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La sala quiere descarrilar el Sitramss

Carlos Girón S.

–¡Ahh no, shop estos si que ya la riegan (con ca)!, ampoule llegó diciendo con paso presuroso al Ágora, Julián el fontanero. Y agregó: ¡No quieren dejar piedra sobre piedra en nuestro pobre país! Todo lo están despedazando y nada bueno que se les ocurre construir!

— ¿Qué le pasa, por qué llega tan sofocado y molesto, don Julián? –inquirió, María, la vendedora de pan con café.

— “Los groseros de siempre, que creen que todo lo que está haciendo este gobierno, como también el anterior, es un “desperdicio”, un “derroche alocado de los fondos del Erario”, con las obras que está realizando para beneficio real del pueblo, añadió Julián, sin especificar nada, sin revelar el motivo de su malestar.   

Tomás el carpintero, dijo que el amigo tenía toda la razón de estar bravo y no sólo por una u otra de las barrabasadas que es la especialidad de los 4, pues son tantas que donde quiera que se mire, se verá una.

Ruperto, el dueño del carretón sorbetero apareció y se unió al conversatorio que iba acalorándose cada vez, y preguntó si no se había perdido algo importante de los temas abordados hasta ese momento.

–Salí un poco tarde de mi casa y pensé que llegaría tarde aquí, pero no; me monté en un bus del SITRAMSS y ¡rum! llegué en un dos por tres acá.

—Pues, mirá hombre, comenzá a entrenarte a caminar a pata porque quieren descarrilar tu medio favorito y moderno de transporte, le aconsejó el vendedor de hot dogs, Samuel.

–Ruperto: ¡A la diabla! ¿Y cómo es eso? “Lo quieren descarrilar”, dices.

–¡Si´ombre! A eso equivale lo que están haciendo los 4, respondió el de los hot dogs.

–¿Los terroristas?, inquirió aquél.

Samuel le respondió que no precisamente terroristas de los comunes, sino otros que llevan togas sobre los hombros.

Intercedió Francisco, el electricista recién incorporado, que alcanzó a oír este interrogatorio, se apresuró a aclarar el asunto, diciendo que los del conato de descarrilamiento son los famosos 4 de la Corte de Justicia. Y hubo más preguntas.

–“Por favor, explíquenme de qué se trata y cómo es eso de los descarrilamientos y los 4 famosos de la Corte”, se asomó a preguntar Juana, la vendedora de pupusas con loroco.

Samuel atendió la inquietud de la Juana. Le puso en autos de que un grupúsculo de dueños de buses chatarra se han atrevido a interponer ante los 4 togados apocalípticos (los de la Sala de lo Constitucional, aclaró de inmediato), una demanda para que declare “inconstitucional” el moderno sistema de transporte colectivo del SITRAMSS. Y añadió que los apocalípticos, en vez de rechazar ipso facto tal pretensión, le dieron cabida a la torpe demanda.

El universitario que acostumbra atravesarse por el Agora explicó que en esos casos se suspende el acto reclamado, como dicen los abogados, mientras se resuelve la demanda. Agregando, ¿y qué quiere decir eso?, pues que debe paralizarse la operación del citado medio de transporte colectivo.

–“¡Uta!, que no joda esa gente de la demanda. Están bravos porque con sus chatarras no pueden competir con el novedoso sistema de buses articulados, limpios, rápidos y seguros, en el que nos movilizamos rápidamente un cachimbo de personas para venir todos los días a trabajar o hacer tantas cosas”, se aproximó a protestar, Marcos, vendedor de billetes de lotería.

–“No, no es tanto esa gente, los buseros”, aclaró el universitario, “sino los 4 togados apocalípticos. Como ellos se movilizan en lujosos vehículos comprados con dineros nuestros, no les importa que a la gente del pueblo se la lleve Judas con los buses viejos y destartalados que a cada rato despanzurran a tanta gente”.

–“No, no; estarían más contentos esos 4 anti-jurídicos si volviéramos a los caballos y carretas de bueyes para movilizarnos”, sentenció Tomás.

–“¿Y saben?, salió a opinar la pupusera: “De presto se les ocurre también pedir la inconstitucionalidad para el trencito que tenemos para movernos de Apopa a Nejapa y otros lugares vecinos”.

–“Trenecito, se dice en buen castellano, no trencito”, le corrigió, don Felipe, un señor de saco que se había acercado al coloquio.

–“¡Ve y ese viejo metido!, yo hablo como me da la gana, en buen pipil, no andar con babosadas de ese Castellanos que le metieron al bulevar”, ripostó la vendedora de pupusas con dos en la mano, con su respectivo encurtido, que estaba despachando en ese momento.

Francisco, el carpintero se apuntó con su comentario diciendo que los enemigos de los nuevos gobiernos del cambio quieren mantener en el pasado a El Salvador; no quieren que se modernice y ponga a la altura de otras modernas capitales donde se ha implementado el transporte colectivo como el SITRAMSS.

–“Los habitantes del área metropolitana o gran San Salvador, estamos contentos con este excelente servicio que tenemos y que se mejorará más cuando los buses-gusanos aumenten de los 28 actuales a más de 200 unidades, como está proyectado”, anotó Tomás.

Ya ampliamente ventilada la cuestión, se filtró por alli la vendedora del mercado, quien recomendó a los presentes que cada uno encendiera una candelita al Corazón de Jesús pidiéndole que despeje las entendederas de los 4 apocalípticos, para que alcancen a ver que no amerita admitir la demanda de los buseros chatarra, y la rechacen de un plumazo y dejen de atentar con el descarrilamiento del moderno SITRAMSS.

A todos les pareció genial la propuesta y dijeron aceptarla y que esa misma noche encenderían las velas.

Así se zanjó en el Ágora Cuscatleca esta nueva, conflictiva y aflictiva situación.

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