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Gloria Silvia Orellana
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“Aquella trágica noche fue oscura, en la que la locura quiso imponerse sobre la razón, la mentira sobre la verdad, la fuerza bruta sobre la mansedumbre de los pacifistas”, dijo en su Homilía el sacerdote jesuita Andreu Oliva, en la XXXIV conmemoración de los Mártires Jesuitas. El crimen de los sacerdotes jesuitas Ignacio Ellacuría (Rector de la UCA), Ignacio Martín Baró, Segundo Montes Mozo, Joaquín López y López, Amando López, Juan Ramón Moreno, y las laicas Julia Elba Ramos y Celina Ramos, ocurrido la madrugada del 16 de noviembre de 1989, fue documentada por la Comisión de la Verdad, en el “Informe de la Locura a la Esperanza”. La labor de los jesuitas asesinados ha dejado un legado para la Compañía de Jesús, en el compromiso por la justicia y la paz, manifestó el padre Oliva, actual rector de la UCA.
“La celebración es para agradecer a Dios, la vida de estos hombres y mujeres que entendieron e hicieron realidad en sus vidas el mensaje de Jesús”, afirmó.
El lema elegido para este aniverasrio, dijo el padre Oliva, fue “ No es posible anunciar al mundo la fe sin promover la justicia”, que es un pensamiento del padre Ignacio Ellacuría, del que reconoció, “responde plenamente a la misión que la Compañía de Jesús definió para sí”.
Asimismo, abordó la actualidad nacional, señalando que como sociedad o cristianos no se puede tener un doble discurso frente a los compromisos y valores sociales que señalan la ética y la religión.
“Que no se llene nuestra boca con el nombre de Dios, mientras nuestro corazón está lleno de prejuicios, desprecios, incluso, de odio hacia aquellos que piensan, sienten o son distintos a nosotros”, manifestó el religioso en la Homilía. “Si queremos ser parte del Reino de Dios, debemos analizar constantemente nuestra vida y ver a qué criterios respondemos”, añadió.
Oliva envió un mensaje a los alcaldes y los ordenamientos de los espacios públicos, pidiéndoles que no olvidaran que muchas personas en situación de pobreza buscan en esos lugares para ganarse la vida y llevar alimentos a sus mesas.
“Es bueno que quieran ordenar las ciudades y que las embellecen, pero háganlo sin abusar de los más pobres, sin dejarlos desamparados”, señaló.
“Si hoy el profeta Jeremías volviera y lo dejáramos que hablara en este contexto de El Salvador, con seguridad le diría a nuestras autoridades, que está muy bien que quieran garantizar la seguridad de su pueblo, pero que actúen justamente”, manifestó el padre Oliva.
El religioso reafirmó que pese a que muchos quisieran que la iglesia “esté encerrada en los templos”, y que a su vez, se alejara o se desatendiera de la vida cotidiana del pueblo más empobrecido, sería una “profunda traición al Evangelio de Jesús”.
“Si tenemos la voluntad realista de promover espacios para compromisos en el plano social y colectivo, hará más significativo nuestro anuncio del Evangelio”, reiteró.
“Un mundo en el que los hombres y mujeres hagamos realidad, en nuestras vidas, los dos mandamientos más importantes que nos enseñó Jesús: Amar a Dios y al prójimo”, recordó el padre Oliva.
