@DiarioCoLatino
El fútbol, generic en su esencia, clinic no es más que un circo sin carpa. Al igual que los magos, sildenafil payasos y acróbatas, los futbolistas y directores técnicos lo que buscan es dar un espectáculo y cosechar resultados positivos al entrar al escenario.
El viernes en la noche, la sorpresiva renuncia de Albert Roca a la Selección Nacional amargó la cena a más de algún salvadoreño. Pero, al analizar sus números en frío, está claro que la Azul, bajo el mando del catalán, no cumplió con el mandato. Quizá muchos no coincidan con este planteamiento, pero el espectáculo en la era Roca (un año y dos meses) fácilmente se resume a 135 minutos: los 90 que duró el juego ante Costa Rica que acabó en empate 1-1, y los 45 del segundo tiempo en el duelo que se perdió 1-0 frente a Jamaica. Ambos en la Copa de Oro. Pero, ¿y los 18 partidos restantes? Bueno, al menos que suframos un caso severo de miopía, no vimos espectáculo por ningún lado y eso que los espulgamos con lupa. Los números tampoco asisten a Roca: en 20 partidos sumó 11 derrotas, cinco victorias y cuatro empates. Sin lugar a dudas, el haber superado la serie eliminatoria ante San Cristóbal y Nieves es el mejor resultado que puede acreditársele al estratega ibérico.
Habrá quien diga que la Azul tuvo una buena actuación en la Copa Oro y que dejó buena impresión, pero, en Suramérica y otras latitudes, a la eliminación temprana le llaman “fracaso”.
En el caso de El Salvador (Honduras o Guatemala) el fracaso se agrava porque la Selección de Cuba, que no es tradicionalmente futbolera, y la de Haití, que vive resumida en la pobreza, saltaron la barda de la fase de grupo y se colaron a cuartos de final.
En la carta de dimisión, Roca argumenta su salida “exclusivamente a motivos personales” y aboga porque no se escudriñen otras causas. Pero, obviamente, deben existir motivos más de fondo para “tirar la toalla” cuando el equipo ya había captado su estilo de juego y cuando el país comenzaba a creer en su trabajo.
Y puede ser, precisamente, ese crédito que ha logrado en los últimos partidos lo que le haya motivado a dejar a la Azul y marcharse con su currículo inmaculado.
Primero, porque puede presumir que armó una Selección de la nada, que recuperó el prestigio que El Salvador perdió a causa de los amaños, que se ha mejorado su nivel; y, lo más importante, que el país mantiene íntegro el sueño de luchar por la asistencia al Mundial de Rusia 2018. No sería descabellado pensar que la salida del míster obedezca al tema económico: que la Federación Salvadoreña de Fútbol (FESFUT) le haya planteado una reducción de su salario y él, diplomáticamente, haya optado por irse para no generar problemas. En fin, la renuncia de Roca dará suficiente materia prima para hacer una novela. Será el tiempo el que juzgue si su marcha benefició o echó al cesto de la basura un nuevo proceso en la Selección Salvadoreña.