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Las cuatro magnificas

Dr. Víctor M. Valle

El ingenio popular es creativo para endilgar motes. El origen de ciertas ocurrencias muchas veces queda en el misterio.  ¿A quién se la habrá ocurrido eso de llamar a cuatro peculiares magistrados de la Sala de lo Constitucional “los cuatro magníficos”?.

Antes de ser magníficos, viagra advice fueron fantásticos, en alusión a esos famosos personajes de ficción ligera,  los “cuatro fantásticos”.

La Magnífica es una oración poderosa de las creencias católicas, al igual que el Detente. Estas oraciones eran requeridas, a los de a pie,  por los agentes de la guardia nacional, junto a la cédula de vecindad y la vialidad. Nunca se supo el fundamento legal de estas acciones.

Pero no es esa clase de magníficas de la que tratan estas líneas. En esta ocasión es  oportuno referirse a las cuatro magníficas características que el presidente Sánchez Cerén le desea imprimir a su gobierno: honradez, austeridad, transparencia y eficiencia.

La honradez se debe referir a la rectitud y la integridad para cumplir las funciones del cargo y,  sobre todo, para el manejo de los fondos públicos asignados al funcionario. La línea dada por el presidente Sánchez Cerén es clara: los fondos del pueblo son sagrados. Pero la integridad y la rectitud van más allá. Es ponerle cerrojo seguro a la entrada de la corrupción, como porcentaje para conceder una obra, a aceptar dádivas como anticipo o retribución por favores hechos o por hacer. Sería maravilloso que todos los funcionarios públicos actuaran con honradez. Los fondos para programas sociales abundarían y la moral pública, por la vía del ejemplo, se enriquecería.

La austeridad tienen que ver con la moderación y la vida sencilla, atributos que deben adornar a los funcionarios de raíces populares y de compromiso con los pobres de la tierra. Hay ejemplos lamentables de políticos de origen izquierdista que cuando están cerca de “donde hay” se ponen, como dice el dicho popular y campesino, como “chanchos cuando les pican ayote” y se van por la onda de un consumismo conspicuo, por una vida de alardes con carros de lujo, “ropa de marca” y otras amenidades. Todo con los fondos del pueblo que son sagrados. Los funcionarios austeros, al igual que los honrados, le ahorran fondos al pueblo y los recursos abundan para los programas sociales y, además, se hace magisterio social `pues una vida austera es condición necesaria para que un país emprenda cambios profundos.

La transparencia tiene que ver con luz, con acceso a información pública de parte de los ciudadanos, con supresión de” partidas secretas” o impedir que a cualquier ocurrencia se le llame antojadizamente “secreto de estado”. Ojalá todos los funcionarios actuaran de manera transparente. Los honrados y los austeros no tienen nada que temer y pueden ser transparentes.

La eficiencia tiene que ver con obtener resultados óptimos al menor costo posible. Esto en nuestro sector público ha sido un bien bastante escaso. Una larga tradición de clientelismo, falta de controles, deficiente  capacitación y ausencia de ética en el servicio público han configurado una administración pública costosa,  deficiente y enredada. Una administración pública eficiente hace uso óptimo de los escasos recursos para beneficio de los intereses populares.

Todos saldríamos ganando, pues un gobierno honrado, austero, transparente y eficiente hace que  los recursos rindan más  y educa a las personas con el ejemplo de sus acciones. Y,  además, tiene la fuerza  moral para exigir a las empresas privadas que sean igualmente honradas, transparentes y eficientes.

La honradez, la transparencia y la eficiencia son también necesarias en el sector privado, para no evadir impuestos, para no vender productos de baja calidad, para no estafar a los clientes, para saber cuánto ganan las empresas,  cuánto pagan de impuestos y si pagan a tiempo la seguridad social y, si al atender al público lo hacen con consideración y respeto. Algún organismo del gobierno debe proteger a las personas contra los desmanes de algunas empresas que irrespetan al consumidor, a los clientes, ignorando que se deben a ellos.

Ojalá estas cuatro magníficas características que se buscan en la administración pública, honradez, austeridad, transparencia y eficiencia,  lleguen a echar raíces en nuestra cultura. La línea está trazada y eso habla bien del liderazgo político que recién ha comenzado con el Presidente Sánchez Cerén.

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