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La salida del Reino Unido, ¿es el comienzo de la división de la Unión Europea?

(Parte I)

German Rosa, s.j.

La salida del Reino Unido de la Unión Europea después de los resultados del referéndum del 23 de junio del año en curso, ha creado un cisma entre las naciones del viejo continente, y también en el mundo global. El proyecto de la Unión nace después de la segunda guerra mundial para articular los Estados sobre el eje de mantener la paz en el viejo continente por medio de un mercado común, después de tantos millones de muertes ocurridas en las dos guerras mundiales. Sí a la paz, No a la guerra. Si a la unión y No a la división. Este era el sentimiento común para dar lugar a una gran unión continental. Una de las promesas de la campaña electoral del Primer Ministro Británico David Cameron fue la realización de un referéndum en Inglaterra para consultar a los ciudadanos si permanecían o no en la Unión Europea. Esto es lo que se conoce como el referéndum de la “Brexit”. Analicemos las implicaciones del resultado del referéndum a favor de la Brexit.

1) El voto a favor de la Brexit: un resultado inesperado

El resultado del referéndum sorprendió incluso a los que hicieron campaña a favor de la Brexit, porque los sondeos de opinión garantizaban la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea. El primer sorprendido fue el mismo Primer Ministro Británico David Cameron, quien había hecho campaña por la permanencia en el proyecto de la Unión Europea.

La salida del Reino Unido se analiza desde distintas perspectivas. Algunos enfatizan el tema desde una perspectiva que considera la crisis endógena del déficit de empleo, de la falta de crecimiento económico, del deseo desmesurado de entrar en la carrera galopante de los acuerdos comerciales con naciones de otros continentes sin restringir la iniciativa de quienes tienen el poder económico en ese país; otros lo analizan desde la falta de autonomía en la toma de las decisiones políticas que se gestan desde el Parlamento Europeo en Bruselas; otros destacan los costos financieros que supone invertir en las relaciones establecidas entre los países de la Unión Europea, etc. Algunos lo explican desde el impacto de la inmigración creciente en Inglaterra que ha tenido un aumento en los últimos años, además de sujetarse a las políticas de la misma Unión Europea que no ha podido frenar el flujo creciente de los inmigrantes, etc. El Brexit es un tema que sigue dando de qué hablar.

Es curioso que en los sondeos de opinión las generaciones mayores son las que han expresado su deseo de salir de la Unión Europea, mientras que las generaciones jóvenes de la Isla han querido permanecer en la Unión Europea. La diferencia de votos en el referéndum en términos porcentuales es poco más de la mitad de la población que asistió a las urnas, un 52% de la Población ha querido salir, mientras que el 48% quiere permanecer en la Unión Europea. Es una situación interesante porque encontramos un país en el que casi la mitad de los votantes está a favor del proyecto de la Unión Europea mientras un poquito más de la mitad de los votantes ha deseado abandonar el proyecto. Sin embargo, la intención de voto demuestra que en esta polarización hay distintas expectativas: “La juventud ha votado por la permanencia, pero no en bloque y no de manera significativa. La abstención ha sido alta en este rango de edades. El campo ha votado distinto que la ciudad, pero muchas urbes industriales en crisis, como por ejemplo Doncaster – un feudo laborista tradicional – ha votado claramente a favor de abandonar la Unión. Es la huida a un pasado que se cree mejor y un voto sustentado en el miedo a la inmigración que pone de manifiesto que las líneas divisorias de carácter ideológico son mucho más sutiles que lo que permite una lectura inocente” (Editorial. 2016, t. 273, nº 1415. Brexit. Europa en la encrucijada. Razón y Fe, p. 117). Pero también los ingleses tenían la impresión que se les imponían leyes europeas en contra de su voluntad. No han asumido que la Unión Europea ejercitaba una soberanía compartida en toda Europa, en cuanto que las decisiones eran tomadas en conjunto, y que el derecho de veto ha sido aplicado con frecuencia. De hecho se ha confrontado el concepto de bien común europeo con los nacionalismos (Cfr. Cattolica, L. C. 23 de julio 2016, nº 3986. Brexit. La Civiltà Cattolica, p. 106).

El tema de la inmigración había creado gran debate en la sociedad inglesa, pero de hecho el país ya gozaba del privilegio de tener una política distinta sobre este punto y podía aplicar leyes en materia de inmigración más severas que el resto de los países europeos. Por otra parte, el fantasma que espantó a los votantes fue el malentendido que se podía construir un estado federal o los Estados Unidos de la Europa, concepción política falsa porque este tema no se ha planteado, pero se hizo sentir la amenaza que también desespera a las naciones particulares. En campaña se enfatizaron tanto los costos pero no se habló de los beneficios de pertenecer a la Unión Europea. Y no todo lo que se dijo en la propaganda política a favor de la Brexit era verdad.

El resultado del referéndum ha estremecido los mercados financieros, se ha observado la baja porcentual de las bolsas europeas y también del Reino Unido.

