Por: Iván Escobar
La pandemia del COVID-19 o coronavirus, ha impactado en la vida de las personas, en la salud, lo económico, en lo político, y más. Es una crisis sanitaria que alteró nuestra cotidianidad.
Pero también hay otros problemas, como la violencia hacia las mujeres que es una pandemia que silenciosamente se expande por nuestras sociedades. La escritora de origen brasileño y que vive actualmente en Bolivia, Márcia Batista Ramos, hace una exploración y documentación de esta temática desde la denuncia y la necesidad de comprender el fenómeno que atraviesan muchas mujeres, y que urge atender de forma integral.
En su última investigación “Rostros del Maltrato es Nuestra Sociedad”, amplía el abordaje, y da algunas soluciones a una crisis que data desde hace mucho en nuestras sociedades. Aquí compartimos una entrevista realizada recientemente en el marco de la presentación del libro, que forma parte de tres investigaciones completas.
Conocer ¿Quién es Márcia Batista Ramos? Y ¿Cómo llegas a la literatura, qué interés particular te llevó a desarrollarte en el mundo literario?
Soy brasileña, del Estado do Rio Grande do Sul, nos dicen “gauchos”, estamos al extremo sur de Brasil y tenemos una historia bien particular, de mucha lucha y pujanza. En 1835 hasta 1845, luchamos contra el “Imperio do Brasil”, buscando la libertad y encontramos la muerte y la miseria, como en cualquier guerra.
Mi Estado es muy bonito y tiene las cuatro estaciones del año bien marcadas. Estudié filosofía en la Universidad Federal de Santa María –UFSM en la ciudad de Santa María, en Rio Grande do Sul. Y pensaba ser escritora, pero tomé rumbos distintos a mis sueños y la vida pasó muy rápido, al punto de olvidarme cual era mi perspectiva inicial. A los 45 años (hace 11 años), ocurrió algo interesante, estuve de vacaciones en Pamplona-España, y sentada tomando el sol de otoño, después de almorzar sola, me pregunté a mi misma qué sueño tenía a los 17 años y mi respuesta era: “ser escritora”. Entonces me pregunté por qué no lo fui, y mi respuesta fue honesta y sencilla: “porque no quise”. Me pregunté si aún quería escribir y me dije que sí; y en la semana siguiente estaba empezando a escribir mi primer libro: “Mi ángel y yo”.
En cuanto a un interés particular que me llevó a desarrollarme en el mundo literario, yo digo que fue la literatura en sí misma, ya que escribir es un arte que te permite expresar lo que piensas de ti, de tu entorno y circunstancias.
¿Cuáles han sido los principales desafíos para ejercer tú trabajo cómo escritora? y ¿cuáles son los temas de mayor abordaje ya sea en narrativa, en poesía y articulista en diversos medios?
El principal desafío para ejercer mi carrera como escritora, fue personal, porque fue decidir serlo. Una vez que decidí, no paré, porque escribo todo el subgénero de la narrativa como: cuentos, novelas, ensayos, crónicas, microrrelatos, drama; también escribo poesía y hago crítica literaria. Los temas de mayor abordaje en mis artículos son relacionados a la literatura.
Desde tú punto de vista, el periodismo cómo lo evalúas, partiendo del tema de credibilidad y ahora el mar de información que tienen acceso los ciudadanos a través de las redes sociales.
El periodismo es el cuarto poder del Estado y si tiene la capacidad de mantenerse alejado de los demás poderes, siempre será independiente y verás. Y debería mantenerse como referente de verdad e imparcialidad, para la ciudadanía inmersa en las redes sociales con informaciones encontradas. Lamento profundamente, cuando el periodismo se corrompe y desinforma a cambio de unas cuantas monedas. Eso no debería ocurrir nunca.
“Rostros del Maltrato es nuestra sociedad”, es tú último libro. Conocer, ¿Cómo nace esta idea de trabajar una investigación? y ¿cuál ha sido desde que salió la percepción en la sociedad? Entiendo que es una investigación más amplía, es decir, tres investigaciones en una sola, quizá nos explicas un poco más sobre ello.
