LA SABIDURÍA DE LOS REFRANES
Por: Wilfredo Arriola
La verdad está escondida en las palabras, en la observación de quién siempre lleva un refrán, un dicho para cada circunstancia. En la mayoría de los casos se les adjudica este noble arte a los ancianos de la época, ellos con su identificación de la realidad ponen o ponían en su boca esa ilación de palabras para concordar en un consejo rápido.
La mirada con experiencia, haciendo una sabiduría popular, donde por lo general siempre se dividen en diferentes temas: el tiempo en el que habitamos, el pronostico de los sucesos que ellos saben que nos pasaran, el recuerdo de su tiempo, con el firme argumento del hoy: «Quién cosecha vientos, recoge tempestades». también la religión esta presente en cada una de sus máximas: «Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía». «El que peca y reza, empata». «La verdad no peca, pero incomoda» y «Lo que es del cura a la iglesia llega».
Es así, como hacen del tiempo una simbiosis de lo que ocurrió antes y el presente que vivimos. No se olvidan de destacar la sangre que ellos han heredado y heredaran, la familia como símbolo de lealtad y afirmación: «Lo que se hereda no se hurta». También la alerta del momento y la prevención de las amistades falsas: «Al que a dos amos sirve, con uno queda mal», «échate a la cama, y verás quien te ama.», «detrás del mostrador no conozco al amigo, sino al comprador.»
Entender a las personas nunca ha sido fácil, pero la sucesión de los años siempre nos hace entender de que hay una respuesta para cada ocasión: «Más sabe el diablo por viejo que por diablo», pero decirlo en el momento adecuado, con el tono preciso siempre ha sido digno de admirar, cada uno, seguramente recordará con entero cariño las palabras de un ser querido que no está. Hay refranes de refranes: «Cuando el dinero habla, la verdad calla», refranes que aun tienen vigencia y con seguridad seguirán teniéndola: «Muerto el perro se acabó la rabia», «No muerdas más de lo que puedas masticar.» «Para quien siente miedo todos son ruidos». No faltan los clásicos, los que todos a lo largo del tiempo continuamos repitiendo, que son sin lugar a duda una herencia de la sabiduría del pasado: «En casa del herrero, cuchillo de palo». «Candil de la calle, oscuridad de la casa». «Cría cuervos y te sacaran los ojos». «Uno la viste y la calza, y otro viene y se la arrastra», ese etc. que le sigue. Cada uno, seguramente tendrá en su repertorio, algo guardado, como un consejo de alguien que quizá ya no está, y al recordarle se le rendirá homenaje a su ausencia, pero también a la sabiduría de aquel entonces. «Casa sin mujer y barca sin timón lo mismo son», «El roce hace el cariño», «A Dios rogando y con el mazo dando». «A Rey muerto, Rey puesto». ¿Cuáles recuerdan ustedes?