Carlos Girón S.
En días pasados he vertido varios comentarios acerca de cómo hay gente que disfruta y se siente feliz con hacerle la vida imposible a otros, online así gratuitamente. No podría decirse si es por envidia, pilule por complejos de inferioridad o de subestimación. Lo que sea, ed lo cierto es que abundan los casos de quienes se proponen en realizar tan triste labor. Retomo ahora el tema pues seguimos viendo más ejemplos en estos momentos.
Para no ir lejos, está visto que va a continuar esa triste labor de los sectores de siempre: hacerle la vida imposible al actual Gobierno de la República, como se la hicieron al anterior de Mauricio Funes. Dichos sectores, por demás conocidos de siempre, están arremetiendo ya con una fuerza cada vez creciente contra el trabajo honesto y dedicado que ha demostrado estar haciendo el presidente Salvador Sánchez Cerén y su equipo de colaboradores.
Pretenden los opositores que “el pueblo”, ya de entrada, lo ha “reprobado”. Sánchez Cerén y su gente, entonces, deberían abandonarlo todo e irse a sus casas; deberían hacer eso pues en adelante nada de lo que sigan haciendo, merecerá la aprobación de nadie.
Pero, ¿de veras será que éste, el pueblo real, el que lleva sobre sus espaldas el andamiaje sobre el cual descansa el país entero, el descontento y frustrado por la labor realizada por el actual Gobierno en apenas sus primeros dos meses de gestión?
¿Estará molesto porque se le han suspendido los exitosos y generosos programas de ayuda familiar como son los subsidios, los paquetes escolares completos, con calzado y uniformes, las ayudas económicas para ancianos que nunca jamás en los gobiernos anteriores recibieron una pensión? ¿Y Ciudad Mujer? ¿Es que ya cerraron sus sedes, volviendo a dejar como antes en el desamparo y la marginación a los miles y miles de mujeres que se han venido beneficiando, no sólo con atención en salud integral, sino también con programas de capacitaciones en una diversidad de oficios y ocupaciones para que puedan dedicarse a trabajos rentables? ¿Estarán molestas y enojadas las mujeres, jóvenes y mayores, por los créditos de trabajo que les está dando el Gobierno? O estará resentida la gente del pueblo por los nuevos impuestos que les afectan en sus economías y ahorros, “descapitalizándolos”, y también porque les han quitado privilegios, como el de no pagar impuestos de renta sobre sus fortunas y cuantiosas ganancias, y las grandes propiedades.
No, no hay nada de eso. Lo que es evidente es que hay una consigna, un plan siniestro, preestablecido, de hacerle cuesta arriba y ponerle, no piedras sino rocas, peñascos enormes, en el camino al presente Gobierno de Sánchez Cerén y su equipo de trabajo. Siendo así, no puede esperarse que los grupos y sectores que han maquinado semejantes cosas, estén dispuestos a ver con buenos ojos proyecto alguno del Gobierno, por bueno que sea.
Grandes peñascos en la cuesta arriba representan también las permanentes campañas destructoras de la mayoría de los “grandes” medios de comunicación social resaltando y magnificando pequeñas fallas, omisiones, retrasos en obras físicas, o sociales que adviertan en la gestión gubernamental. Y como lo han señalado tantas veces, voces de muchas personas sensatas y conscientes, lo mucho de bueno, positivo y constructivo que han realizado tanto el anterior como el actual Gobierno, lo callan o ignoran o minimizan al máximo, sin darle el menor crédito.
Desgraciadamente, altos funcionarios de otras esferas del Gobierno cometen acciones reprochables y condenados por el pueblo. Para el caso, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, tanto como los diputados de la Asamblea Legislativa, se suman a los que gozan poniendo grandes peñascos en la cuesta arriba que transita el Gobierno Central. Los primeros, recetándose –el martes pasado– desorbitados aumentos salariales ($589.oo para cada uno), además de jugosos bonos a mediados de año, encima de los aguinaldos de fin de año; y los segundos, gastando millones de dólares en viandas alimenticias cotidianas, y guaro para sus fiestas colmadas de regalos. Todo ese desmadre le cae en los meros ijares al pueblo, que rechaza a la vez que esa clase de gente sea su representante en instancia alguna.
