Amndré Rentería Meza
Escritor
-Sobre descansar ni me hable -reflexionó Antonio García-. ¿Cuénteme qué fue del doctor Zanelly? Él prometió revisar mi tesis.
Al principio nadie le hizo caso a sus demandas, look pero el impaciente Antonio García, comenzó a encapricharse y a dar problemas a las enfermeras.
Por medio de amigos que conocían a otros amigos lograron dar con el paradero del doctor Zanelly. Lo encontraron bastante envejecido, como quien dice, en el ocaso de la vida. Sin embargo, todavía mantenía su mente intacta. Su fama de sabio era incuestionable. Le habían otorgado premios y condecoraciones en varios lugares del planeta por su aporte a la cultura.
Cuando le contaron que Antonio García había resucitado, que había preguntado por él y que recordaba su promesa de revisarle la tesis, casi se fue de espalda. Pero como le guardaba cariño y admiración desde sus tiempos de estudiante accedió a reunirse con él y evaluar su tesis.
***
-García, está usted loco -afirmó el doctor Zanelly cuando oyó el resumen del trabajo.
-Nadie que haya sido formado por la Compañía de Jesús puede terminar bien de la cabeza.
-En eso usted tiene usted razón. Pero debe de saber que las cosas han cambiado en el mundo. Nadie cree ya en la inspiración divina. Los pastores de iglesia y algunos futbolistas se refieren a eso constantemente, y créame, es chocante… Jesús aquí, Jesús allá, a mí me produce náuseas.
-No me importa.
-Los ateos son muchos…
-No me importa. Antes me enfrenté a ellos, no les tengo miedo.
-Estos no son los mismos. Son mucho más crueles y refinados, te atacan viralmente con memes en Facebook y Twitter. Tus deslices los suben a Youtube y en segundos te convierten en el hazme reír de todos.
-¿De qué está hablando, doctor Zanelly?
-Olvídelo, no recordaba que usted estuvo tanto tiempo en coma.
-Tiene que ayudarme a divulgar esto. La profecía se ha cumplido.
-¿Qué profecía?
-Volví a la vida desde el oscuro sepulcro el día en que El hijo de Borges se sentó en el trono de Dante. ¿Y sabe qué es lo más sorprendente de todo?
-No, García, no lo sé.
-Desde el día en que yo caí en coma hasta el día que desperté, transcurrieron treinta y tres años, la misma edad en que murió Cristo. ¡La profecía se cumplió!
Al escuchar aquello el emérito doctor Zanelly, que nunca había sido un hombre de fe, sintió el cuerpo frío, dobló sus rodillas y balbuceó:
-Señor mío y Poeta mío, hágase tu voluntad.
***
El auditorio estaba a reventar desde muy temprano. Decenas de personas se acomodaron en las butacas con horas de anticipación. Otros maldecían afuera del edificio porque no lograron entrar. Unos pocos se colgaron de los ventanales para no perder detalle.
Como el público que había quedado afuera era mucho, los estudiantes se organizaron para solicitarle al administrador del auditorio que conectara unos altoparlantes que les permitieran seguir de cerca la ponencia.
Los que asistieron a la defensa del proyecto creyeron ser testigos de un momento histórico de la literatura universal.
Las eminencias universitarias, los estudiantes, los mequetrefes, los críticos, los periodistas y un buen número de activistas de Memes Literarios y de Acción Poética comenzaban a impacientarse por la espera, cuando de pronto entraron los cuatro miembros del jurado, impecablemente vestidos con togas y birretes.
Justo después ingresó el eminente doctor Zanelly, caminando lentamente y apoyado de un bastón. El auditorio aplaudió con fuerza al verlo entrar, pero él no saludó como acostumbran las celebridades, por el contrario, fue a sentarse directamente a la silla que le habían reservado.
Cuando apareció Antonio García en su silla de ruedas -que era empujada por una joven que realizaba sus horas sociales- los aplausos sonaron más fuertes. Las personas, incluso, se levantaron de sus butacas para ovacionar al hombre que había entregado su columna vertebral como ofrenda a la literatura.
