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Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Reconocer que existe violencia contra las mujeres es el primer paso para luchar por su eliminación.
Es por eso que mundialmente se ha establecido el 25 de noviembre como Día de la No Violencia contra las Mujeres, y en nuestro país la ley lo reafirma.
Sin embargo, no basta con el reconocimiento formal, pues la realidad indica que falta mucho para alcanzar una vida digna y libre de violencia.
Las organizaciones feministas que marcharon este 25 de noviembre, pusieron en evidencia la magnitud de la violencia registrada en los primeros meses del presente año, a la vez de criticar el cierre de las entidades del Estado para brindar información sobre el particular.
Según la Fiscalía General de la República, FGR, solo en los primeros dos meses de 2022 se registraron 114 casos de violencia intrafamiliar, 1,208 fueron víctimas de diferentes lesiones y 1,081 casos de violencia sexual. Estos datos de dos meses, sin duda serán muchos más, pero el cierre de la información pública sobre denuncias se convierte en un obstáculo para conocer la magnitud en que las mujeres salvadoreñas son afectadas por esta lacra, que es la violencia en todas sus manifestaciones.
La violencia contra la mujer se da en distintos ámbitos, pero lo más grave es la que el Estado, llamado a velar por la armonía, se constituya como uno de los violadores principales, al punto que el origen del Día Internacional de la No Violencia, es un acto de violencia estatal ocurrido en 1960 en República Dominicana.
En ese país, durante la dictadura de Rafael Trujillo, las hermanas Patria, María Teresa y Minerva Mirabal, tres activistas que se oponían a la dictadura, fueron violadas, torturadas y asesinadas cuando iban a visitar a sus esposos prisioneros del régimen. El hecho conmocionó a la sociedad dominicana, y se extendió a otros países, hasta que la Asamblea General de la ONU declaró el 25 de noviembre Día de la No Violencia contra las Mujeres.
En nuestro país, se adoptó la fecha como Día Nacional de la No Violencia durante la primer legislatura después de la firma de la paz. Se crearon instituciones de crédito para mujeres, se creó el ISDEMU, dos leyes para promover la igualdad y para luchar contra la violencia, se eliminó legalmente el matrimonio infantil y se incorpora al presupuesto de la PNC y Ministerio de Salud fondos para crear unidades de atención a mujeres violentadas y para atención de enfermedades, como el cáncer de mama, entre otros.
En muchos de estos logros se ha retrocedido con el debilitamiento de instituciones como Ciudad Mujer y el ISDEMU.
La lucha que libran las mujeres organizadas en distintos movimientos feministas, tanto en nuestro país como en otros países, se orienta a buscar se genere mayor conciencia en la sociedad en su conjunto, sobre los derechos de las mujeres, sobre la importancia del trato igual, sobre la atención a necesidades específicas de las mujeres.
Estas luchas enfrentan resistencia y franca oposición de sectores ultra derechistas y fascistas. La lucha se ha abierto campo y avanzará pese a esas resistencias y oposiciones, porque tiene un asidero justo y porque se promueve el protagonismo de las propias mujeres en su impulso.
La violencia contra las mujeres no es un problema menor; la indiferencia frente a él es dañina, o la creencia de que se trata de un problema que solo afecta a los sectores pobres con poca educación; esas creencias o justificaciones deben ser desmentidas, pues la violencia contra niñas y mujeres se da en los hogares, en las escuelas, en las iglesias, en las empresas, en la calle, en las mismas instituciones llamadas a combatirla.
Sí, la humanidad está integrada por mujeres y hombres, y ninguno merece vivir bajo violencia, sin embargo, la violencia contra niñas y mujeres ha sido silenciada o justificada, bajo la creencia de que las mujeres son inferiores, son estas ideas las que debemos combatir para que avancemos como humanidad a una vida digna.
