Washington/AFP
La pequeña ciudad de Ferguson, en Misuri (centro) vivió su quinta noche de protestas por la muerte de un joven negro desarmado a manos de un oficial blanco el sábado pasado, reviviendo el sensible debate del racismo en Estados Unidos.
Según la cadena CNN y otros medios locales, la policía antimotines cargó contra los manifestantes el miércoles por la noche cerca de una gasolinera incendiada, donde éstos se habían reunido, en un suburbio de esta ciudad de los alrededores de Saint Louis, la capital del Estado.
Las imágenes mostraron a los manifestantes entre gases lacrimógenos y bombas de humo. La policía recurrió también al uso de granadas ensordecedoras, según el diario St. Louis Post-Dispatch.
«¡No somos perros! ¿Para qué diablos tienen esos bastones?», gritó un manifestante a los policías, según el diario.
Las fuerzas del orden fueron ampliamente desplegadas y los policías, visiblemente tensos, estaban fuertemente equipados.
La fotografía de un francotirador en uniforme militar que apunta a la protesta con su fusil de mira, desde un vehículo blindado, circuló frenéticamente por las redes sociales, que están muy activas a favor de los manifestantes, para denunciar el hecho.
Muchos veteranos de guerra de Irak y Afganistán se declararon también conmocionados de ver a los policías mejor armados que lo que ellos mismos lo estaban muchas veces en las zonas de conflicto.
Generando molestia en los medios, la policía detuvo brevemente el miércoles a dos periodistas -uno de ellos corresponsal de The Washington Post- que luego fueron dejados en libertad sin cargos.
El arresto habría sido por no abandonar con suficiente rapidez un restarurante McDonald’s en las inmediaciones de la manifestación, donde se encontraban, luego de que la policía les diera la orden.
Los tensiones y disturbios se incrementaron el domingo después de una ceremonia en memoria de Michael Brown, de 18 años, abatido por un policía en circunstancias no aclaradas el sábado.
Las versiones sobre las circunstancias difieren. Según un testigo, Michael Brown, que había ido a visitar a su abuela y no estaba armado, caminaba por la calle cuando un policía le disparó a pesar de haberse detenido y haber puesto sus manos en alto, como le exigió el agente.
Según la policía de St. Louis, Brown fue abatido después de agredir al policía y tratar de robarle su arma.
Obama informado sobre la situación
El jefe de la policía de la ciudad, Tom Jackson, afirmó por su parte que el oficial responsable de los disparos había sido herido en la cara, sin dar más detalles.
Por razones de seguridad, la policía, que ha recibido amenazas, no ha querido divulgar el nombre del autor de los disparos. Según los medios, forma parte de las fuerzas del orden desde hace seis años y no habría tenido problemas particulares con anterioridad.
Desde ese día, la comunidad negra se movilizó y las manifestaciones se han repetido en esta ciudad en la que 14.000 de sus 20.000 habitantes son de origen afro-estadounidense y cuya policía es mayoritariamente blanca.
El presidente Barack Obama llamó el martes a la calma y al diálogo después de la muerte del joven, recordando que el FBI ha lanzado una investigación federal, paralela a la de la policía, para esclarecer el caso.
Obama formulará nuevas declaraciones desde Massachusetts, donde pasa sus vacaciones, este jueves a las 12H15 locales (16H15 GMT), anunció la Casa Blanca.
La muerte de Michael Brown es «de nuevo la muerte absurda de una persona de color», dijo por su parte el abogado de la familia, Benjamin Crump.
Crump hizo referencia a otro caso acontecido en 2012 en el estado de Florida, donde el vigilante voluntario George Zimmerman mató al adolescente negro Trayvon Martin de un disparo. En un controvertido fallo, un jurado absolvió a Zimmerman invocando una polémica ley de Florida y estimando que había actuado en defensa propia.