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La delegación de estudiantes universitarios de los Estados Unidos saluda al público taiwanés en el estadio de Taipei. Foto Diario Co Latino.

La Universiada 2017 fue un éxito a pesar del punto negro

Nelson López

Aunque todo clausuró sin problemas y fue evidente la satisfacción de las autoridades que promovieron y organizaron la Universiada 2017 en Taipei, República de China Taiwán, el punto negro fue el sabotaje que el propio día de la inauguración del evento deportivo perpetraran manifestantes que se identificaron como héroes y veteranos de guerra.

Durante la protesta era notorio que ni los militantes de los veteranos eran muchos, ni la seguridad policial, pero fue lo suficiente para provocar un congestionamiento vehicular que no permitió que los autobuses en los que se transportaban las delegaciones de la gran mayoría de países llegaran en el tiempo preciso para participar del inicio de la universiada.

El plan B de los organizadores se evidenció cuando de pronto los espectadores que abarrotaban el estadio de Taipei, epicentro de la Universiada 2017, dejaron de ver a los universitarios, atletas que disponían máximo esfuerzo para alcanzar las preseas y llevarlas a sus países representados. Comenzó un desfile de banderas y por los parlantes el nombre de cada país de los 122 participantes. Gritos y aplausos de la noble afición no pararon y todos conformes dejaron pasar los largos minutos hasta que se llegara el momento de encender el pebetero.

Los actos protocolarios no desesperaron a nadie, periodistas, organizadores y público vivieron momentos entretenidos con mucho color, ruido y entusiasmo a tal grado que parecía que no se sentía el boicot. Ni en las palabras de apertura del presidente mundial de las universiadas, ni en el arranque del evento a cargo de la presidenta taiwanesa, Tsai Ying-wen, se notó la dificultad. Solamente al alcalde de la ciudad de Taipei Ko Wen-je se le notó, en dos o tres palabras, un ligero sentimiento de la frustración.

Pocas horas después, en un desahogo total, Ko llamó a la prensa para informar que los saboteadores de la ceremonia de inauguración eran unos “bastardos” y anunció que endurecerían las medidas de seguridad lo cual se hizo efectivo y evidente desde la misma noche en que arrancaron las competencias.

“Para esta nación (la Universiada) era una celebración muy importante, e interrumpir una fiesta así es de bastardos”, espetó el alcalde de la capital taiwanesa al dar explicaciones sobre los incidentes que la noche del evento afectaron al desfile de atletas.

Los manifestantes que las causaron eran grupos de policías y soldados veteranos o retirados, entre otros colectivos, que se concentraron el sábado 19 de agosto en las inmediaciones del Estadio de Taipei, donde se celebraba la inauguración de la Universiada.

Inicialmente tenían por objetivo bloquear la entrada al estadio de la presidenta taiwanesa, Tsai Ying-wen, para protestar por la reforma de sus pensiones, pero al no poder acercarse a ella acudieron a la zona de acceso de atletas, quienes no entraron a tiempo para el tradicional desfile de delegaciones.

El alcalde manifestó su “más enérgica condena” de estos incidentes, se declaró “responsable político” de los fallos de seguridad que los pudieran haber causado, y se esmeró durante el resto de jornadas de la Universiada que clausuró con éxito quince días después.

“Si cualquier persona amenaza la seguridad personal de los atletas la policía garantizará el cumplimiento de la ley y no habrá ninguna piedad, nos aseguraremos de que no vuelvan a ocurrir este tipo de sucesos”, aseguró, visiblemente molesto.

Ko explicó que los manifestantes no bloquearon el acceso de los atletas, ni saltaron las vallas de seguridad que los separaban de ellos, pero sí que se acercaron demasiado, por lo que algunos deportistas mostraron temor, lo que retrasó su entrada al estadio.

Admitió que la principal prioridad de las medidas de seguridad no eran las protestas sino la prevención de atentados terroristas y que se trataba de una cuestión de “seguridad nacional” e información confidencial.

El alcalde admitió que las protestas no fueron un hecho aislado, sino debidas a un momento de conflictividad social en Taiwán, que también ha tenido otros síntomas, y recordó la ocupación del Parlamento por manifestantes estudiantiles durante 23 días en 2014.

“Nuestra nación no puede seguir así”, se quejó el político, médico de profesión y que no pertenece al partido gobernante en la isla (el independentista Partido Demócrata Progresista) ni tampoco al tradicional Partido Nacionalista Kuomintang, ahora principal de la oposición.

Al final todo fue un éxito deportivo universitario, una clausura que dejó satisfacción al público que siempre estuvo presente para animar, a los organizadores de la República de China Taiwán, que no escatimó en invertir (tiró la casa por la ventana) y a los atletas, que en ningún momento se dieron por aludidos y se entregaron a la disputa de esas medallas que situaron entre los primeros cinco a: Japón con 37 medallas de oro; Korea con 30; Taipei con 30; Rusia con 38 y Estados Unidos con 16.

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