Por Toni Cerdà
Bruselas/AFP
Los mandatarios europeos aumentaron la presión sobre el gobierno sirio y su aliado ruso Vladimir Putin sobre la situación en Alepo, en su última cumbre de 2016 en que prolongaron sus sanciones económicas contra Rusia por su papel en Ucrania.
«El Consejo Europeo condena con fuerza el continuo ataque sobre Alepo por el régimen sirio y sus aliados, especialmente Rusia e Irán», acordaron los 28, que indican en sus conclusiones «contemplar todas las opciones disponibles».
La cumbre tiene lugar cuando el régimen se apresta a retomar por completo Alepo, de donde ya fue evacuado el primer millar de sirios de los sectores rebeldes. En Bruselas, el alcalde de la parte este de la otrora capital económica urgió a la UE a salvar a sus ciudadanos.
«La historia no olvida (…) La historia está registrando el silencio internacional frente a los crímenes contra la humanidad en Siria», aseguró a la prensa Brita Hagi Hasan, quien intervino además ante los mandatarios.
Al término de la cumbre, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, indicó en rueda de prensa que la UE «no es indiferente al sufrimiento del pueblo sirio», si bien reconoció que los europeos no eran «bastante eficaces».
Según el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, «la UE no renuncia a plantear ninguna de las opciones disponibles», aunque consideran que «lo más sensato» actualmente es «una negociación política», después de un «alto el fuego y la atención a todas las víctimas».
Entre esas «opciones» figuran las sanciones, si bien los europeos no están «todavía» en ese punto, en palabras del presidente francés, François Hollande.
Putin se queda sin ‘regalo’
Los 28 sí decidieron en cambio prolongar hasta el 31 de julio de 2017 sus sanciones contra sectores energéticos, de defensa y bancos rusos impuestas en julio de 2014, tras el derribo de un avión comercial en el este prorruso de Ucrania. «La decisión formal se adoptará en los próximos días», precisó una fuente diplomática europea.
Las sanciones económicas son uno de los aspectos de las medidas punitivas decididas por la UE para sancionar su papel en el conflicto en Ucrania, país al que arrebató en marzo de 2014 la península de Crimea, una anexión que la UE no reconoce y que genera inquietud en vecinos de Rusia, como los países bálticos.
Para abordar los «asuntos relevantes para la seguridad europea, especialmente Ucrania», el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció una reunión de los embajadores de la Alianza Atlántica con Rusia el próximo lunes en Bruselas.
Rusia también sobrevolaba el ambiente de la última reunión del año cuando los 28, preocupados por la aparente cercanía de Putin con el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump, decidieron conceder las garantías reclamadas por Holanda para ratificar el acuerdo de Asociación con Ucrania.
«Retirar el tratado de la mesa es el mayor regalo que podemos hacerle a Vladimir Putin», había advertido en la mañana el primer ministro holandés, Mark Rutte, los ciudadanos de cuyo país rechazaron la ratificación en un referéndum consultivo el pasado abril.
En una declaración conjunta, los líderes de la UE quisieron despejar las dudas holandesas, dejando negro sobre blanco que el acuerdo no constituye «un compromiso de conferir a Ucrania» el estatuto de adhesión en el futuro, ni una obligación de defensa mutua.
Un Brexit ‘tranquilo y ordenado’
A la hora de la cena, la primera ministra británica, Theresa May, abandonó a sus homólogos para que abordaran sin ella el Brexit, pero por la mañana ya había pasado su mensaje: Reino Unido quiere un proceso de divorcio de la UE «lo más tranquilo y ordenado posible».
Los 27 se centraron en cuestiones de organización de las futuras negociaciones. «No hablaremos del contenido (…), hasta que Reino Unido notifique formalmente su intención de retirarse de la Unión», explicó Rajoy.
Londres tiene previsto comunicar su decisión de marcharse antes de finales de marzo.
Los mandatarios decidieron que sea el ejecutivo comunitario el que lleve a cabo la negociación por parte de la UE, en coordinación con las capitales, si bien abrieron la puerta a que representantes de la Eurocámara acudan a «las reuniones preparatorias», explicó Tusk.
La marcha del Reino Unido, la primera de un país en 60 años de proyecto europeo, representa un duro golpe a un bloque debilitado por una serie de crisis desde el crash financiero de 2008, como la crisis migratoria o los atentados yihadistas en el corazón de Europa.