Esaú Hernández Rauda,
Escritor
Quedó observando el zapato de la mujer muerta, por su estilo, supo que pertenecía a una mujer de clase alta. Estaba tirada en una carretera periférica, parecía recién fallecida, su perfume superaba el olor a sangre. Vestía un pantalón azul, corte recto de casimir inglés, la curiosidad le ganó y se acercó para observarla mejor. En su mano llevaba un reloj Bulova de oro, dos anillos de diamantes, una blusa color gris y un saco azul de Armani, en su cuello un collar de perlas naturales, también estaba su cartera y dentro de ella se observaba una Biblia grande. Siguió observando las facciones de la mujer, entonces la reconoció, la había visto muchas veces en la televisión. Promovía cruzadas sanación, eventos de liberación, mesas de recaudación y hasta una guía para turistas del cielo. Además, tenía su propio código de mensajitos donde los usuarios de celulares podían solicitar un milagro mediante el pago de una considerable suma de dinero debitada de su saldo. Ahora, yacía inerte. Tuvo intención de llamar a la policía pero se detuvo, si Dios permitió que se la enviaran de esta forma, (Por su gusto, supuso, ella no se hubiera ido) Él sabrá cuando tiempo va tardar en mandar a la policía a recogerla. El hombre siguió su camino.
Esa noche, ni siquiera vio noticias. Trataba de entender a Dios desde tantos puntos de vista, tantas religiones y tantos conceptos. Tantas fueron sus meditaciones que se quedó dormido viendo televisión, entonces, escuchaba muchas voces mientras dormía o quizá soñaba. Por la mañana el hombre preguntó a su mujer: ¿resucitó la pastora? La mujer lo miró extrañada y no dijo nada. El volvió a preguntar: ¿resucitó la pastora? Luego, intuyendo que su mujer no sabía, le dijo: ¿no viste noticias ayer? La sangre me da náuseas y los muertos pesadillas, ya no quiero torturarme, la mujer seguía sin poner atención. Pesadillas, pesadillas, pensó. ¡Judas anoche! ¡El perfume de María magdalena! ¡El dinero de las recaudaciones! ¡Los hijos de Judas Iscariote con María Magdalena! Cada vez hablaba más fuerte, la mujer lo miraba. ¡El terreno que compró Judas con las treinta piezas de plata! ¡El hijo de Jesús con María Magdalena…! El hijo era de Judas Iscariote, le dijo la mujer. Es posible, el olor de María Magdalena era irresistible. ¿Y cómo lo sabes? ¡Lo siento! El hombre se acercó y la abrazó por la espalda, le mordisqueó las orejas, despacio y fue bajando a su cuello, mientras metía sus mano y exploraba el monte de venus… Jesús… Magdalena ¿y Judas dónde está? Bésame los pies, así no fue, la gloria está más arriba, además tienes hongos… Bésame donde quieras, pero no me muerdas, que delicado de piel andas, bueno, María, hazlo, solo hazlo… ¿Y el perfume? Siéntelo, gózalo, disfrútalo… El hombre se desmayó. La mujer lo vio caer desnudo y pensó que se había muerto. Este se muere cuando más excitada estoy murmuró. Recogió su ropa y se fue de inmediato al cuarto, buscó su vibrador y estuvo encerrada hasta que se sació. Entonces se acordó de su marido. O resucitó o está duro. No tenía idea cuanto estuvo en el cuarto.
Cuando salió de su cuarto, la casa estaba en brumas. Sintió olor a huesos quemados y azufre, ni siquiera recordaba en que parte de la casa había quedado su marido, solo sabía que estaba desmayado o ese era el último recuerdo que ella tenía de él. Según su percepción era de mañana, pero el clima, las brumas, la sensación de una tarde una húmeda y de sopor tipo costeño. Entonces, lo miró, estaba allí, con una túnica, un callado y la barba muy larga iba a dar un grito de auxilio cuando él le habló: No temáis mujer bendita y codiciable. Era la voz de su marido. Pero su marido, no usaba túnica y era lampiño. Permaneció en silencio unos momentos y después decidió regresar a su cuarto. Entonces, él dijo: ¿me tienes miedo? Llegó el tiempo de volver, soy Judas Iscariote. Ella decidió seguirle el juego pues aun no creía o no sabía que pensar, por el olor a azufre y las brunas sabía que algo extraño sucedía pero en memoria le martillaban las palabras de su abuela, no te cases con ese hombre, en la familia de él hay varios locos. Se volvió a mirarlo y allí seguía, entonces lo llamó con una seña, el hombre camino tras ella y entraron en la habitación.