La globalización nos hace descubrir cómo influyen los acontecimientos que suceden en los distintos puntos cardinales del planeta. Las reacciones se han hecho sentir en toda la red de los mercados financieros. Las bolsas en principio dieron la impresión de un colapso global. Ante esta realidad el gobernador del Banco del Reino Unido, Mark Carney, aseguró que la entidad financiera ha llevado a cabo una planificación amplia de contingencia para conservar el valor de la libra esterlina y está trabajando en estrecha colaboración con el Ministerio de Hacienda, otras autoridades nacionales y bancos centrales extranjeros. Antes del resultado del referéndum el Banco del Reino Unido (BOE, por sus siglas en inglés) había planteado la importancia comercial y financiera de Europa para la Isla en estos términos al referirse al Brexit: el salir de “la Unión Europea -que compra casi la mitad de las exportaciones británicas- podría significar un revés material a la economía. Pero también podría hacer subir la inflación por el impacto sobre la libra, complicando cualquier decisión de recortar las tasas de interés” (http://www.elfinanciero.com.mx/mercados/banco-de-inglaterra-esta-preparado-para-dar-apoyo-extra-a-la-libra-mark-carney.html).

Los optimistas sostienen que Inglaterra es una nación que ha sobrevivido por muchos siglos y ésta es una crisis transitoria, que se estabilizará y sabrá hacer frente a los nuevos rumbos del país fuera de la Unión Europea.

2) La crisis de la Unión Europea y el auge de partidos de extrema derecha

Se habla del efecto dominó que puede desencadenar este resultado del referéndum que se hizo en el país británico. Hay partidos conservadores independentistas que se posicionan en contra de la Unión Europea en: Holanda, Alemania, Austria, Dinamarca, Francia e Italia. Coincide que son grupos de partidos de derecha extrema, que han expresado su deseo de gobernar sus propios países sin injerencias externas desde el parlamento Europeo. Estos partidos también han expresado duras opiniones en contra de la inmigración, tal pareciera que aglutinan personas con sentimientos y opiniones xenofóbicas. Hay una pérdida de confianza, una crisis de valores, una economía que no crece como esperan algunos, el temor creciente al problema del terrorismo que no se puede controlar.

En Europa han ido floreciendo partidos políticos de extrema derecha en los últimos años: la ultraderecha francesa (el Frente Nacional) ganó la primera vuelta de las elecciones regionales a finales de 2015, con el 27.7% de los votos; la ultraderecha del Reino Unido (el Partido de la Independencia del Reino Unido) obtuvo 23 diputados, más que ningún otro partido británico, y un 26.6% es el porcentaje de votos en los comicios europeos de 2014; otros partidos europeos de tendencia política ultraderecha han incrementado sus simpatizantes, por ejemplo: el Vlaams Belang de Bélgica, el Partido de la Libertad de Holanda, el Partido Popular de Dinamarca, la Unión Democrática de Centro de Suiza, los Partidos del Progreso de los países escandinavos (Editorial. 2016, t.274, nº 1413 – 1414. El auge de la nueva extrema derecha europea. Razón y Fe, p. 15). Estos grupos políticos asumen los valores democráticos liberales, pero afirman que solo los miembros del grupo étnico autóctono de una sociedad deben tener pleno derecho en dicha sociedad, peligrosamente haciendo propuestas políticas discriminatorias y excluyentes de parte de la población de la sociedad. Claramente esto se opone al proyecto de la unidad y la integración europea.

Esta tendencia de extrema derecha se caracteriza por ser nacionalista y también populista. El populismo del que hablamos está orientado hacia las clases populares, es decir, la comunidad nativa interclasista frente a los enemigos internos (los políticos) y los enemigos externos (los inmigrantes). Los analistas subrayan que esta nueva extrema derecha que está en pleno apogeo, tiene éxito debido al discurso xenofóbico, hostil contra lo diferente y los extranjeros, toma partido a favor del pueblo y en contra de las élites. Por ejemplo, se culpabiliza a los inmigrantes de los males que sufre la sociedad y promueve una política de exclusión de los inmigrantes. El concepto “raza” ha sido sustituido por el término de “cultura”. Se ha cambiado un “racismo biológico” por un “racismo cultural”. Lo que viene de afuera se convierte en una amenaza a la cultura de los respectivos países donde se percibe el auge de estos partidos de “nueva extrema derecha”, desde su posición los inmigrantes suponen una amenaza para los países que los acogen. Se subraya la conflictividad de la convivencia y no la integración o relación de las diversas culturas. Se incrementa el sentimiento de inseguridad precisamente en una coyuntura de terrorismo internacional. Se habla con frecuencia de los costos que suponen los extranjeros, los usos fraudulentos de los servicios públicos y se ignoran totalmente los aportes y los beneficios que traen los inmigrantes. Además subrayan la precariedad del empleo y la competencia que supone para los trabajadores de los países europeos la oferta de mano de obra extranjera, muchas veces más barata y que disminuyen los costos de sus empleadores.

