Miguel Ángel Dueñas Góchez*
“La Última Cena. Alegorías religiosas”, sovaldi se trata de una serie de siete pinturas de gran formato que fueron realizadas por los artistas a petición del coleccionista Gerardo Martínez. Con la escena que Leonardo Da Vinci hizo famosa como referente, los pintores pretendían hacer una interpretación de los problemas que acosan al país: “mostrar a El Salvador con la necesidad de un salvador, como una propuesta de redención”, explica Martínez.
En la mayoría de los lienzos aparece Jesús como centro compartiendo la mesa con una gran variedad de personajes, que van desde políticos, prostitutas, pandilleros, hasta iconos de la cultura popular, como Optimus Prime, el líder de los autobots de la serie de dibujos animados Transformers. Elementos que para la historiadora y crítica de arte, Astrid Bahamond, hacen particular la muestra: “Lo sobresaliente de esta monumental e histórica exposición es la intención generalizada de su comitente y artistas, la cual consiste en aportar con su pintura a nuestra sociedad un nuevo paradigma a seguir, contextualizado en momentos de altísima vulnerabilidad de nuestra existencia humana”.
Para los artistas y el coleccionista, Barraza debería de ser la vocera entre los artistas y la entidad, ya que participa de la exposición y ostenta un cargo público. Parte de las críticas es que la notificación se las hicieron llegar dos días antes de la apertura, cuando ya tenían preparado todo.
Aunque para el artista plástico el gobierno de Sánchez Cerén no es del tipo que esté tapando el arte, sí considera que este se suma a los desaciertos de la gestión. Y hace un llamado a la actual funcionaria para que demuestre a favor de quién está: “Estamos esperando que haya un verdadero cambio, que no sea solo una institución que no haga bulla, que no levante polvo. Aunque ya lo hizo y de qué manera” (http://ww w.elfaro.net/es/201604/el_agora/18523/Artistas-denuncian-censura-y-se-manifiestan-con-una-fiesta.htm).
Un caso similar es el artista canadiense Robert Waters (London, Ontario, 1974), sabe que sus obras, que exhibe en México, quizá ofenderán a la Iglesia católica, pero defiende su derecho a reclamar a esa institución por todos sus rasgos corruptibles. (http://www.jornada.unam.mx/2009/09/24/ cultura/a03n1cul).
Por lo tanto de acuerdo a laicidad, la libertad religiosa es una libertad para ser vivida, y vivir en libertad comporta sacrificios.
*Lic. en Relaciones Internacionales.