Dr. H. Spencer Lewis (No. 2)
Pasado Imperator de AMORC
De la Revista El Rosacruz, marzo de 1991
La Música y los Centros Psíquicos
Los doce centros psíquicos mayores son particularmente afines a doce notas de la escala musical. Estas notas son diferentes en cada ser humano. En otras palabras, el plexo solar de una persona puede estar armonizado con la nota do, en tanto que el de otra con la nota mi. Otro de los centros psíquicos del lado izquierdo de la cabeza puede estar armonizado en una persona con la nota musical fa, y con fa sostenido en otra. A medida que las personas van envejeciendo, o se vuelven más saludables o desarrollan más su intelecto y su facultad psíquica, el tono de las notas con las cuales están armonizados los centros psíquicos puede elevarse; en cambio, las personas cuya fuerza física se ha deteriorado a causa de alguna enfermedad o por haber violado las leyes naturales, el tono puede bajar mucho.
La armonización de los doce centros psíquicos con las notas musicales es tanta que cuando la nota correspondiente es tocada en un piano, un violín o cualquier otro instrumento o es entonada por la voz humana, los centros psíquicos responden a la nota musical vibrando en armonía con ella. Por ejemplo, si el plexo solar de una persona está armonizado con la nota mi natural de la primera octava sobre do mayor, siempre que sea tocada o entonada en presencia de esa persona estimulará levemente las vibraciones de la energía nerviosa que circula a través del plexo solar. Este estímulo hará que el centro y los nervios conectados a él funcionen en forma más libre y casi perfecta, y producirá un efecto tónico en todas las partes del cuerpo conectadas con ese centro.
Sensaciones de enfermedad
Por otra parte, cualquier nota discordante con la nota mi y, especialmente, una a la cual se le quita una quinta musical, sus vibraciones perturbarán al plexo solar, pues alterará el funcionamiento rítmico de la energía nerviosa conectada con ese centro. La persona experimentará una sensación de enfermedad, depresión, cansancio leve o tensión nerviosa. En algunas partes del cuerpo este estado puede durar varias horas o tal vez días.
Como se dijo antes, la música consiste de sonidos regulados por las leyes del ritmo. Ni golpear monótonamente un tambor con el dedo ni el tic tac de un reloj constituyen un género musical excepto en un sentido muy elemental; pero en el momento en que el golpeteo monótono se interrumpe y empieza a darse un golpe seguido de una pausa, seguida luego de dos golpes, se obtendrán los elementos del ritmo; el batir del tambor empieza a emitir el sonido fundamental del tom-tom. Otras variaciones en el ritmo producirán diversos efectos que son esenciales en todos los géneros musicales.
En el momento en que se empieza a variar el tono y a cambiar de una a otra nota, se entra en la segunda ley de la música: la melodía. Así, pues, variando el tono del sonido, o su tiempo, tenemos sonido, más melodía, más ritmo, elementos estos de los que consta la música.
Cuando el tono varía, los sonidos resultantes afectan los diferentes centros nerviosos. Produciendo un solo sonido continuo se afecta únicamente a uno de los centros nerviosos. Cambiando el tono de un sonido a otro, se afectan muchos o todos los centros nerviosos. Cambiando el ritmo se produce un efecto diferente, porque o se causa un efecto armonioso o se perturba el ritmo natural de la energía nerviosa.
La Energía Nerviosa
Debe recordarse que la energía nerviosa del cuerpo humano no es una corriente continua, sino pulsátil. La corriente eléctrica que corre por los alambres de las casas proporcionándonos la energía llamada alterna, fluye por lo general a un ritmo de sesenta pulsaciones por segundo, produciendo lo que se denomina técnicamente corriente de sesenta ciclos. Los relojes eléctricos marcan bien la hora porque cada una de las sesenta pulsaciones mueven la manecilla una vez por segundo. Si corriera por los alambres eléctricos una energía con un ritmo de sesenta y dos pulsaciones por segundo, se alteraría el ritmo de las pulsaciones originales y el reloj eléctrico funcionaria mal, y se alteraría el efecto de la luz y de cualquier otra maquinaria o aparato conectado a los alambres.