Por: Rolando Alvarenga
De primas a primeras y jugando en casa, cialis El Salvador perdió, viagra en el transcurso de la semana anterior, el título del voleibol sala masculino Sub-21 que había ganado en el Centroamericano de 2013 y culminó en la sexta casilla. Un destronamiento en el que mucho tuvieron que ver una serie de factores, encabezados por la falta de sangre fría que se adquiere a través de una preparación integral.
Igualmente, se perdió por la falta de un par de líderes de la jerarquía de Samuel Valdez, el jugador más valioso en el 2013, y la falta de un exigente fogueo internacional. Sangre fría tan necesaria y determinante en los momentos calientes y que, al final, estableció la diferencia entre rescatar un juego o perderlo.
¿De cuál sangre fría estamos hablando? De la que les sobró a los chapines y ticos para imponerse al resto de rivales, incluso, sobre El Salvador (3-0 y 3-0). La falta de esta sangre hizo caer a los salvadoreños en el nerviosismo y sus consecuentes imprecisiones en la recepción.
En varios pasajes del torneo, los chicos locales denotaron no estar preparados o no poder manejar la presión de las graderías y cedieron ante la efectiva producción ofensiva de los rivales. El sexteto local careció de dos líderes natos que manejaran integralmente este tipo de situaciones, para enfriar el juego y rendimiento de los equipos visitantes. A los chicos Sub-21 los quemó la papa caliente y tras la segunda fecha ya habían perdido el título. En sus dos primeros juegos, y teniendo la mesa servida para ganarlos, los ahijados de Ricardo Rivera perdieron en similares circunstancias. En ambos casos, ante Honduras y Panamá, arrancaron ganando los dos primeros sets, pero no pudieron dar el tiro de gracia y terminaron cayendo 2-3.
En un torneo de seis juegos, perder de entrada los dos primeros partidos significaba quedar en jaque, porque Guatemala y Costa Rica venían con el perfil y potencial para no perder ninguno.
En el tercer compromiso, El Salvador logró un balsámico triunfo de 3-1 sobre el débil Belice, pero en la cuarta presentación los pinoleros sepultaron con un 3-1 toda aspiración cuscatleca. Luego, en el quinto, los ticos, que perdieron el juego crucial ante Guatemala 1-3, blanquearon 3-0 a El Salvador.
En el sexto partido, Guatemala nos recetó un lapidario 3-0 para arrebatarnos el título de 2013 y dejar a El Salvador en la sexta casilla.
Con respecto a la actuación del seleccionado de casa, hay que decir que eso de terminar los sets con parciales apretados denota, por un lado, buena producción ofensiva; pero, al mismo tiempo, fragilidad defensiva y en el voleibol, tal como lo demostró Guatemala en todo el torneo, los set hay que ganarlos con autoridad y amplia diferencia.
No es ningún descubrimiento, pero en el voleibol, como en todo deporte de conjunto, la contundencia para producir puntos y solidez defensiva son determinantes para inclinar la balanza.
Y El Salvador no lo hizo. En abono del equipo salvadoreño hay que destacar su espíritu de lucha, más no su constancia competitiva. Sus figuras fueron el capitán Cristian Vargas (el mejor acomodador del torneo) y Rodrigo Sandoval como mayor anotador. Esta experiencia debe ser capitalizada al máximo por la Federación de Voleibol para que, en un próximo compromiso, se trabaje en una preparación integral, empezando por un exigente fogueo internacional, interno y externo. De lo contrario ¡por gusto!