Si sos Judas Iscariote ¿en qué Biblia vas a poner que te pegue un tiro hijo de puta? Ella lo apuntaba con un revólver, sin inmutarse, Judas Iscariote, le dijo: es que ni en la Biblia se ponen de acuerdo sobre mi muerte, según unos, digo, en los evangelios, me ahorqué y según otros me destripé, en los Hechos de los apóstoles. ¡Y yo te voy a volar los sesos! María, estás desnuda, estás mojada, pero no estás excitada, ¿Qué te pasa? ¿De dónde sacaste ese disfraz? Tócame, acaríciame, pálpame, déjame que te cuente como es que me morí. Mira mujer, yo fui el primero supe que era negocio ser amigo de Jesús de Nazaret, yo inventé pedir dinero en su nombre, no nos iba mal, pero por esos años los impuestos de los romanos eran terribles. Había revueltas, alzamientos, huelgas, intentos de guerrillas, los romanos crucificaban a los rebeldes y muchas otras cosas, bueno, eso fue lo que se escribió, es decir, en la historia se escribe y se cuenta lo que realmente quiere que se sepa. Como no estudié administración, no sabía cómo administrar el dinero que recogía a escondidas del carpintero. Yo soy fariseo, estudié la Torah, leyes de toda índole, es decir, los fariseos éramos como los abogados modernos, lo que no lo arreglan, lo enredan. Un día me ofrecieron un terreno, era pedregoso pero tenía una hermosa vista para el mar, me faltaban veinte monedas para comprarlo…
La mujer le pegó un tirón a la barba, Judas dio un alarido. Pensé que la habías comprado en alguna tómbola dijo la mujer. Pero dime, ¿te la fumaste verde? Perdón, si la barba es original. Ya me estoy sintiendo María magdalena. ¿Y compraste al fin el terreno? No que creías que me he fumado verde, pero sigamos, los sacerdotes quería darle un escarmiento a Jesús y me ofrecieron pagarme por entregárselos. Les pedí treinta monedas, con el resto iba a poner mi negocio. Era mi comienzo, mi independencia, y seguiría pidiendo en su nombre, mucha gente lo seguía. Pero yo no sabía que lo iban a matar. ¡Te lo juro, no lo sabía! El día que lo mataron, me deprimí, pues creí que había matado mi gallinita de los huevos de oro. Y estuve deprimido. Por eso se sacaron que me ahorqué, hay otros que dicen que me despanzurré, y algunos que fue con una pastilla de curar frijoles. Y ¿Al fin como te moriste? Ya no importa mujer, ya no importa, solo disfruta que estoy vivo y vengo a reclamar las regalías de mi invento. Son miles los que han hecho fortuna, con mi invento. La iglesia católica, la evangélica, todas, todas, etc., etc.
¡María! Dime Judas. ¿Te acuerdas cuando hacíamos en el amor en una estera? ¡Si, que duro! No, todavía no lo tengo así. ¡Es que no me refiero a eso, lujurioso! Bueno, ya haremos esas cosas. Por ahora debemos trabajar. ¿Cómo le vas a poner a tu nueva iglesia? Dame una sugerencia, las mujeres son muy creativas. ¿Qué te parece: Descanso Celestial? ¡Jodas! ¡Ese es nombre de funeraria! Dime algo distinto. ¿Camino al cielo? ¡Otra funeraria! Entonces ponle: Lupi cibus Ovium. ¡Eso! “Gosen Lupi Cibus Ovium ministries.” Así ha de llamarse, no hay de otra. Judas, te contradices, dices que vienes a cobrar las regalías. Y luego que quieres poner una iglesia, de esos negocios ya hay muchos. Pero siempre hay clientes inconformes, que esperan un nuevo modelo de iglesia, acorde a sus necesidades, bueno, es a su conveniencia.
¿Y si para ganar adeptos no cobras ofrenda y diezmo? Imposible, como crees que los pastores tienen jets, buques, mansiones, países enteros, bueno solo imagínate que con el dinero de las iglesias se puede reducir la pobreza unas quince veces si estas riquezas se repartieran equitativamente. ¡Si vienes a reducir la pobreza, mejor vuélvete a morir! ¡No que no te gustaba el dinero! Bueno, perdón si sos María Magdalena, si te gusta y mucho. Nos gusta. Bien, ya sabemos cómo hacer dinero, tenemos la clave, ahora hay que fabricar el disfraz. Ofrenda es muy conocidos, compra de indulgencia es tan viejo, pacto también esta trillado, milagro, contribución, fondo de inversión. ¡Uff, está complicado! Bueno, es mejor malo conocido que bueno por conocer, debemos empezar y pronto. Entonces, ve y te rasuras. Y debes pensar en que nombre ponerte, Judas Iscariote no es tan querido. Entonces no tiene gracia resucitar y andar con nombre prestado. Es que me crees artista con nombre de catecismo y que quieres que busque uno con mas caché.