Los que no batían las palmas, grababan vídeo con sus teléfonos móviles o se hacían selfie, que luego compartían orgullosos en las redes sociales. En sus muros recibían a cada segundo centenares de notificaciones de like y mensajes de felicitaciones de sus contactos.
Antonio García, que iba vestido como un mamarracho, llevaba sobre sus piernas los siete tomos de su tesis debidamente empastados. Los puso sobre una mesa y le pidió a la estudiante de servicio social que lo llevara al centro del escenario.
En el auditorio hubo completo silencio. Cuando le entregaron un micrófono inalámbrico, Antonio García comenzó la exposición de su tesis sin rodeos. Nada de saludos ni lisonjas al jurado, al público y a la prensa. Ni buenos días dijo. Fue directo al grano:
Tesis: Cristo, alegoría a la muerte y resurrección de la literatura.
La Virgen María tenía un dilema: ¿Iba a decidirse por la pureza del Arte o por las labores de casa? Optó por la primera opción y rechazó a José, su prometido. Como cosa rara, las mujeres siempre prefieren a los animales antes que a los hombres: Eva apostó por la serpiente, María por el ave.
José, que se había marchado con el corazón roto, fue persuadido por un ángel para que asumiera la sangre escritora de sus antepasados -entiéndase los textos atribuidos a David y Salomón- para que regresara con María y formara intelectualmente al niño que estaba por nacer…
La gente en las butacas comenzó a murmurar y a producir ruidos graves con la garganta. Antonio García seguía exponiendo.
El niño Jesús les habló a los maestros de la ley sobre que el Espíritu del Arte, libre como el vuelo de un ave, le había revelado que también obraba en otras regiones lejanas del universo: Rabinal Achí, Popol Vuh, Ollantay, Chilam Balam, Nezahualcóyolt… Los maestros de la ley no daban crédito a lo que oían, ¿Qué lengua tan extraña hablaba el niño?, ¿Estará poseído por el demonio?
Una risa potente, pero solitaria se escuchó en todo el auditorio. Los siguientes minutos de exposición transcurrieron de la misma forma.
Cristo había profetizado La Rebelión en la Granja cuando lanzó a los cerdos endemoniados por el acantilado. El Maestro también había predicho El Viejo y el Mar al contemplar a Pedro con sus redes vacías. El Señor también anunció a Los Miserables cuando dio de comer a más de cinco mil hambrientos en el monte.
En la sala sonaron débiles abucheos de desaprobación. Unos cuantos comenzaron a salir del auditorio decepcionados. Les habían hecho perder el tiempo. El resto se quedó escuchando el argumento por puro morbo. Otros crearon un hashtag #DelirioLiterarioenlaU, que pronto fue trending topic. Eran filas y filas de burlas.
Adonaí también predijo El informe sobre ciegos. Y cómo olvidar que anunció Una Cuestión Personal cuando sanó a la hija del centurión Romano. ¿Recuerdan que el Hijo del Arte es un vagabundo y no tiene madriguera como los zorros? Fueron señales claras de On the Road. Caminar sobre el agua eran proyecciones del Viaje a la Luna y las ficciones de Verne.
Alrededor de la fogata los apóstoles se preguntaban entre sí cuál era el trasfondo del mensaje del Maestro porque no entendían ni una sola palabra. Podemos asegurar entonces que estaba profetizando el dadaísmo.
Las borracheras con vino solo pueden llevar a la sombra de Bukowsky. Las reuniones con prostitutas eran el augurio de Sade. “Mira que soy yo quien llama a la puerta”, es sin duda Blake, Huxley y Morrison. Y la planta de higo que maldijo es sinónimo de las Flores del Mal.
¿Y la adultera? quien si no Madame Bovary… ¿Y sus días retirado en el desierto? Vaya si no es Walden. ¿Y las bodas de Caná? Es la fiesta de los Capuletos… Cristo anunció el Quijote de la Mancha, porque para los ojos del pueblo de Jerusalén, él iba montado en un burrito, pero en sus sueños, él iba cabalgando a Rocinante.
