Por: Oscar Martínez
Mi admiración por Fabio Castillo comenzó en mi niñez, expresa William D. Martínez, cuando por primera vez vi al doctor Fabio Castillo, fue a mis escasos siete años de edad, estudiaba segundo grado y apenas comenzaba a comprender la vida. Fue en la campaña presidencial del año 67. En el barrio Lourdes, en un espacio pequeño bajo los edificios que había en ese lugar para realizar eventos improvisados, la mayoría culturales. Era el candidato de la izquierda de aquel entonces, bajo la bandera del PAR.
El doctor Castillo, como aspirante a la presidencia del país, por el Partido Acción Renovadora, PAR Nueva Línea, trasladó el mensaje al pueblo salvadoreño, de lo que fueron aquellas famosas, CINCO SOLUCIONES PARA CINCO GRANDES PROBLEMAS.
A juicio del Partido Acción Renovadora eran cinco los problemas fundamentales del país, que al 2022 aún persisten: 1. El problema de la injusta distribución del Ingreso Nacional; 2. El problema de la tierra; 3. El problema del atraso de la educación; 4. El problema de la dependencia económica y política del país y 5. El problema del régimen político antidemocrático.
En esas elecciones, el doctor Fabio Castillo, como candidato a la presidencia, obtuvo más de cien mil votos. Mi hermano mayor decía que la Iglesia Católica al servicio de la oligarquía, calificó a los partidarios del PAR como “votos comunistas”, y excomulgó a los votantes; lo que tenía sin cuidado al doctor Castillo, pues era ateo. En cambio, el pueblo les llamó “votos de oro”, pues representaron un gran papel en el avance hacia otras formas de lucha, como la guerra civil sucedida de 1981 a 1992. Mi tía Merceditas era seguidora de la oposición al PCN y cada mitin de la izquierda asistía, llevándonos a todos los cipotes con ella. Esa noche, me sentaron en la tarima y yo, aunque no comprendía todo lo que él decía, sabía que era una persona especial, comprobándolo con el tiempo. A los veintitrés años Fabio Castillo formó parte del Comité anti-dictatorial que organizó la Huelga General de Brazos Caídos, que el 9 de mayo de 1944, hizo huir del país al dictador, general Maximiliano Hernández Martínez, que antes de partir había fusilado militares y civiles, participantes en el frustrado Golpe de Estado del 2 de abril de aquel año.
Supe que el doctor había estado como exiliado en Costa Rica. Fue el 19 de julio de 1972 que la dictadura militar, del entonces coronel Arturo Armando Molina invadió el campus de la universidad de El Salvador. El doctor Castillo fue capturado junto a varios funcionarios de la UES, y enviado al exilio a Costa Rica. En cuanto arribó a aquel país, retomó la tarea de organizar a la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centro América, CODEHUCA. Este organismo llegó a tener rango de Consultor de las Naciones Unidas. Con el tiempo y a su regreso del exilio, Fabio Castillo modernizó el Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UES, ya que él, era médico-fisiólogo especializado en Suiza, y docente de medicina, que le permitió ser maestro de numerosas generaciones de médicos. Fue rector de la Universidad de El Salvador por dos periodos distintos, de 1963 a 1967 y de 1991 a 1995. En el primer periodo integró en un solo campus todo el patrimonio universitario, ya que varias facultades se hallaban dispersas, e incompletas en el centro de la ciudad.
Su participación en la guerra civil fue en dos momentos. En la primera fue fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, PRTC, una de las cinco organizaciones que conformaron el FMLN. En la segunda etapa formó parte de la Comisión Político-Diplomática del Frente Democrático Revolucionario FDR.
En esa segunda etapa es cuando Braulio Najarro -hijo- recuerda que Fabio llegaba a su casa en Costa Rica a coordinar trabajo con Braulio Najarro padre “Bren” en ese esfuerzo de articular el trabajo diplomático.
Volví a encontrarme con el doctor, dice William D. Martínez, en su segundo periodo de rectoría, ya como Rector de la UES, pues fui parte del Consejo Superior Universitario como responsable del Centro Regional Universitario Paracentral, CRUP, que después pasó a ser la Facultad Multidisciplinaria Paracentral. Lo que percibí en esos días que trabajé a su lado era la visión futurista que él tenía de la educación nacional. Hacía propuestas a corto, mediano y largo plazo acerca del rumbo que debería llevar la educación en general. La mayoría de sus proyectos educativos eran a largo plazo, pero su visión era de un joven, como si fuera a estar presente en todos esos cambios por lo que luchó.
En el año de 1992, mi madre falleció en USA y yo fui a la embajada gringa a pedir la visa para ir al entierro. No me la dieron e imaginé porqué. Como el doctor supo del fallecimiento de mi madre me dio el pésame y me preguntó adónde la enterrarían. Le respondí que en USA y que yo no podía ir al entierro porque me habían negado la visa. Se enfureció tanto que inmediatamente pidió a Gloria, su secretaria, que llamara inmediatamente al embajador de los Estados Unidos de Norte América. Al momento la secretaria lo comunicó y él habló por teléfono con el embajador. Le reclamó que cómo era posible negarle la visa a un funcionario de la UES para ir al entierro de su madre. No sé qué fue lo que le respondió el embajador, sólo vi que el doctor colgó el teléfono y me dijo que regresara a la embajada porque me esperaban. Gracias a la intervención del doctor Castillo y con la visa en mano pude asistir al entierro de mi madre. Lo anterior lo resalto porque Fabio me demostró su solidaridad conmigo y creo, sin temor a equivocarme, que su entrega al pueblo salvadoreño siempre fue desinteresada y su calidad de humanista, de profesional, de político, de compañero de lucha y de amigo lo demostró en la práctica, hasta el día de su muerte.
A diez años de su fallecimiento, (4 de noviembre de 2012) va esta efeméride acerca de la vida del más importante Rector en toda la historia de la Universidad de El Salvador.
Honor a quien honor merece.