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La Tormenta que se aproxima

Orlando de Sola W.

Por los vientos que soplan, debemos prepararnos para la próxima tormenta política. Sus torrentes, deslaves y deslizamientos afectarán las zonas de mayor riesgo, como Alcaldías, Asamblea, Corte, Ejecutivo y otros, incluidas Fiscalía y Derechos Humanos.

En esas zonas se concentrará el poder destructivo de la tormenta, programada para comenzar en el 2017, cuando inicie la propaganda para elegir alcaldes y diputados. Luego vendrá la campaña presidencialista, que derribará con vendavales todo lo que se oponga a sus vientos mediáticos.

Lo mejor es alejarse de esas zonas peligrosas, porque ya sabemos lo que ocurre cuando corren aguas torrenciales en canales partidistas. Es lamentable que desperdiciemos tanta energía, potencialmente constructiva, en demagogia destructiva.

La democracia puede ser un buen método para elegir gobernantes, pero no es un buen sistema para conducir pueblos subdesarrollados al bienestar. Somos incapaces de autogobernarnos y por eso delegamos en otros para que lo hagan, suponiendo que llegarán los mejores. Pero la democracia representativa no hace eso, sino lo contrario.

La mayoría democrática puede ser atroz cuando desvaría. Pero la minoría no se queda atrás, cuando se defiende de la mayoría con rayos, igualmente atroces. Casi siempre se equivocan ambas, mayoría y minoría, porque el orden de los factores no altera el producto, ni su suma significa sabiduría, que es esa imprescindible combinación de justicia y conocimiento que nos permite superar los torrentes enloquecidos.

La lucidez llegará cuando nos rebelemos contra ese tipo de ceguera, como relata José Saramago en su novela sobre el voto en blanco. En un país imaginario la resistencia ciudadana venció al oligopolio partidista, compuesto por el Partido de Derecha, o PDD, el Partido del Centro, o PDC, y el Partido de Izquierda, o PDI.

El Partido de Derecha ostentaba el ejecutivo, pero lo perdió por una tormenta de votos en blanco, emitidos en parte por sus mismos correligionarios, que en secreto se indignaron. Ochenta y tres por ciento de la población votó en blanco.

En su enfermiza mente y para unir lo dividido, el régimen colocó una bomba en la estación de trenes, pero el tiro le salió por la culata. Mataron mas gente de la programada y comenzó una huida masiva, la cual intentaron frenar con tanques y propaganda, pero el resultado fue peor, porque prevaleció la desconfianza.

Nos acercamos a ese atolladero de propaganda, dinero y votos para los partidos, con desgaste a la población. Las elecciones secundarias son, para los representantes electos por el sistema, un festín para repartir cargos públicos. La Corte Suprema, el Tribunal Supremo Electoral, la Fiscalía General y otros, como la Procuraduría Para los Derechos Humanos y el Consejo Nacional de la Judicatura, son parte de ese botín. Le llamamos democracia representativa, a sabiendas que es solo un mecanismo para desviar la voluntad general y mantener el dominio partidista de la cosa pública.

El sufragio es una delegación de voluntad que permite a oligarquías partidarias y de otra índole manipular el estado. El poder municipal es mucho mas cercano a la población, pero ha sido minimizado para acentuar el centralismo autoritario, que al combinarse con el cartel partidista degenera la política, que es el arte de gobernar.

Para evitar eso debemos consultar en los municipios sobre el tipo de gobierno que necesitamos. Se ha agotado la república partidista y una gestión mas cercana al pueblo, con raíces en los municipios, es mas recomendable. Ello implica rediseñar los distritos poblacionales, tomando en cuenta las cuencas hidrográficas, no los departamentos.

El plebiscito municipal es la única forma de consulta popular permitida en El Salvador. Se nos permite para fomentar la integración humana, social, económica y cultural. Pero al consultar al pueblo en los municipios, incluido San Salvador, sobre la forma de gobierno para lograr esa integración, ¿cómo responderá? ¿Serán los partidos mas importantes que los seres humanos? ¿Serán los diputados residuales y los concejos municipales plurales mecanismos democráticos?

Para sobrevivir la próxima tormenta hemos de reorientar la cosa pública, removiendo obstáculos a la voluntad general, promoviendo derechos fundamentales y procurando el bien común. No sabremos la respuesta hasta que hagamos las consultas, o plebiscitos municipales, antes de las elecciones partidistas del 2018, cuya campaña comienza en el 2017.

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