Este discurso de la extrema derecha moviliza el electorado para ampliar su base social y mantenerse en ascenso político, atrayendo el voto de las capas medias y la clase trabajadora nacional. De hecho atrae más a los jóvenes y votantes con educación básica pero no universitaria. Teniendo el trasfondo del contexto actual, es fácil entender la estrategia que emplean estos partidos para atraer al electorado. No es difícil explicar por qué se suscita el florecimiento de estos partidos, y esto se entiende por la enorme crisis de los migrantes y refugiados, la profunda crisis económica y el inestable crecimiento, la globalización con las víctimas de todo este proceso, la progresiva desilusión de la Unión Europea, y otros temas adicionales que hacen sobresalir la falta de consensos como es el caso de la ecología, el género, etc. Los ciudadanos europeos que se sienten vulnerables por estas crisis, se sienten atraídos por estos nuevos partidos políticos. En el actual contexto se pone en evidencia la pérdida de la sensibilidad humana en temas de solidaridad y justicia. Se percibe un sentimiento de temor y angustia. Es así como estos partidos captan la atención de los votantes proponiendo la protección de lo local. Cuando los ciudadanos ya no se sienten protegidos por las instituciones internacionales europeas, se busca la protección más próxima del hogar. Así resurge el énfasis del tema de lo local y de lo regional.

3) Algunos retos institucionales de la Unión Europea

El voto a favor de la Brexit ha puesto de relieve algunos retos para la Unión Europea. En el fondo existe una confrontación entre dos proyectos: la construcción de una Europa Social o de una Europa Económica. Hay dos racionalidades que se oponen una a la otra.

El marco institucional de la Unión Europea para muchos ciudadanos se ha identificado con una burocracia infinita, escasamente representativa y con intereses propios, lejanos de unos ciudadanos que se sienten poco o nada representados por ella. El impacto de la globalización se ha hecho sentir en Europa y ha generado controversia y gran debate en esta región. La crisis ha puesto en tela de juicio lo que se ha dicho de la Unión Europea anteriormente. Ésta era concebida como sinónimo de apertura, de liberación, de emancipación, de adquisición de poder; en la crisis actual, se la percibe por algunos sectores como una instancia de injerencia, de enjuiciamiento, de prescripción, de imposición, de corrección e incluso de castigo (Euvé F. y Koenot J. 2016, t. 273, nº 1411- 1412. Europa: pasado y futuro. Entrevista a Herman van Rompuy. Razón y Fe, p. 417).

Las opiniones están divididas. Algunos subrayan que se debe fortalecer la unidad en este contexto porque Europa es una región económicamente importante y también juega un rol diferente a otras regiones en el escenario político global. Los opositores a la Unión enfatizan más los costos y los pocos beneficios que se obtienen del proyecto.

Una cosa imprevisible es lo que pueda ocurrir en el Reino Unido después de su salida de la Unión Europea. Los ciudadanos de Irlanda del Norte y también los escoceses han manifestado que quieren tener su propio referéndum para decidir si quieren permanecer en la Unión Europea o si quieren salir de ésta. No podemos olvidar que Escocia votó por permanecer en el Reino Unido en el 2014, y fue en gran parte para no perder su estatus de miembro de la Unión Europea. La salida del Reino Unido de la Unión Europea es un contexto oportuno para que Escocia pueda hacer un nuevo referéndum y replantear su relación con Inglaterra: “Los independentistas buscarán un nuevo referéndum, y hay quienes hablan de un nuevo Covenant (el acta de Unión entre Inglaterra y Escocia de 1707) como única salida a la situación creada. Irlanda del Norte también ha votado por la permanencia, y el equilibrio demográfico en ese territorio ofrece serios nubarrones en lo que se refiere al consenso de su población en torno a su dependencia de Londres” (Editorial. 2016, t. 273, nº 1415. Brexit. Europa en la encrucijada. Razón y Fe, p 117).

En caso que se realizara dicho referéndum en un futuro y la población decidiera permanecer o retornar a la Europa, se complicaría la decisión del Reino Unido de salir de la Europa. Este proceso no es inmediato. Se necesitan al menos dos años de firmas de acuerdos y tratados para que puedan efectivamente estar fuera de la Unión Europea. Un ejemplo que puede ilustrar es el hecho que casi el 85% del comercio exterior británico estaría implicado en procesos de negociación (Viguiristi, F. d. 28 de mayo 2016, nº 3982. Il Referendum Su Brexit. La Civiltà Cattolica, pp. 352). Otro dato que es importante destacar es que el Reino Unido recibió en los últimos veinte años el 20% de las inversiones directas externas de los países de la Unión Europea. Se prevee que la economía británica se debilitaría en principio mientras se adecua a su nueva situación, y aunque tendría mayor flexibilidad para firmar tratados de libre comercio con otros países fuera de la región, no olvidemos que tendría menos margen de maniobra porque su capacidad de negociación saldría afectada y disminuida con la Brexit. ¿Qué cosa puede ocurrir durante ese período prolongado de negociaciones al interior del Reino Unido y de los otros países de la Unión Europea? Seguiremos tratando este tema en otra oportunidad.

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