Espérate mi socio, voy a crear la página de Facebook, una cuenta en Instagram, etc. Piensa en las cuentas de banco mujer, las cuentas banco. Los dos se miraron y en silencio se fueron a la alcoba, maría sacó un frasco de perfume y le agrego agua a un vaso y ambos lo bebieron a sorbos lentos. En la televisión transmitían el velorio de la pastora. María miró a Judas Iscariote absorto en la transmisión, una lágrima recorrió su mejilla. Hubiera sido buena socia, murmuró. No lo veas así Judas, es una competidora menos. Aprende a ver lo bueno, actualízate. Judas Iscariote miró a su mujer con desprecio. Ella lo entendió muy a su manera y le soltó un dardo: ¡Hijo de puta, vos la mandaste a matar! Yo no mando a matar a nadie. Elimino lo que tenga que eliminar que es distinto. Y ya sabes, vas a ser profeta mi iglesia y jamás vayas a intentar hacerme competencia porque vas a morir como esa perra. Y te aclaro, no es la primera y no será la última. No me amenaces barbón de mierda, te recuerdo que soy tu mujer y que no hay hombre que resista a la unión de los labios femeninos con su glande, pero no hay hombre que se levante ante la torsión violenta de sus genitales. ¡Qué verborrea para una amenaza tan fútil! Siempre lo he sabido que no hay ser más indefenso que un homo sapiens con su falo erectus. La mujer lo miró con desprecio y balbuceó algunas palabras en un latín ininteligible. Judas Iscariote con una rabia amorosa, con un si te mato me quedo viudo. Se levantó la túnica y la tiró hacia arriba, pásame mi saco que esto va a comenzar y en serio. La carcajada de la mujer ensordeció la habitación.
Judas Iscariote vestido con saco y corbata, un traje que jamás imaginó nadie estaba allí, listo para comenzar o recomenzar en su afán de acumular tesoros en la tierra con el buen corazón de incautos que con el sudor de su frente le daban dinero con el afán de acumular tesoros en el cielo. La mujer, le dio un beso y le dijo apúrate, ya llegaron los periodistas, debes dar un testimonio poderoso, esos dos mil años en el infierno. ¿Infierno? Yo no estuve en el infierno, ni sé que es el cielo. ¡Pendejo! Nadie te ha dicho que conoces, pero para que puedas pegar el testimonio debes decir que fuiste al cielo y que te llevaron al infierno y que allí viste a Hitler, que a Mussolini lo tienen con un palo en el culo quemándose a fuego lento, que a don Karol Wojtyla el diablo el diablo allá lo tiene casado con Albino Luciani, eso Tenés que decir. Listo que ya te espera la prensa.
Judas Iscariote terminó su testimonio, aquello fue una bomba, la gente se estremecía, por todas las redes el poderoso testimonio de Judas era comentado, las redes se trabaron y sus cuentas comenzaron a crecer. Judas Iscariote, ufano de sus logros disfrutaba. María Magdalena profetizaba y hablaba en lenguas estaban tan ocupados que ya no se miraban, la estera , que luego fue cama y después una suite ya no les alegraba, estaban allí como seres lejanos, imbuido cada quien en sus ambiciones y en sus negocios. Viviendo en la opulencia y fraudulencia con el sudor de los incautos, siendo seres vacíos y tristes navegando en un mundo de fantasías. En un sueño Judas Iscariote discutía con un niñito, el niño le planteaba a Judas que si era hombre de Dios porque cuando ocupaba dinero acudía a los incautos de sus miembros y cuando esos tontos ocupaban dinero los mandaba a pedirle a Jesús de Nazaret. Judas Iscariote no tuvo como refutar los argumentos del niño. Para terminar la discusión el niño le dijo, mejor ponga un prostíbulo y va ser mejor que o que hace. Eso es trata de blancas, respondió Judas Iscariote. Es lo mismo, usted manipula a un montón de incautos y ellos trabajan para darle el fruto de su trabajo a usted. Usted los tiene esclavizados y no hay mejor forma de dominar a un ser humano que manipularle su cerebro. Judas Iscariote asintió con su cabeza, tiene lógica pensó.
María y Judas se volvieron amargados y esa rutina de repetición de discursos y oraciones les llevó a un estado de depresión y ansiedad terribles. Un día aburrido de esa vida decidieron morirse y no pudieron pues comprendieron que estaban muertos desde siempre y que vivían en el infierno de sus mentiras y que se estaban quemando para siempre en el fuego de ignorancia.