al encuentro de naves y marinos del país anfitrión para ejercicios navales conjuntos.

El operativo se llama «Cooperación Naval 2014» y fueron inauguradas oficialmente por Putin y el dueño de casa Xi Jinping. La serie había comenzado en 2012.

Es entonces la tercera edición. Por el lado ruso arribó parte de su Flota del Pacífico, con el crucero portamisiles Variag con nave principal. El ministerio de Defensa ruso puntualizó que «integran la escuadra además del Variag, el destructor antisubmarino Almirante Panteleev, el buque de desembarco Almirante Nevelski, el destructor Bistri, el buque cisterna Ilim y el remolcador Kalar». Las maniobras conjuntas se van a desarrollar en el mar de China Oriental (mar del Este) hasta finales de mayo. Por el lado chino participarán seis barcos.

Por primera vez los participantes se organizarán en escuadras mixtas para prácticas de tiro artillero y de misiles contra los blancos navales, así como entrenarán tácticas de lucha antisubmarina.

Por si alguien no lo había percibido, el líder ruso lo subrayó: «actualmente los dos países están desarrollando intensamente sus vínculos militares». Su anfitrión chino Xi informó a la prensa que ambos presidentes habían acordado realizar maniobras militares conjuntas en mayo del próximo año, con motivo de cumplirse el 70° aniversario de la victoria de la URSS y los aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Acostumbrado como está a llevarse el mundo por delante, en medio de una situación internacional que años atrás podía calificar de «unipolar», a las autoridades norteamericanas no les agrada en lo más mínimo esta cooperación política, comercial y militar entre dos grandes países. Estos no acatan sus órdenes ni obedecen servilmente como la Rusia de Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin.

Volviendo del tema militar al comercial, de los acuerdos de Putin y Xi sobre la fabricación de un avión de pasajeros, una fuente rusa -citada por la agencia RIA Novosti, precisó: «el avión competirá con las aeronaves estadounidenses y europeas. Beijing está interesado en construir al menos 1.000 unidades. Si las negociaciones prosperan, podremos establecer en un futuro una empresa conjunta que desafiará a Airbus y Boeing».

Y esto último es lo que temen la Casa Blanca y el poder político estadounidense, Wall Street, el complejo industrial militar pentagonista, y las potencias europeas que se tutean con la crisis económica desde al menos seis años sin ver luz al final del túnel.

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