La Habana/Prensa Latina
Estamos en medio de un desafío civilizatorio y por eso queremos que la bandera de la estrella solitaria esté con nosotros, alegó sobre Cuba el presidente de Uruguay, José Mujica, en la VI Cumbre de las Américas.
Los jefes de Estado y de Gobierno retomaron en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, los días 14 y 15 de abril de 2012, el tema del progreso en el continente.
Reiteraron que para lograrlo, los encuentros hemisféricos debían funcionar como un espacio de diálogo sin exclusiones y con la participación de todos los países en pie de igualdad.
Desde el 7 de marzo de aquel año, el gobierno cubano sabía que no estaría en el encuentro hemisférico.
El propio presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció en visita a La Habana, de forma muy respetuosa y cordial, el desajustado consenso del área para invitar a Cuba a dicha Cumbre, que terminó sin declaración final.
En las palabras centrales de su discurso, mencionó que la no presencia de la delegación cubana era un obstáculo de creatividad.
La eliminación de la mayor de las Antillas por parte del gobierno estadounidense a los debates sobre la pobreza y la inequidad, la seguridad ciudadana, el enfrentamiento a desastres naturales, el acceso y utilización de tecnologías y la integración física de las Américas, ocasionó fuertes debates que iniciaron desde la Cumbre anterior.
Sin embargo, “no ha habido ninguna sorpresa. Ha sido la crónica de una exclusión anunciada”, sentenció desde La Habana el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez.
Acotó que Estados Unidos, con tal actitud, desprecio y arrogancia, ofende la dignidad de la Patria Grande de Simón Bolívar, de Nuestra América, de José Martí.
“Si esta exclusión sirve para ahondar la conciencia de los pueblos latinoamericanos y caribeños, para la acción firme y concertada de Nuestra América y para avanzar más resueltamente hacia nuestra completa y definitiva independencia, bienvenida sea”, sentenció el canciller cubano.
Como señal de protesta ante la ausencia de la isla caribeña, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, decidió que su país no asistiría a Cartagena de Indias; el jefe de Estado de Bolivia, Evo Morales, abandonó el salón cuando pronunció su discurso; y así hizo el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro.
Mientras, Estados Unidos bautizó lo ocurrido como “el fracaso de Cartagena”.
En aquellas jornadas de debates sobre temas inmediatos para el continente, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Baldwin Spencer, hizo un llamado que incluyó a la Comunidad del Caribe, para que solicitara al gobierno estadounidense poner fin a la política de bloqueo económico, financiero y comercial contra el pueblo cubano.
Era el momento, también, “de curar las heridas de esta familia hemisférica”, como sentenció Kenny Anthony, primer ministro de Santa Lucía.
La VI Cumbre dejó claro que los países latinoamericanos pertenecen a una patria común, con una historia a la que Mujica definió como “un grito de dolor, pero es un grito de auto dependencia. Los unos con los otros”.