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Las elecciones alemanas y su impacto sobre Iberoamérica 

Isaac Bigio

Analista Internacional

El domingo 26 se dieron los comicios federales germanos para nominar a quien ha de gobernar al más poderoso país de la Unión Europea (UE). Tras 16 años ininterrumpidos en el poder, Angela Merkel deja de ser la canciller (cargo que en Alemania equivale al de jefe de Gobierno) mientras su partido social cristiano ha perdido el primer puesto.  Un eventual gobierno de centro izquierda en el pilar de Europa puede inclinar la balanza en ese continente e incluso en el mundo, y alentar a fuerzas afines en Iberoamérica.

Resultados

Según los últimos resultados el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) obtuvo la cabeza con 25.7% de los votos y 206 de los 730 congresistas. Le siguen en este orden el bloque oficialista de los socialcristianos y democristianos (CDU/CSU) con 24.1% de los votos y 196 congresistas,  los verdes con el 14.8% de los votos y 118 congresistas,  los liberales demócratas (FDP) con el 11.5% de los votos y 92 congresistas, el ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) con el 10.3% de los votos y 83 congresistas, y la Izquierda con el 4.9% de los votos y 39 congresistas. Otras listas sumaron el restante 8.7% de los votos, pero no pudieron pasar la valla para entrar al legislativo.

Esto implica que los que avanzaron fueron los socialdemócratas que crecieron en 5.2 puntos y 53 congresistas más, los verdes que subieron 5.8 puntos y 51 congresistas y los centroderechistas demoliberales que escalaron un 0.7 de puntos y 12 congresistas más. Los grandes golpeados fueron el sector de Merkel que dilapidó 8.9 puntos y 50 congresistas, la ultraderecha xenofóbica (AfD) que perdió 2.3 puntos y 11 bancas, y la Izquierda que dejó esfumarse 4.3 puntos y 30 curules.

El desgaste del oficialismo no pudo ser capitalizado por la ultraderecha ni por la izquierda. Los xenofóbicos se concentraron en cuestionar las medidas contra el COVID-19, pues la hostilidad a la inmigración ya no era un tema central, y el que optaron como su eje no jaló a muchos adherentes. La Izquierda conformada por los vestigios del anterior partido comunista que gobernó la Alemania Oriental y por disidentes radicales del oeste perdió casi a la mitad de sus votos y parlamentarios pues fueron desfasados por la necesidad de dar un voto útil a los socialdemócartas y verdes quienes aparecieron como campeones de la lucha contra las medidas de austeridad y la desprotección del medio ambiente. Verdes y socialdemócratas, igualmnente, tienen amplias bases y líderes que se reclaman socialistas.

Posibilidades 

En Alemania el gobierno no pasa a quien haya sacado la primera mayoría, sino a aquella fuerza que logre consolidar una mayoría parlamentaria. Los verdes sostienen que su principal opción para gobernar son los socialdemócratas siguiendo una tradición que también se ha visto en Londres donde ambas formaciones han cogobernado contra los conservadores. Si la Izquierda hubiese sacado una mejor bancada tal vez se hubiera llegado a una coalición que integrase a los 3 sectores del progresismo (socialdemócratas, verdes e Izquierda) para consumar una serie de puntos comunes que tienen (aumento de salarios, reducción de las desigualdades sociales y más medidas ecologistas).

Como esto último no es posible los socialdemócratas y los verdes deben estar contemplando una coalición “semáforo” (rojo socialdemócrata, amarillo liberal y verde), lo cual implicaría que la centroizquierda debiera hacer concesiones a sus planteos de aumentar los impuestos (para financiar obras sociales y pro medio ambiente) y adaptarse a los liberales que quieren menos tributos e intervención estatal.

