Carlos E. Vela
Ingeniero-científico, salvadoreño-americano.
Desde Washington.
Ni los detenidos son culpables de lavado de dinero, peculado y enriquecimiento ilícito, ni el Bitcoin es dinero, moneda de cuenta o sea “colón-dólar” que quieren hacer equivalente al dólar. Las imputaciones son falsas y el otro es dinero falso. Ambas cosas son diferentes caras de una misma moneda. Y esta moneda es FALSA. Sin el rechazo ciudadano del Bitcoin, el show sobre los sobresueldos las detenciones de exministros de Funes y el show Kafkiano en la asamblea no existirían.
El “colón-dólar” me hace recordar el Petro venezolano, que ha sido un fracaso, excepto que el Petro al menos tiene respaldo: el petróleo, gas natural y otros minerales abundantes en Venezuela. El “colón-dólar” parece estar destinado a tener como respaldo las remesas, porque no hay nada más.
De acuerdo a funcionarios de organismos internacionales, El Salvador ha agotado las fuentes de fondos humanitarios destinados a que el país capee la pandemia; y por el estado de deuda del país (arriba del 92% del Producto Interno Bruto), la falta de una política económica, la pendiente “bitcoinización” del país y la falta de consenso en la sociedad, ya no hay disponibilidad de préstamos en los organismos internacionales.
La imagen de Carlos Cáceres, exministro de Hacienda, esposado y exhibido públicamente, rodeado de agentes de seguridad con pasamontañas, ha contribuido a acentuar la mala imagen del gobierno de Bukele ante los bancos internacionales. Me han indicado también que El Salvador anda en busca de préstamos en euros, con una tasa de interés onerosa del 12.5%. Es terrible.
El presidente Bukele suele decir que la oposición solo representa el 3% de la sociedad salvadoreña. Si fuera así, sería todo lo que se necesita para deponerlo. De acuerdo a Gramsci, como ya lo había comprobado Bonaparte, para que caiga un gobierno solo se necesita un 3% decidido de la población. Esto quedó en evidencia, por ejemplo, durante la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia. Una mayoría pasiva, que solo se expresa en las urnas y encuestas, no es garantía política de sostenibilidad. Esta mayoría pasiva puede cambiar su posición de acuerdo a la coyuntura política como lo vimos con la base del FMLN y una buena parte de la base de ARENA.
El 3% que se opone a Bukele incluye casi toda la inteligencia y empresarios salvadoreños, la clase media profesional, los medios de comunicación. No conozco a nadie de la clase media profesional o empresarios exitosos (mas allá de aquellos cuyas “empresas” son sustitución de empleos) de la diáspora que lo respalde. En la historia universal, ningún gobierno aislado totalmente de la clase media ha podido sostenerse en el poder. Así le paso a Maximiliano H. Martínez, Castaneda Castro y eventualmente a los militares. Además, le recuerdo al presidente Bukele que, si bien hoy tiene el apoyo de los militares, cuando su meta de doblar el tamaño del ejército fracase, agotados de una política de control territorial incoherente que les exige cada vez más sacrificios, y ya no pueda darles privilegios, ante el clamor de ese 3 por ciento (y los que se agreguen) lo abandonarán.
¿Qué busca el gobierno de Bukele con el “colón-dólar”?
1) capear la falta de acceso a dólares de los bancos internacionales (Banco Mundial, BID y Fondo Monetario).
2) Acaparar las remesas en dólares y canjearlas por el colón-dólar.
3) Retener temporalmente el circulante diario de la población en la “Chivo-Wallet”, la mal llamada cuenta bancaria, que aun siendo cantidades pequeñas en su agregado se vuelven considerables.
Esta apuesta me parece muy dudosa y vulnerable, y su quiebra es previsible. Creer que los remitentes de remesas van a utilizar el Chivo-Wallet como mecanismo de envío de remesas y los favorecidos la van a aceptar, es risible. El trámite sería algo así: el remitente tendría que comprar los colón-dólares de BANDESAL en una página web o mediante Coinbase, para luego solicitar la transferencia de los colón-dólar a la billetera del favorecido. El favorecido usaría estos dólares como fichas de cambio en un casino de escala nacional. La moneda funciona, por cierto, mientras el usuario se encuentra en el casino; afuera no es nada. BANDESAL tendría entonces dólares que invertir en el exterior y/o ofrecer préstamos locales superiores a cantidad en reserva. No me extrañaría que la administración Bukele busque relajar la tasa (coeficiente) de reserva mínima que BANDESAL debe mantener, pero eso presupone que los EEUU, como medida para proteger a los remitentes de remesas, no ponga como requisito una paridad en las reservas para la convertibilidad del colon-dólar al dólar.
Adicionalmente, dada la propensión del colon-dólar a ser utilizado por la mafia internacional para lavar dinero, los Estados Unidos advertirá a los ciudadanos estadounidenses y a personas en EEUU que el uso del colón-dólar en suelo norteamericano podría ser ilegal u ocasionarles problemas legales. O simplemente lo declarare ilegal, como se hizo con el Petro de Venezuela.
Además, es posible que los EEUU prohíba a El Salvador utilizar la palabra dólar en su “colon-dólar”, lo cual crearía desconfianza en la población salvadoreña. Veo otros escenarios plausibles: 1) Los EEUU de inmediato desafía la convertibilidad del colón-dólar, o cualquier criptomoneda salvadoreña al dólar, y exige una paridad en las reservas. 2) Los EEUU exige a Coinbase y otras casas de cambios de criptomonedas que no hagan negocios con el colón-dólar. (Recuérdese que las mayores y mas aceptables casas de cambio de criptomonedas son norteamericanas. Coinbase, por ejemplo, tiene su sede en San Francisco, California). 3)Una huelga nacional de la empresa privada que rehúse aceptar el Bitcoin o colón-dólar.
Quiero recordar que, en tres meses, de mayo a agosto de 2019, los inversionistas en Petros perdieron el 90% de su inversión. Algo muy similar se puede esperar en El Salvador.
Ante toda esta incertidumbre, aquellos salvadoreños que inocentemente hayan aceptado el colón-dólar y la Chivo-Wallet correrán a BANDASAL a exigir que sus criptomonedas se conviertan in situ en dólares. Esto creará un caos y falta de liquidez similar al que sucedió durante la gran depresión de 1929. Ahí será el fin del experimento Bukele, y la población que hoy lo alaba, y aquellos de la empresa privada y políticos que oportunistamente lo adulan, ante el descalabro económico y la desesperación, se tornarán contra el presidente y exigirán no solo su deposición sino también su encarcelamiento. Los militares buscarán salvar su situación y lo depondrán o simplemente se confinarán a sus cuarteles.
Estoy seguro que los venezolanos que hoy asesoran a Bukele han evaluado estas contingencias, y es por eso que están “matando el chucho a tiempo” generando odio y condiciones para culpar a “los mismos de siempre” por el eminente descalabro económico que se vislumbra y que ellos mismos han creado.
¿Puede el Presidente evitar esta catástrofe? Sí, pero primero tendría que despedir a los venezolanos que lo asesoran, rodearse de las mejores mentes salvadoreñas, elaborar un plan de emergencia para afrontar la crisis financiera que se avecina, retractarse del Bitcoin, embarcarse en un plan de reconciliarse con el 3 por ciento y parar la campaña de odio. Todo esto requiere mucho coraje y sabiduría. ¡Todo depende del Sr. Presidente!