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Sobrevivientes y familiares de sobrevivientes de la masacre conocida como Las Aradas, en Chalatenango ocurrida el 13 y 14 de mayo de 1980, conmemoran 39 años de este asesinato masivo. Foto Diario Co Latino/Luis Ponce.

Las Aradas: el Monte Calvario de Chalatenango

@luisponcebe

Las comunidades del nororiente de Chalatenango, caminan horas para llegar a donde un día fue el caserío Las Aradas. Múltiples veredas que vienen de Arcatao, Las Vueltas, Las Flores y hasta Honduras, confluyen en el lugar donde hace treinta y nueve años fueron asesinadas, un aproximado de seiscientas personas, por el ejército salvadoreño en complicidad con el hondureño.

Hasta hace algunos años, eran los mismos sobrevivientes y sus familias, los que se encargaban de mantener viva la memoria de las víctimas de esta masacre. Sin embargo, este año se notó mucho más la presencia de jóvenes, quienes a ejemplo de los mayores de las comunidades mantienen vivo el legado martirial de Chalatenango.

Al respecto, Miguel Vázquez, jesuita párroco de Arcatao, asegura que: “la nueva generación está apropiándose de esta actividad. Aunque los tiempos que vivimos tienden a cultivar la indiferencia de todos los hechos históricos, aquí se siente por las familias, por las comunidades, año con año crece la cantidad de jóvenes”.

Las Aradas es un campo abierto a la orilla del río Sumpul. Para llegar se deben caminar al menos dos horas en medio de piedras, ríos y árboles. Esto no imposibilita que personajes históricos, ya de avanzada edad, lleguen y compartan su experiencia. Tal es el caso del sacerdote Fausto Milla, primero en denunciar días después de la masacre, desde la diócesis de Santa Rosa, el crimen cometido por ambos ejércitos en 1980.

La celebración también fue acompañada por el obispo de Chalatenango, Oswaldo Escobar, quien comparó el Monte Calvario, donde murió Jesús, con Las Aradas, donde fueron asesinados vilmente personas inocentes que huían del inminente conflicto armado.

“Nosotros no podemos desvincular esta lucha por los derechos humanos, de la labor cristiana, especialmente porque esta masacre ocurre al poco tiempo de que nuestro mártir y profeta, San Óscar Arnulfo Romero, había sido martirizado”, agregó Escobar.

Las más de seiscientas víctimas “merecen justicia, nosotros aquí estamos no para una venganza, no queremos el daño de nadie, lo que queremos es que se aclare el hecho, que se reconozca qué fue lo que pasó y porqué pasó”, dijo Escobar, pues tras treinta y nueve años de impunidad, no parece alentador el panorama en las investigaciones sobre la masacre.

Personas que sobrevivieron a la masacre Las Aradas en 1980, caminan hacia el lugar donde se realizaron los actos conmemorativos. Foto Diario Co Latino/Dimas Mejía.

La impunidad es uno de los temas más denunciados por las organizaciones que trabajan con las víctimas del conflicto, algunas de ellas presentes en el acto. Manuel Acosta, sacerdote y presidente de CONABUSQUEDA, expresó su ánimo a todas las organizaciones y “a estar atentos y vigilantes ante el contexto político que se avecina”.

En ese sentido, ante el cambio de gobierno, instó a las organizaciones: “a ver de qué manera se van a enfrentar los temas de desaparición forzada, memoria histórica, impunidad, derechos humanos, masacres y crímenes de lesa humanidad”, pues se debe establecer una línea de trabajo que frene la tendencia a aprobar una nueva ley de amnistía, tal como se discute actualmente en el órgano legislativo. “Abrir un espacio para que se vaya conociendo quiénes fueron los desaparecidos y que se vayan cerrando los ciclos de duelo, que la gente vaya teniendo paz y vaya teniendo un lugar donde enflorar a sus desaparecidos, porque mientras esa verdad no se sepa, no puede haber reconciliación social”, agregó Acosta.

Vázquez, exaltó el carácter martirial de la celebración, mencionando que no es una realidad única de El Salvador. “En el mundo entero padecen persecución y son asesinados todos aquellos que buscan la justicia y la paz. En ese sentido, el llamado es a que aprovechemos la fortaleza que hay en cada joven para cultivar lo sentimientos de justicia y de paz que debemos llevar consigo”, expresó.

A pesar de no haber encontrado un sistema judicial que haga honor a su nombre, y que siga “picando al descalzo como la serpiente”, Acosta exhorta a no perder el horizonte en la lucha por la justicia. “Las víctimas son focos de iluminación social, política, religiosa. Nos iluminan, nos dicen por donde hay que ir y por donde no hay que ir. Las víctimas son para nosotros el acicate social, por eso hay que preguntarse ante toda estructura social: usted ¿qué está haciendo por las víctimas?”, concluyó.

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