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Las cicatrices de la UE se reabren con la crisis del coronavirus

Bruselas / AFP
Toni Cerda

El plan económico anticoronavirus de la Unión Europea (UE) chocó con las profundas divisiones entre países del Sur y del Norte del bloque, pese a los llamados a una necesaria solidaridad para superar el cataclismo que se anuncia.

«La cumbre [de mandatarios del jueves] recreó la imagen de dos bandos en Europa: el Norte contra el Sur», subraya a la AFP el analista Eric Maurice, de la Fundación Schuman, para quien, «en tiempos de crisis, es difícil poner en marcha la solidaridad».

Italia y España lideran el frente meridional. Ambos países, los más afectados por el nuevo coronavirus, temen ataques por su elevada deuda y reclaman, junto a Francia, Portugal y otros cinco países, una mayor solidaridad financiera.

Pero Alemania y, sobre todo, Países Bajos, por el Norte y con unas finanzas más saneadas, rechazan crear un «instrumento» para mutualizar la deuda de los 19 países del euro, hablando incluso de cuestiones «morales» o «ideológicas».

Nada nuevo bajo el sol. La Eurozona ya se dividió durante la pasada crisis de la deuda, que siguió al crash mundial de 2008, cuando España, Portugal, Grecia, Irlanda o Chipre necesitaron rescates financieros en mayor o menor medida.

Pero, como apunta a la AFP el investigador del Real Instituto Elcano, Enrique Feás, «en la crisis de 2008, el reparto de las culpas fue justo» y, en la actual, es «inaceptable, porque no existe la culpa de que nadie esté más o menos contagiado».

La actual pandemia, iniciada en China a finales de diciembre, golpea a los 27 países de la Unión Europea (UE) y, según la Comisión Europea, podría arrastrar al bloque a la recesión en 2020 por un impacto de entre 2 y 2,5 puntos en el crecimiento.

Muestra del alcance de la crisis, Bruselas activó por primera vez la «cláusula general de escape» del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), que permita a los países aumentar su gasto público sin preocuparse de los límites comunes de déficit y deuda.

Aunque los 27 líderes se dieron el jueves dos semanas más para intentar dar una respuesta común, más allá de las acciones de Bruselas, las tensiones se encuentran en su punto álgido, con duros reproches desde la península Ibérica a Países Bajos.

– «¿Para qué sirve Europa?» –

El primer ministro portugués, António Costa, consideró «repugnantes» las palabras del ministro de Finanzas neerlandés, Wopke Hoekstra, que, según la prensa de su país, habría sugerido investigar por qué ciertos países no disponen de margen fiscal.

«No se pueden cometer los mismos errores de la crisis financiera de 2008, que sembraron semillas de desafección y división con el proyecto europeo y provocaron el ascenso del populismo», advirtió el jueves el mandatario español, Pedro Sánchez.

En 2017, declaraciones del entonces jefe del Eurogrupo y ministro de Finanzas de Países Bajos, Jeroen Dijsselbloem, para quien los países del Sur se gastaron el dinero en «alcohol y mujeres», indignaron a los países mediterráneos.

Pese a las declaraciones, Feás aboga por alcanzar un «punto común» aceptable, alertando contra la falta de solidaridad y contra posiciones «maximalistas», ya que Alemania y Países Bajos deben vender las medidas a su opinión pública.

Anne-Laure Delatte, del Centro de Estudios Prospectivos y de Información Internacional (CEPII) francés, espera que la oposición en ambos países permita la emergencia de un discurso alternativo que alerte de que, «si se continúa así, es el fin de Europa».

«Si no somos capaces, ante una situación como ésta, un choque exógeno, de tener una respuesta coordinada y positiva, entonces, ¿para qué sirve Europa?», asegura a la AFP Delatte, para quien el bloque se encuentra «actualmente al borde del abismo».

Maurice, menos pesimista, recuerda las acciones ya adoptadas como la compra masiva de deuda por el Banco Central Europeo (BCE) y defiende la posición de Berlín que apuesta, en su opinión, por no quemar todos los cartuchos en este momento.

La canciller alemana, Angela Merkel, que rechazó la víspera los ‘coronabonos’, abogó no obstante por el uso del Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate de la zona euro con 410.000 millones de euros de fondos.

Aunque partidarios de posibles líneas de crédito precautorias del MEDE, países como Italia y España quieren evitar sentirse señalados si son los únicos que acuden a ellas y rechazan sobre todo la imposición de condiciones como reformas estructurales.

La clave, no obstante, podría continuar en el MEDE, según el investigador del Real Instituto Elcano, para quien una solución podría pasar por limitar la condicionalidad para evitar que se parezca «a un programa de rescate tradicional».

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