Es el nombre de una trilogía de ensayos sobre mi percepción de lo que anda mal en nuestro planeta. Asumo que la violencia contra la mujer, es el primer gran problema de la sociedad, pues al no respetar los derechos fundamentales de las mujeres, la sociedad ya está en una situación de minusvalía. Pues, cuando se pierde de vista la equidad y los derechos fundamentales de más de 50 % de la población, estamos hablando de caos, de atraso, de pobreza, de miseria, entre otros. Luego, la violencia contra la niñez es un mal sin precedentes, por eso, identifico como un tema urgente a ser tratado. Y encarar la pobreza como factor de violencia, pienso que es muy importante para cambiar esas realidades devastadoras.
El primer libro de la trilogía, fue muy bien aceptado tanto en Bolivia, país que resido desde mi matrimonio, como en países Latinoamericanos y muchos medios de comunicación lo están publicando, ya que es un libro de divulgación gratuita, para que las personas accedan en internet. Ya fue publicado en Colombia, El Salvador y México. Hace unos días fue publicado por primera vez y la respuesta es excelente.
La idea de trabajar está temática, nace de ver los noticieros plagados de violencia, sangre y dolor. Para mí no es posible que coexistan tantos avances tecnológicos y científicos con la barbarie que representa la violencia contra la mujer. Porque ninguna sociedad puede pensar que es desarrollada si en sus hogares existen personas siendo torturadas.
En tú libro mencionas que “la tragedia en el siglo XXI” es que la humanidad no logra superar el “predominio masculino” y hablas también de la “debilidad cultural” y la “debilidad judicial”, pero también adviertes que la solución no es solo confrontar, sino encontrar una mejor convivencia. ¿Tú investigación en qué se diferencia de otras que abordan el tema de violencia contra las mujeres?
La debilidad cultural refleja la aceptación y perpetuación, por parte de las mujeres, de la idea del predominio masculino. Cuando las mujeres piensan que necesitan de un hombre que las represente, que las proteja o que haga valer sus derechos, sin darse cuenta están sometidas al cribo masculino y esa dominación “permitida, pactada socialmente” es una semilla, para eventualmente, ser víctima de violencia. Y digo eventualmente, porque reconozco que no todos los hombres son violentos o enfermos, la mayoría de los hombres son respetuosos de los derechos e individualidad de las mujeres, empero, existen monstruos que alimentan la crónica roja diariamente.
Mi trabajo se diferencia de los demás por ser un trabajo cualitativo de la temática, los demás son cuantitativos, muestran las mujeres como números fríos, estadísticas horripilantes o historias macabras. En mi trabajo, por el contrario, trato de manera más humana la situación abriendo espacios de reflexión, con la esperanza de generar cambios de conciencia que se reflejen en el comportamiento de las personas que ejercen y de las que sufren violencia.
Para cerrar, cómo ha contribuido tú papel de gestora cultural, escritora y columnista en diversos medios impresos, para generar consciencia sobre el tema, y hacía dónde buscas llegar con tus investigaciones, ¿habrá nuevas publicaciones? Y también si nos compartes los títulos de tus obras publicadas.
Es mi primer libro sobre la temática de violencia, por supuesto que seguiré escribiendo sobre el mal endémico que lacera la sociedad. Hace muchos años que doy charlas sobre la violencia, contra la mujer y contra los niños para diversos colectivos, con la intención de generar espacios de discusión, donde las personas entiendan que vivir con violencia no es saludable, ni normal.
Y que es posible encarar las relaciones humanas con empatía, con tolerancia y respecto. Constantemente escribo y publico crónicas y pequeños ensayos refutando la violencia contra la mujer y denunciando la trata y tráfico de personas. Ya que entiendo que, a través de esos espacios de lecturas alejadas de números fríos y sin retratar situaciones que despierten el morbo del lector, podemos ayudar a crear conciencia.
Mi trabajo es sin fines de lucro, porque tengo convicción que el mundo puede superarse y la escritura sobre esos temas sociales, son mi granito de arena para construir un mundo mejor.
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