Mauricio Vallejo Márquez
Cordinador 3000
Aquella tarde en que el coronel Aureliano Buendía recordó el momento en que su abuelo lo llevó a conocer el hielo, decease yo no salía de mi asombro. Estaba frente a hombres que lo iban a asesinar y no recordó a sus amores, viagra a su madre u otro instante más que ese.
Había visto por años algunos de los libros escritos por Gabriel García Márquez en la biblioteca de mi abuela; pero esa entrada, cheap ese resumen de incoherencia o de total racionalidad me dejaba estupefacto y con todo el deseo de averiguar las razones. Así me aventuré al libro, a vivir también esos Cien años de soledad de Ursula Iguarán y todo el contexto mágico de la novela, que en su momento me pareció una bella metáfora de la realidad, ese adorno tan latinoamericano, en que la gente utiliza figuras literarias sin conocer sus conceptos o reglas, pero con tanta autenticidad.
Llegué a comprender que la vida es así, un momento lo determina todo: la sorpresa, la experiencia con lo desconocido y lo maravilloso, tal y como le pasó al Coronel Buendía. Conocer el hielo para nuestros queridos latinoamericanos resulta algo maravilloso, cercano a lo increíble mientras se vive en el área rural y apenas se divisa el siglo XX.
Aún ahora, el encuentro con lo inesperado siempre se recuerda más que cualquier cosa. Es esa magia de la primera vez.
El libro que me llamó la atención de él fue Crónica de una muerte anunciada. Su portada con la imagen del cadáver bajo una sábana era muy sugestiva. Sobre todo para un infante, tenía unos once años. Claro que en ese momento no lo leí, no pude resistir las primeras páginas, y me quedé con la deuda para años más tarde. En tanto, llegué a sus libros por la Triste historia de la Cándida Eréndira, y de ahí a fluir en la vida de lector.
No puedo mentir y afirmar que he leído toda su obra. Pero, de la que llegué a conocer tengo muy presente dos novelas: Cien años de soledad y El Coronel no tiene quien le escriba. Era la relación, porque en la primera se hablaba mucho de la guerra civil y la ansiada pensión de los excombatientes, que luego se ve más específica en ese coronel paciente que termina resignado.
Me dijeron que García Márquez tenía una sola historia acomodada en varias escenas. Que todas sus obras estaban relacionadas. Es posible, ¿acaso no es así la vida? La suma de experiencias van armando una inmensa historia que resumimos a nuestro antojo, tal y como lo hizo este maravilloso autor colombiano que falleció un jueves santo.
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