No podría descartarse ir a una nueva megacoalición entre los dos grandes partidos (socialdemócrata y socialcristiano), o que los socialcristianos pudiesen querer mantenerse en el poder en alianza con los liberales (quienes abiertamente se sienten más cercanos a ellos) y los verdes. Si bien estos últimos no quisieran llegar a ese extremo, ya hay precedentes en sentido que este partido pan-europeo ha logrado unirse a los 2 grandes partidos de la derecha irlandesa para bloquear al Sinn Féin (el movimiento anteriormente ligado al autodisuleto IRA y parte de la Izquierda Unida europea) cuando este ganó los últimos comicios generales en dicha república.

Lo que sí queda excluído es una coalición de cualquier fuerza con la ultraderecha (AfD), pues ésta es considerada un parte con el cual no se puede cogobernar. De hecho, esta es una tradición de muchos partidos que van desde la derecha democratizante hasta la izquierda europeas que se han negado a pactar con los Le Pen o los ultraderechistas. En Londres cuando el xenofóbico Partido Nacionalista Británico llegó a elegir un miembro de su Asamblea el resto de asambleístas le hacían un hielo total.

Un eventual gobierno socialdemócrata en Alemania inclinaría la balanza de la UE y de la eurozona pues buscaría desarrollar más políticas sociales y ecologistas. Ello, igualmente, pudiese abrir las puertas  a una eventual victoria socialista en Francia, la cual, sumada a la de los 2 gobiernos izquierdistas de la península ibérica y a la de los 5 de Escandinavia pudiesen hacer que  Europa vuelva a ser un paladín de reformas sociales.

Expropiaciones

Estos comicios se dieron al mismo tiempo que en la capital se realizó un referendo no vinculante sobre el agudo problema de viviendas que tiene Berlín pues hay carencia de éstas y altos alquileres.

De los 2,5 millones de berlineses habilitados para sufragar el 56.% votó a favor de expropiar a casi un cuarto de millón de inmuebles en manos de grandes consorcios con ánimos de lucro con lo cual unas 3,000 viviendas pudiesen pasar a ser propiedad pública.

Tal iniciativa puede repetirse en otras urbes germanas, europeas y del mundo. Tal vuelco electoral muestra el desencanto masivo ante las políticas de promoción a los grandes ricos por encima de la inversión social y ecológica.

Consecuencias

Un posible mandato socialdemócrata germánico puede ser muy provechoso para los gobiernos nacionalistas o izquierdistas de Latinoamérica (como los de Argentina, Bolivia, Perú, Venezuela, Nicaragua, México y Cuba) y un incentivo para que la izquierda o centro izquierda reemplace a la derecha en las presidenciales que en el 2022 se van a dar en Brasil, Colombia y Chile.

Hay un dato interesante que puede servir para el Perú. El primero es que allí las secciones nacionales de las internacionales socialcristiana y socialdemócrata son el PPC y el APRA, respectivamente. Sin embargo, la línea que vienen patrocinando Lourdes Flores y Jorge Del Castillo en Lima es contrapuesta a la que sus camaradas aplican en Europa.

Los socialdemócratas y socialcristianos alemanes se alternan en el poder y respetan los resultados electorales, no patrocinan golpes ni insurgencias, y se niegan a pactar con la extrema derecha. En Lima, no obstante, el APRA y el PPC han estado organizando marchas para desconocer el veredicto electoral confirmado por la ONPE, el JNE, la OEA, los EEUU y la UE, y para llamar a una insurgencia que tome palacio de Gobierno o para promover un golpe cívico-militar o parlamentario, y no solo que se han aliado a la extrema derecha, sino que han llamado a votar por ésta para llevarla al poder.

Socialdemócratas y socialcristianos jamás podrían votar por quienes impusieron una dictadura sangrienta que intervino militarmente en los poderes legislativo y judicial, que organizó una serie de matanzas a civiles y que promueven el racismo.

Para los socialcristianos y socialdemócratas Vox y sus socios peruanos podrían ser tratados de manera similar con la que ellos tratan al AfD.

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