Sonoras carcajadas se hacían eco en el auditorio. Los cuatro miembros del jurado fruncían el entrecejo y miraban furiosos el reloj. Antonio García llevaba tres horas exponiendo su teoría. El doctor Zanelly tenía el rostro sonrojado, deseaba como nunca que la muerte lo llevara.
Antonio García iba a continuar el alegato cuando un miembro del jurado le gritó que ya había sido suficiente, que de una vez por todas dejara de hablar tonterías. Todo el auditorio guardó silencio.
-¿A qué quiere llegar con todo esto, señor? -preguntó otro evaluador visiblemente irritado.
Antonio García levantó la vista por unos segundos, hizo caso omiso de la pregunta y siguió. El auditorio estaba completamente estupefacto.
La noche en que Cristo fue apresado sabía que su cuerpo iba a morir, pero que al resucitar devolvería el libertario Espíritu del Arte a su madre, a un grupo de mujeres que no se definen en los textos -¡Académicos necios que margináis a la mujer sin razón! – y a los apóstoles…
Pero lo interrumpieron nuevamente, esta vez desde la tribuna.
-¿Y qué fue del legado de Judas? -le preguntó un asistente, inspirado por el espíritu niezstchesiano.
Antonio García hizo una breve pausa, lo miró directamente a los ojos y le respondió:
-El legado de Judas son ustedes -dijo con firmeza-. Han vendido al Hijo del Arte a la industria millonaria del mainstream -expresó. Tomó aire y continuó aún más envalentonado-. Pero El hijo de Borges se ha sentado en el trono de Dante, es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo -alzó las manos y dijo-. ¡Reciban al Espíritu del Arte!
Su respuesta solo consiguió enfurecer aún más a la sala. Le lanzaron bolas de papel, lapiceros, agendas, basureros. De más está decir que lo insultaron, lo injuriaron, lo escupieron. “¡Cómo se atreve este fanático, sinvergüenza!”, fue el veredicto del jurado universitario.
-¡Mesiánico! -gritó alguien del público.
-Vete a chingar a tú madre, cabrón…
-Hagan lo que él les diga -dijo una mujer en tono de burla.
-Si Cristo te habla al oído por qué no te hace el milagro y caminas directo a la concha de tu madre.
El doctor Zanelly le hizo una mueca a la estudiante de servicio social para que sacara del escenario al vilipendiado Antonio García. La chica evadió con soltura los objetos que le lanzaban. Agarró la silla y la empujó a través del pasillo.
Cuando el doctor Zanelly se apresuró tras de ellos, un miembro del jurado lo tomó por el brazo y le dijo:
-Se ha burlado de la Academia al recomendar a este loco… Usted es un impostor.
-¡A mí la Academia me la suda! -respondió sonriente Zanelly, inspirado por el mismo fuego que devoraba a Antonio García.
***
Como era de esperarse, un breve vídeo sobre los momentos más divertidos de la presentación de la tesis se regó como pólvora en las redes sociales. Numerosos memes fueron dedicados al doctor Zanelly, al Jurado y al denigrado Antonio García. Cada post acumuló variopintos mensajes.
Uno que otro cómico le dedicó un espacio en su stand up, los cantantes compusieron canciones recordando el suceso y los críticos culturales escribieron inmisericordes columnas de opinión en los periódicos impresos y digitales.
Las burlas eran tan persistentes que luego se transformaron en campañas despiadadas en contra de Antonio García: Indignados, #YoSoyJudas, y la más exitosa, #EnciérrenloYa.
Como las autoridades temieron una Primavera Literaria en las calles, lo encerraron bajo candado en el hospital para locos.
***
Abandonado en un solitario pabellón del manicomio, Antonio García contempla las estaciones que caminan lentamente detrás del cristal de la ventana. Cree estar muerto en vida. Le prohibieron leer por el resto de su existencia.
Cuando recuerda la causa de su infernal castigo, siente ganas de llorar. Pero entonces, un coro de ángeles acude desde el cielo para consolarlo:
Bienaventurados los que sufren bullying, pues de ellos es el Edén, el Placer y las Letras.
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