Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Los dos agrupamientos de organizaciones feministas que marcharon juntas este 8 de marzo, fue una masiva demostración de reconocimiento a las pioneras en la lucha por los derechos de las mujeres.
Sin embargo, también fue un reclamo al Estado por diversas violaciones y ausencias.
La marcha, convocada por la Asamblea Feminista y la Resistencia Feminista, llevó como lema principal: “Juntas luchamos, resistimos y avanzamos”. Desde la plaza El Salvador del Mundo hasta el Parque Cuscatlán y, bajo sus banderas, organizaciones diversas marcharon enarbolando sus cuestionamientos y sus reivindicaciones.
Fue una demostración de unidad frente al régimen, al que calificaron de fascista. Entre las leyendas de sus pancartas se condenan los feminicidios, las conductas discriminadoras, los despidos laborales, la supresión de instituciones como FOPROLID (entidad que, por décadas, atendió a lisiados de guerra), los abusos contra jóvenes y trabajadoras, las capturas arbitrarias, el despojo de tierras y la destrucción de ecosistemas.
Las mujeres demandan del Estado inversión en políticas públicas, para la prevención de la violencia contra las mujeres y la desmilitarización del país.
Señalaron que, durante el régimen de excepción, han sido capturadas más de ocho mil mujeres, algunas de ellas han fallecido bajo responsabilidad del Estado mientras estaban detenidas, y el efecto de esas capturas es la profundización de la crisis de los cuidados y la feminización de la pobreza. Las organizaciones de mujeres exigen al estado la libertad inmediata de mujeres detenidas sin razón, y medidas de reparación para las víctimas directas e indirectas del régimen de excepción.
Se remarcó sobre los problemas que representa para la mujer la penalización absoluta del aborto y, a la vez, la inexistencia de educación integral en sexualidad, lo que deriva en daños a la salud que pudieran evitarse, en condenas judiciales para mujeres, a la vez que se mantiene una alta tasa de embarazos en niñas y adolescentes. Ante lo cual se demanda la despenalización del aborto.
Las organizaciones feministas elevan su crítica por el silencio ante las desapariciones de mujeres. Según la información del Observatorio Universitario de Derechos Humanos, en los últimos ocho años se registraron 10,144 casos de mujeres desaparecidas, a la vez que siguen encontrándose fosas clandestinas. El silencio de las autoridades refuerza y mantiene la impunidad y se ignora el sufrimiento de las víctimas, señalaron.
El reclamo se eleva contra los despidos de mujeres en el sector público y privado, la persecución de quienes se dedican al comercio informal, que ha dejado a miles de hogares sin ingresos. Las feministas exigen poner alto a los despidos, mejores condiciones laborales, salarios justos y la ratificación del Convenio 189 de la OIT.
En el comunicado de posicionamiento conjunto de la Asamblea Feminista y la Resistencia Feminista, se denuncia la existencia de fobia ante las mujeres transexuales, el incumplimiento de resoluciones de la Corte Suprema de Justicia para legislar en favor de la vida y la dignidad de las mujeres, y se demanda una ley de identidad de género, así como, cumplir con las resoluciones judiciales para cambio de nombre y género.
Por supuesto que era infaltable entre las demandas de las organizaciones de mujeres, las denuncias frente al alto costo de la vida, que afecta principalmente a los hogares de menores ingresos y particularmente a las mujeres que cargan con la economía familiar. Los costos de los alimentos se han encarecido casi el doble, y el valor de la canasta básica, en el campo y la ciudad, alcanzó en 2023 los $245 y $185.30 respectivamente, esto ocurre con salarios estancados y bajos, en medio de despidos de trabajadores y de persecución a la actividad informal, que es medio para obtener ingresos de una gran parte de familias.
En suma, la radiografía de la crisis institucional, de la ausencia de democracia, del irrespeto a los derechos humanos, de la cultura patriarcal, machista, racista, xenófoba y fascista, no podía pasar desapercibida por la mirada de las mujeres a la realidad actual.
La diferencia está en que crece la conciencia de muchas mujeres sobre los factores que explican la situación de desventaja, de vulnerabilidad en que se encuentran, y que comprenden, a la luz de las luchas libradas a lo largo de la historia, que estos problemas pueden ser resueltos con más lucha.
Nada de lo que se hizo en reconocimiento y afirmación de sus derechos ha sido carente de ese factor, la lucha es el motor, y la organización el medio para hacerla sentir con fuerza, como ocurrió este 8 de marzo en nuestro país.