César Ramírez
@caralvasalvador
El estado de la democracia salvadoreña se encuentra en completo deterioro, es una condición agónica sin cuidados intensivos, es un abandono de todo concepto democrático.
Si hacemos un recuento de aquellos idílicos momentos donde la democracia funcionaba aún en sus precarias condiciones, el contraste es desolador; parece una historia de película post-nuclear donde los sobrevivientes son los que claman el retorno a la república lejana.
En el caso de entender democracia por la independencia de poderes, recordemos que a partir del 1 de mayo de 2021 se destruyó uno de los pilares fundamentales de la República con la destitución de los Magistrados de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y al Fiscal General; en ese día fuerzas militares allanaron la CSJ, un verdadero atropello a la jurisprudencia nacional sin precedente, pero eso estaba comenzando con la reelección presidencial 2024-2029; el Régimen de Excepción que a la fecha se ha prolongado por más de dos años ha dejado un saldo de miles de ciudadanos inocentes en las cárceles y otros cientos de fallecidos en custodia del Estado, una secuela que destroza los Derechos Humanos en toda la línea de acuerdos internacionales; el Régimen de Excepción no es un resguardo a la seguridad nacional es un mecanismo de terror hacia la ciudadanía que no tiene defensa alguna en manos de los cuerpos de seguridad, recordemos que los “policías son jueces de la calles” que los convierte en jueces, fiscales y carceleros al momento de ejecutar una captura, el daño a muchas familias de inocentes es inmenso, e irreparable.
Durante este tiempo a partir de la imposición de las autoridades del Corte Suprema de Justicia se han multiplicado las demandas de Habeas Corpus, muchas o todas sin respuesta a sus peticiones. La Corte Suprema de Justicia publica una interpretación a favor de la reelección presidencial, colocando su institucionalidad en parcialidad al Partido Oficial, de tal forma que la independencia de poder no existe, la democracia no puede funcionar si los ciudadanos no tienen a quién acudir en caso de demandas inconstitucionales (fraudes constitucionales, amparos jurídicos, interpretaciones por reformas etc.)
El Poder Legislativo tampoco es independiente del Poder Ejecutivo, todo apunta por diversas denuncias opositoras a que los diputados oficiales son simples ejecutores de las iniciativas de Casa Presidencial, esas denuncias provienen de los diputados afectados que han proclamado que decenas de sus iniciativas de Ley, simplemente fueron desechadas, de tal forma que la Asamblea Legislativa con diputados “independientes” según la constitución, no lo son.
Las elecciones son las que validan la democracia, pero observemos el panorama bajo la óptica de las últimas elecciones 2024, ahí sucedieron muchas denuncias de irregularidades: sustitución de las Juntas Receptoras de Votos, resultados triplicados a favor del Partido Oficial, denuncias de organismos internacionales, caída del sistema electrónico, la proclamación presidencial antes del anuncio del Tribunal Supremo Electoral etc. éstas no son muestras de una democracia plena, será de su destrucción sistemática; además el Tribunal Supremo Electoral actuó sin independencia bajo una ley que imponía cárcel a funcionarios que se opusieran a la candidatura presidencial.
La reforma constitucional no ha sido consultada ni expuesta públicamente, tampoco se ha elegido una Asamblea Constituyente, de tal forma que la reforma presentada el 29 de abril de 2024 es una “reforma de hecho” del artículo 248, que jurídicamente es inconstitucional -según académicos del derecho.
La Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Supremo Electoral y la Asamblea Legislativa carecen de independencia, en consecuencia, el concepto democrático ha dejado de existir en nuestra vida ciudadana.
Si estos elementos en su conjunto son la máscara democrática del juego republicano, los poderes históricos de la nación están en silencio: La Fuerza Armada, Estados Unidos de América, Grupos hegemónicos económicos, Iglesias, Comunidad Jurídica, Centros Académicos etc. ellos permanecen en un estado letárgico, si esta condición sucediera en otros tiempos, un Golpe de Estado sería el pan de cada día.
Hace algunos años el orden constitucional era el baluarte a defender por la Fuerza Armada, que usualmente coincidía con las declaraciones de Estados Unidos en su interpretación democrática, ahora el silencio parece cómplice de este proceso; si agregamos el poder económico nacional que en otras épocas era promotor de amplios movimientos de la derecha, ahora parece que no pasa nada, así tomen los ahorros de las pensiones, disminuyan el capital circulante de los bancos, la nación se endeude sin límite, se adopte una criptomoneda de curso legal, impago en alcaldías o la compra de Bitcoin con fondos públicos etc.… ¿acaso solo los aspirantes a mártires denuncian esta situación? – por cierto no es mi caso, ni Dios lo quiera-
En conclusión: la realidad de la república es un fracaso, sea por destruir el monumento a la reconciliación, cambiar el piso centenario del Palacio Nacional o expolio de archivos nacionales… no pasa nada, solo es la ruina de la democracia salvadoreña.