Aquí por el afiladero del Cerro de la Chorrera, eso es bonito, unos ramajes quiay, antes abundaban los piñales, los alimentos y muchos árboles frutales. El agua de la Chorrera desde aquí se ve bien cabal, eso antes era hermoso. Ahora todo está seco por ahí, desde que la Chorrera se secó. Según cuentan, pues eso no me consta a mí, sino que a uno la gente le cuenta sus cositas, dicen que ahí en la Chorrera había una gran fuente de agua que abastecía a todos los animalitos y a todas las personas que ahí vivían; y que ese lugar era protegido por una gran culebra de oro que salía todas las noches; y como era de oro todos los cazadores querían terminar con ella.
Dicen que un día dos amigos fueron a lincharla, pero no vieron a nadie más que a un indio que estaba sacando agua de la fuente. Cuando se acercaron se desapareció. Decidieron, pues, regresarse, cuando de repente vieron a un venadito pintillo, que de esos animales abundaban por ahí. Bueno, estos amigos, para no venirse con las manos vacías, decidieron cazar el animalito, pero se les desapareció y se dieron por vencidos.
Al regresar al pueblo, les contaron a sus demás amigos y planearon una expedición ocho días después. Así fue. Iban cinco hombres, pasaba el tiempo y no vieron nada. Decidieron por fin regresarse y le contaron al agüelo de uno de los muchachos; y él les dijo que ya no volvieran por ahí, porque el que se aparecía y cuidaba la fuente era el indio Aquino que, como era brujo, se podía convertir en venado y culebra y asustar a todo el que llegara a cazar al lugar.
Dicen que por algún tiempo la gente se evitó de ir. Pero ya ve cómo es la ambición… el dinero los pierde… Muchos trataban de buscar a la serpiente de oro, porque quien la matara se hacía rico. Por esa serpiente es que existía el agua de la Chorrera. Al fin esta se aburrió porque muchos la querían cazar; hasta que se marchó de ahí. Por eso es que la Chorrera se ha secado y ya no abundan los animales, todo se ha secado por ahí. Y es que como el agua es la vida… Así es que dicen que el indio Aquino es la misma serpiente y el mismo venado que protegía el lugar.
Informante: Rafael Velasco Grande.
Santiago Nonualco, La Paz, septiembre de 1998.
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