Ciudad del Vaticano/AFP
La Santa Sede y Birmania anunciaron el establecimiento de relaciones diplomáticas al término de una reunión cordial, este jueves en el Vaticano, entre la líder birmana y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y el papa Francisco.
«La Santa Sede y Birmania, deseosos de promover la amistad mutua, decidieron conjuntamente establecer relaciones diplomáticas», anunció en un comunicado el Vaticano.
El anuncio oficial fue divulgado después de una reunión a puertas cerradas de unos veinte minutos entre Aung San Suu Kyi y el papa Francisco, e implica entre otras la apertura por parte de Birmania de una embajada ante la Santa Sede y del envío por parte del Vaticano de un nuncio, es decir de un embajador.
Según la agencia de noticias especializada Asia News, el establecimiento de relaciones diplomáticas fue aprobado en marzo por el parlamento birmano.
Esta decisión facilitará las relaciones entre el gobierno y los cerca de 800.000 católicos (6,2% de la población), en un país con más del 90% de su población budista.
La Iglesia católica local, cuyas escuelas fueron nacionalizadas en 1960 tras un golpe de Estado militar, está invirtiendo de nuevo, pese a las dificultades, en la educación y pide permiso para construir nuevas iglesias, indicó la agencia.
En 1990, la Santa Sede designó un simple «delegado apostólico», quien vivía fuera de Birmania.
El encuentro entre el pontífice y la premio Nobel de la Paz de 1991 fue calificado como «muy simple y alegre» por periodistas que presenciaron las salutaciones.
El papa argentino recibió luego en la biblioteca vaticana a la pequeña delegación birmana formada por unas cinco personas, entre ellos la ministra de Relaciones Exteriores del país asiático.
Defender las minorías
Durante el intercambio de regalos, Francisco obsequió a la Nobel birmana una medalla de bronce que representa un desierto que se transforma en un campo con flores, como un mensaje de cambio y esperanza.
En febrero, Francisco había denunciado en la plaza de San Pedro el trato reservado a la minoría musulmana rohinyá, «torturada y asesinada por sus tradiciones y su fe» en Birmania.
Con esa denuncia, el pontífice argentino, muy atento a los temas de derechos humanos y de defensa de las minorías, se unía a los pedidos de la ONU en defensa de la minoría musulmana, víctima de la persecución por parte del ejército birmano, acusado de asesinar bebés, mujeres y ancianos, además de violaciones sexuales y otras atrocidades.
Con la audiencia con el papa, Aung San Suu Kyi, concluye su gira por Europa, opacada por las denuncias de maltratos a la minoría rohinyá.
El miércoles, Suu Kyi se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores italiano, Angelino Alfano, quien declaró después del encuentro que Italia «apoya el proceso de reconciliación nacional y de desarrollo de Birmania».
Juntos abordaron el proceso de paz con «los grupos étnicos» en Birmania.
Tratados como extranjeros en su país, los rohinyá son apátridas, aunque algunos viven en Birmania desde hace varias generaciones.
En una entrevista concedida a la BBC el mes pasado, Aung San Suu Kyi, en el poder desde hace un año, rechazó las acusaciones de «limpieza étnica», pese a que la ONU abrió una investigación.
Asia, una prioridad para el papa
Asia, con solo un 3% de su población católica, es un continente prioritario para la Iglesia, por lo que Francisco desea establecer relaciones diplomáticas también con la República Socialista de Vietnam (7% de católicos) tras casi 30 años de contactos con ese país comunista.
La Santa Sede impulsa también un acercamiento histórico con China tras 65 años de distanciamiento.
Ambas partes están preparando un acuerdo conjunto para el reconocimiento de los obispos, pero sin llegar a restablecer por ahora las relaciones diplomáticas.
Francisco sueña desde joven con visitar China y después de su elección al trono de Pedro en 2013 ha visitado varios países asiáticos: Corea del Sur, Sri Lanka y Filipinas.