No toda la gente sabe que hay independencia de poderes u órganos del Estado y fácilmente puede confundirse creyendo que es el Gobierno Central el de tales despilfarros, lo que puede acarrearle antipatías y desaprobación a éste. Sánchez Cerén es el jefe del Ejecutivo y Presidente de la República. Él, en vez de servirse con la cuchara más grande, se ha propuesto darle continuidad, mejorar y aumentar los programas sociales en buena hora establecidos por Mauricio Funes, para llevar bienestar y superación en su nivelo de vida para la población más necesitada.
Volviendo a los medios, éstos no se dan cuenta de que sus perniciosas campañas terminan por revertirse contra ellos mismos por el descrédito en que caen y la cada vez mayor falta de credibilidad que se merecen de la opinión pública, la cual está consciente de la realidad de las cosas, no logrando que la misma se vuelva contra el Gobierno porque no está haciendo nada bueno, no está cumpliendo los ofrecimientos de las campañas electorales. Pero la gente no es tonta, ni ciega ni perversa. Ve con sus propios ojos lo que está a la vista: que las grandes mayorías del pueblo están contentas y agradecidas por sentirse beneficiadas con los programas sociales; que la pobreza se ha reducido apreciablemente; que la agricultura y la ganadería –que los gobiernos últimos dejaron en el suelo–, se han recuperado sensiblemente, aumentando la ocupación rural y volviendo el país autosuficiente en rubros alimenticios de primer orden, y aun las exportaciones. Todo eso no existe para los mezquinos y miopes.
Lo que sucede es que tales grupos y sectores están gravemente dolidos por las leves reformas fiscales concretadas por este Gobierno, que dejó planteadas el anterior, han venido a sanar vicios tributarios que venían como lastre desde hace años, que frenaban o impedían el desarrollo y crecimiento económico y social del país y del pueblo. Las reformas no han hecho más que reparar injusticias fiscales mantenidas por los anteriores gobiernos en beneficio no más de los mismos grupos y sectores que hoy “reprueban” al Gobierno.
A pesar de todo eso y con la mejor buena voluntad, desde el arranque, la nueva administración Sánchez Cerén tendió la mano a los dichos sectores, invitándoles a unir esfuerzos y trabajar mancomunadamente por el bien del país y de todos los segmentos de la población. Sánchez Cerén se ha reunido con sus representantes para buscar puntos comunes y de consenso para que se dé un clima de armonía y cooperación, sabiendo que ni sólo el Gobierno, por sí, ni sólo dichos sectores, pueden conducir a la nación y sus habitantes, a tierras donde fluyen leche y miel, Jauja, o el Edén. Naturalmente, un horizonte más luminoso nada más puede alcanzarse si todos, tomados de la mano, dedicamos lo mejor de las capacidades, talentos, habilidades, y sobre todo, sentimientos y pensamientos nobles y elevados, en pro del bien común.
Primero y ante todo, es cosa de renunciar, despojarse de la mentalidad y el prurito de jugar a hacerle la vida imposible a nadie y gozar viendo las dificultades en que es colocada para luchar y tratar de salir adelante, tomando en cuenta algo de particular relevancia: que el Gobierno que tenemos fue elegido libremente por los segmentos mayoritarios y conscientes de la población, que aspiraban por un cambio de rumbo en la conducción de nuestro país, razón por la esa voluntad y determinación debe ser respetada –mal que le pese a quien le pese, o, les guste o no les guste (en una frase ya célebre)– por la generalidad de la población, de los salvadoreños bien nacidos que amamos a nuestra Patria.
Nosotros, todos, arrojemos a un lado las piedras y rocas del camino para que el nuevo Gobierno avance con paso seguro y mayor celeridad a la conquista de mejores niveles de vida para el pueblo.