Andrei Sokolov (dpa)
Con un smartphone todo el mundo lleva en el bolsillo una emisora de noticias: esa es la gran promesa de aplicaciones de streaming en vivo vomo Periscope, pharm de Twitter, sickness o su competidora Meerkat.
Pero lo ocurrido en los últimos días con los atentados en París y sus consecuencias lo contradicen, patient pues la revolución de los medios en manos de los reporteros amateurs está lejos de ser una realidad.
Efectivamente, muchas personas que estaban cerca de los lugares de los atentados del viernes 13 o del operativo policial en Saint-Denis cinco días después sacaron sus teléfonos y enviaron imágenes en vivo.
Pero el resultado en general fueron imágenes movidas que aportaban poco. Policía en las calles, personas que corrían y de vez en cuando una sirena de fondo. Debido a la mala calidad de la red, las imágenes eran borrosas y quienes las grababan tampoco tenían mucho que aportar.
Además, el servicio se vio desbordado por el gran número de usuarios. En la noche del viernes de los atentados, Periscope colapsó y sólo volvió a funcionar después de la medianoche de manera estable. Luego, los videos grabados fueron vistos, eso sí, decenas de miles de veces. Periscope tiene un mapa en el que se pueden ver los videos emitidos anteriormente.
Durante las largas horas que duró la operación policial en Saint-Denis, también transmitían en streaming los medios clásicos. Por ejemplo, el reportero Philipp Weber, de la revista alemana “Stern”, corrió con el smartphone en la mano detrás de los policías armados por las calles del municipio al norte de París. Y nunca se supo bien por qué motivo corrían.
Weber fue objeto por ello de duras críticas. “Aquí se trataba de estar en medio en vez de ser testigo, de generar un suspense obsceno”, aseguró el crítico de medios Stefan Niggemeier en su blog.
Por otro lado, en París hubo muchas personas intentando vender a los medios videos de la noche de los ataques y los días que siguieron. “Si se oyen tiros y sale un policía a lo lejos, en plena noche, son 500 euros. Si sólo es el audio, 100 euros”, señaló el jefe de la oficina de París del grupo de diarios francés Ebra, Pascal Jalabert, en la emisora FTVinfo. En Saint-Denis, los jóvenes trataban de vender sus videos por entre 100 y 300 euros.
Las imágenes de una cámara de vigilancia de uno de los restaurantes que fue atacado el viernes 13 fueron ofrecidas por 50.000 euros, relató Hervé Béroud, de BFM-TV, al diario “Le Monde”. El canal rechazó la oferta porque las imágenes eran “chocantes”.
A su vez, dos testigos trataron de vender imágenes en la misma noche de los atentados al “Journal de Dimanche” por 1.000 euros. Algunas fotos en las que se ve a víctimas acabaron incluso en Internet, aunque luego se las borró con rapidez. El británico “Daily Mail” publicó tomas de cámaras de vigilancia en las que se ve cómo los clientes de un restaurante se ponen a salvo.
A su vez, el “New York Post” y otros periódicos mostraron un video emitido por Periscope que fue grabado en el club Bataclan poco antes de los atentados. Las imágenes causan consternación pero sobre todo por la normalidad con la que transcurren, como en cualquier concierto de rock, y que sería rota poco después.