La resignación, ese pasaje poco transitado
Por Wilfredo Arriola
Después del silencio llega otro, el primero de dolor el segundo de aceptación. Uno intenta buscarse entre lo devastado que deja la verdad, sin embargo, es de valientes ocuparse del vinagre de las cosas imposibles. Y sucede, las cosas de siempre dejaron de serlo, buscar el cepillo de dientes sin compañía, reorganizar la casa, dejar de tomar café en la taza acordada, crear otra atmosfera libre de escenas que no le hacen bien al recuerdo. Todo es posible al inicio, si es que se puede volver a iniciar. Después de los treinta, todos los conceptos cambian de definición, a la soledad le llamamos crecimiento, al amor sociedad, a la alegría paz, otros le llaman desesperación de no saberse solos.
Las cosas que se rompen para siempre no hacen ruido, leí hace poco y me pareció oportuno. No sortear la soledad, no darse al primero, aunque en un naufragio cualquier barco es el correcto.
A lo que llamas perfecto te define, el filósofo y abogado francés Francois Marie Arouet, dijo: “Lo mejor es enemigo de lo bueno” lo acato en tardes como esta, donde no hay ruidos de fondo, no hay llamadas que pregunten ¿cómo estás? No hay urgencias de cumplir con una cita, ni de tropezarse con una petición nunca hecha en el jardín, ni la eterna promesa de volver a estar en forma. Hay soledad y está bien. Hay un crecimiento para conocer el descaro de saber quien uno es. Todo descaro tiene algo de insolencia y toda insolencia es parte del rompecabezas indefinido que somos. No quiero morir sin conocer quién soy, adónde no quiero llegar, a quién no quiero volver a elegir, a qué debo de decirle no, a qué debo de apostar y armar todo esto que dejan las batallas perdidas que siempre hay. Saber ganar es saber perder.
Hoy por hoy, cuando suene la alarma y la madrugada cante la misma canción de siempre, volveré a inventarme excusas para mi vida, el agua estará fría y mientras me seco y agito mi cabeza en otro lado, en una parte del mundo estará alguien como yo, creciendo a su manera, no sorteando su soledad al mejor impostor, aunque la suposición es un mal consejero y quizá en ciertos momentos de la vida cualquier consejo es adecuado aunque no lo sea, las manifestaciones de cariño se malinterpretan.
¿Habrá algo mejor que todo esto? Las respuestas se pagan con experiencia y toda experiencia deja algo de dolor y luego, luego la sabiduría.
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