“Cuando la mariposa sale de su capullo no vive sino un día. Todo tiene su tiempo y su época.
–Cierto –le contestó al héroe–. Pero tú mismo no eres sino un mortal, en nada diferente de mí; y sin embargo, vives perennemente. Dime cómo has encontrado el secreto de la vida, para llegar a ser semejante a los dioses”.
Son cientos de historias entre los insectos sobre los lepidópteros, todos asumían la belleza en la mutación de aquellos seres con alas coloridas que se alzaban sobre las flores.
-Las mariposas sin duda alguna son los seres más hermosos de la tierra, decía una libélula cerca de un estanque azul turquesa.
-¡Las más bellas del universo diría yo! exclamó la chinche, excitada ante el comentario de la libélula.
Sobre la orilla del estanque se encontraban las lombrices revolcándose en la parte lodosa, jugueteando; cerca de ellas los gusanos comiendo hierbas resbalándose en su viscosa mucosidad, resbalándose.
¡Asco¡ grito la chinche mientras movía sus patas invertebradas hacia atrás como muestra de repulsión a los gusanos y lombrices.
-No podemos más que aspirar a la belleza, a la dulzura y grandeza de las mariposas, de su encantadora gracia al moverse en el aire, dejándose arrullar por el viento, revolotear entre las inofensivas flores- replicaba la libélula con sus aires de elegancia-.
Y abajo los gusanos y lombrices seguían jugueteando entre las espesas hierbas y el húmedo lodo.
Ante sus ojos, una crisálida colgaba como un péndulo en la hoja de un Amate, y vaya sorpresa el nacimiento de una mariposa, la transmutación, el proceso más escondido entre las tablas de Hermes Trismegisto, una verdad desconocida en la cábala. El secreto que rebasaba la alquimia, la creación, metamorfosis, metempsicosis, reencarnación, todo en un momento donde los halos de luz del sol se penetraban en el capullo verde esmeralda.
Los gusanos y lombrices seguían revolcándose gozando sin inmutarse ante el hecho de ver una mariposa.
Se perderán el evento más sublime en la historia las alas que descienden de una crisálida, los colores más brillantes, aún más brillantes que los del arcoíris. ¡Mal educados, extraños bichos, gordos y rosados, amarillentos indeseables, curtidos, despreocupados! decía la libélula mientras de reojo observaba a los insectos en la tierra, en lodo…
Mira está saliendo… No pierdas el tiempo observando a esos seres ridículos, la mariposa está saliendo de su capullo.
Y por alguna razón los gusanos y lombrices no se sorprendieron al ver aquella mariposa extender sus alas pintorescas, al contrario les pareció un momento tristes, se paralizaron se miraron unos con otros y siguieron sonriendo, jugando.
Al día siguiente la libélula y la chinche se sorprendieron al ver entre el lodo y la maleza a la mariposa revolotear asquerosamente repugnante sus alas se habían mezclado con el oscuro de las orillas del estanque, y justo en ese momento las lombrices y gusanos se lavaban en gotas del estanque turquesa ahora más brillantes que la mariposa muerta
Las hormigas rojas comenzaron a desmembrar las alas de la mariposa, hasta que la lepidóptera se convertía en un gusano extraño sin alas, despedazado, mugriento y mordido
La libélula y la chinche se quedaron sin palabras, asombradas al darse cuenta que la belleza duraba solamente un día.
Que ni si quiera la belleza se escaparía de la muerte y que la inmortalidad no existían por lo tanto ser hermoso era una ilusión inventada.
Si el famoso Gilgamesh buscaba el secreto de la inmortalidad no lo encontró entonces de que servía la belleza sin la inmortalidad esas eran las reflexiones de los seres extraños que disfrutaban la vida las lombrices suspiraban alegres, los gusanos disfrutaban esperando jamás convertirse en mariposas no querían embellecer y ser despedazados luego.
La belleza radicaba en ser seres extraños que disfrutaban de la vida, antes de tener alas y caer la verdadera belleza de la mariposa radicaba en antes ser un gusano.
E.J.B