@arpassv
“La Tierra está triste porque el hombre despreció la pureza del aire, online la frescura del agua y el rocío de la noche. La Tierra está triste porque el hombre secó los húmedos prados, viagra los ríos y los lagos; y el mar quedó solo.
La Tierra está triste porque el hombre cortó los árboles que le daban sombra y fruto. La Tierra está triste porque el hombre quemó los campos, viagra la selva y el bosque.
La Tierra está triste porque el hombre no quiere oler el aroma de las flores, ni mirar las bellas mariposas. La Tierra está triste porque el hombre contaminó el agua y murieron los peces; contaminó el aire y murieron las aves.
La Tierra está triste porque el hombre silenció las discusiones nocturnas de las ranas y el trino matutino de los pajarillos. La Tierra está triste porque el hombre mató al venado, a la ardilla y al águila; y mató al puma y al león.
La Tierra está triste porque el hombre se quedó solo. La tierra está de duelo porque el hombre murió”.
Éste es un poema de Edgar Vieto Price, escrito en 1978, el cual avizora la eventual extinción de la especie humana, aún cuando los problemas ambientales que describe no eran tan graves como lo son ahora, 36 años después.
Y es oportuno retomarlo en el contexto de conmemoración del Día Mundial de la Madre Tierra. Ahora la Tierra está más triste por las secuelas del calentamiento global, la explotación irracional de los recursos naturales y la contaminación de los ríos, lagos y mares.
A la Tierra la entristece la voracidad de las empresas transnacionales, la irresponsabilidad de los gobiernos y la actitud suicidad del ser humano que –como bien dice Franz Hinkelammert– está cortando la rama donde está parado.
La Tierra está especialmente triste en El Salvador donde la Asamblea Legislativa se niega a aprobar una ley de agua y otra para prohibir la minería metálica, no quiere aprobar una ley de soberanía alimentaria ni prohibir los agro tóxicos.
La Tierra está particularmente triste en este paisito donde el gobierno permite la devastación de zonas de recarga hídrica para construirle residenciales a la clase media, la extinción de acuíferos subterráneos para embasar más coca cola y la destrucción de la Cordillera El Bálsamo con proyectos turísticos que –además– declara de interés nacional para exonerarlos del pago de impuestos.
La Madre Tierra está muy triste en El Salvador.