César Villalona
La derecha mundial está perpleja por los resultados de las elecciones en Venezuela. Y no es para menos, pues el PSUV y sus aliados obtuvieron el 54% de los votos nacionales y ganaron en 18 de los 23 estados, incluyendo el Estado industrial de Carabobo y el de Miranda, gobernado por Henrique Capriles.
La derrota de la derecha fue tan abrumadora, que los periódicos salvadoreños al servicio de ARENA, expertos en difamar al gobierno venezolano, amanecieron de luto el lunes 16 de octubre.
Uno de ellos no le dedicó ni una línea al proceso electoral venezolano. Por supuesto, como algo tienen que decir, ya comenzaron a hablar de fraude.
Lo cierto es que los resultados de las elecciones venezolanas tienen varias explicaciones que la derecha de ese país y del mundo nunca aceptarán. La victoria de la izquierda se debe al respaldo popular que tiene la revolución, a los errores de la oposición venezolana y a los aciertos de la dirección revolucionaria.
Un famoso dirigente de izquierda dijo que la revolución es el despertar de la personalidad humana en el seno del pueblo. Eso es lo que explica que el pueblo venezolano le impida a sus enemigos derrotan la revolución. Por otra parte, aunque la derecha venezolana no hable de sus errores, lo cierto es que su comportamiento violento y bipolar le ha hecho mucho daño.
Después de obtener mayoría en la Asamblea Nacional, la derecha violentó el marco legal tras desconocer un fallo de la Sala Constitucional que ordenaba no juramentar tres diputados elegidos con fraude. Luego solicitó un referéndum para revocar a Maduro pero no consiguió las firmas que respaldaran su pedido y acusó al presidente de haber abandonado su cargo.
La derecha combinó esas acciones ilegales con el vandalismo social, la búsqueda del apoyo de la OEA y la incitación a una rebelión militar.
Aunque el plan golpista no funcionó, la derecha siguió en la ilegalidad y rechazó la Constituyente convocada por el presidente Maduro. Incluso, sus diputados y diputadas designaron a unos supuestos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia que “sustituirían” a los actuales. Sin embargo, cuando la Asamblea Constituyente adelantó la fecha de la elección para las gobernaciones, la mayoría de los grupos de derecha inscribieron candidatos, o sea, reconocieron la legalidad de la Constituyente. Pero como sufrieron una profunda derrota, algunos de esos grupos podrían abandonar nuevamente el marco legal.
La inmensa mayoría de población venezolana, incluso la que se opone al gobierno, considera deplorable el comportamiento vandálico, incoherente y bipolar de la derecha, cuyo descenso electoral el realmente patético.
Ahora estamos ante un nuevo reto para la derecha. Si sus gobernadores electos no aceptan que los juramente la Asamblea Constituyente, no asumirán sus cargos. Y si aceptan la Constituyente, profundizarán las grietas en la oposición.
La derrota de la derecha venezolana tiene preocupado al gobierno de Estados Unidos, que pensaba que sus pupilos tomarían el poder y se dio cuenta de que esa era una quimera cuando 8.1 millones de venezolanos y venezolanas eligieron la Constituyente. Tras las recientes para las gobernaciones, la preocupación imperial se ha acrecentado.
Pero como el gobierno de Trump es impotente, no le queda más que hablar de fraude y seguir amenazando.
Finalmente, hay que felicitar al gobierno y a la dirección del PSUV, que han mostrado una capacidad y audacia excepcionales, al dividir, desgastar y derrotar a la derecha y cerrarle el paso al intento imperial de derrotar la revolución.
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