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Las elecciones presidenciales del 2024 pueden acabar con la oposición partidaria y sepultar al FMLN…

Por Mauricio Funes

Una elección presidencial violatoria de la Constitución.

Lo primero que habría que decir es que la oposición no debió participar en las elecciones Presidenciales de Febrero del 2024.

Hacerlo es legitimar una consulta viciada que lleva a la cabeza una candidatura inconstitucional como la de Bukele.

Existen por los menos cinco artículos de la Constitución que impiden que un Presidente en ejercicio busque un segundo mandato en el siguiente período presidencial.

La violación de estos artículos abre el camino a la insurrección.

Lo que debió organizarse en el 2024, siguiendo el mandato constitucional, es un amplio movimiento ciudadano de protesta y rebeldía popular que busque impedir la continuidad en el cargo del Presidente en ejercicio después del 1 de Junio, fecha en que inicia el siguiente período presidencial.

Hay experiencias históricas que dan cuenta de la organización de un movimiento ciudadano que impidió en su momento la continuidad del Presidente de la República más allá del período para el que fue elegido.

El caso más evidente fue la Huelga de brazos caídos que depuso al dictador Maximiliano Hernández Martínez en su intento por continuar en el poder.

En esa ocasión por supuesto concurrieron otros factores que hicieron posible la renuncia del Dictador, tales como la profundización de las contradicciones con la Oligarquía y el aislamiento internacional del gobierno de Hernández Martínez, comenzando por el retiro del apoyo que hasta ese momento había tenido de parte del gobierno de Estados Unidos.

Aunque esas condiciones no existen en estos momentos, el pueblo no debe renunciar al mandato constitucional de oponerse a la continuidad de Bukele en el cargo después del 1 de Junio del próximo año.

En el evento de Febrero de 2024 no solo se elegirán Presidente y Vicepresidente de la República, también entrarán en la disputa electoral 60 diputaciones de la Asamblea Legislativa, 20 del Parlamento Centroamericano y 44 alcaldías en todo el país.

En mi opinión, la oposición solo debió participar en las elecciones legislativas y municipales y rechazar la consulta presidencial por inconstitucional e ilegal.

 

La oposición decide participar en un escenario desfavorable en el que lleva todas las de perder…

A menos de cuatro meses de las elecciones generales, ningún partido de oposición cuenta con una estrategia electoral y menos con un plan de victoria.

Lo único que se les escucha decir es que van a ganar en respuesta al cansancio de la gente frente a un gobierno que no ha podido resolver los problemas que enfrenta el país.

Están en lo cierto en lo que se refiere a los problemas no resueltos.

Donde se equivocan es en cuanto a ese supuesto agotamiento popular ante el gobierno de Bukele y sobre todo, de la figura presidencial.

Las encuestas dicen lo contrario.

En todos estos años, Bukele ha crecido en aceptación y respaldo de la población.

El tan cacareado desgaste de la figura presidencial solo existe en la cabeza de sus oponentes, cada vez más alejados de la realidad en sus análisis.

Por donde quiera que se le vea no hay desgaste de la imagen de Bukele, todo lo contrario.

La última encuesta de Humor Social y Político de la Universidad Francisco Gavidia evidencia una especie de culto ciudadano a la figura de Bukele.

Bukele aparece como el único que puede llevar a cabo los cambios que el país necesita.

De ahí la justificación popular ante un segundo mandato inconstitucional.

A la mayoría de la gente no le preocupa si la reelección inmediata y continua es o no constitucional.

Una buena parte de los ciudadanos consultados por las encuestas de opinión no conocen el texto constitucional y por tanto son indiferentes ante las prohibiciones que contiene este texto sobre la reelección presidencial.

Más de la mitad de los encuestados por DisRuptiva, la encuesta de la Universidad Gavidia, son de la opinión que Bukele necesita un segundo mandato para cumplir lo que no ha podido cumplir por diferentes razones.

En esta misma encuesta, los ciudadanos no le tienen confianza a la oposición, incluyendo a los partidos que fueron gobierno en el pasado.

Tanto así que en un simulacro de votación usando una papeleta y una urna, la intención de voto para los candidatos a la presidencia de toda la oposición junta no suman ni el 10% de los votos emitidos frente a más del 65% que se inclina a favor de Bukele.

Un escenario que difícilmente va a cambiar en lo que falta para las elecciones.

 

Una oposición partidaria débil, sin estrategia electoral, sin programa de gobierno y sin plan de victoria

 De confirmarse la inscripción de Bukele en el Tribunal Supremo Electoral antes que finalice el año, éste enfrentará a una oposición partidaria débil, sin estrategia electoral y plan de victoria y sin un programa de gobierno que haga frente a los problemas del país y que sea una alternativa viable y confiable para la población.

Todos al unísono han dicho que tienen soluciones para la crisis institucional, política y económica en que se debate el país, pero ninguno de los candidatos presidenciales ha revelado sus cartas a menos de 4 meses para que se celebren los comicios electorales.

El Salvador ocupa el último lugar en crecimiento económico en la región desde hace años, pero a la fecha las fórmulas presidenciales no han dicho cómo dinamizarán la economía del país.

Ocupa también el último lugar en atracción de Inversión Extranjera Directa (IED), pero nadie ha señalado el camino a seguir para recuperar la confianza de los inversionistas de otros países.

Los ingresos fiscales vienen cayendo año con año desde que inició este gobierno en el 2019, pero no hemos escuchado a la fecha ninguna propuesta viable de la oposición para superar la brecha fiscal que ya sobrepasa los mil 500 millones de dólares.

Tampoco los partidos de oposición han presentado alternativas al financiamiento externo y al aumento acelerado de la deuda pública.

Nadie se ha atrevido a proponer una reforma tributaria progresiva que haga pagar más impuestos a los que más ingresos tienen.

Ningún candidato de oposición ha dicho que promoverá un aumento de los impuestos a los 160 millonarios del país que acaparan más del 80% del ingreso nacional.

El FMLN ataca a la Oligarquía y al imperialismo pero no propone ninguna medida para reducir su poder en la economía y en el control del Estado.

El candidato presidencial del FMLN sigue sin referirse a la alianza perversa de José Luis Merino y las empresas Alba con la familia gobernante.

La primera medida y hasta ahora la única anunciada en lo que va de la campaña por Manuel “El Chino” Flores, en el momento de su inscripción como candidato presidencial del FMLN, fue proponer la aplicación en los primeros 100 días de gestión de un “medio pasaje” para 150 mil estudiantes de secundaria y la Universidad, lo que le implicaría al gobierno una erogación anual de 30 millones de dólares que se sumarían a los 40 millones que ya entrega como subsidio a los transportistas para mantener estable el pasaje urbano e interdepartamental a nivel nacional.

La verdad que es una medida “parche” y poco significativa dado el acelerado incremento del costo de la vida y que tendrá un impacto reducido en el bienestar de las familias salvadoreñas.

A esta medida se ha sumado el candidato de ARENA, Joel Sánchez, quien ofreció poner a circular buses del Estado que no cobrarían ni un centavo de dólar por el pasaje de los estudiantes de todo el país.

Al igual que Manuel Flores, el candidato de ARENA no ha dicho cómo financiará semejante desaguisado.

Ambas son propuestas demagógicas y de un reducido impacto que no tocan el sistema oligárquico neoliberal ni ponen en riesgo su poder y permanencia.

 

No es Bukele el que va a sepultar a la oposición.

Son los dirigentes actuales de estos partidos, incluyendo al FMLN, los que van a provocar su muerte política…

Las referencias a que la oposición se encuentra más fuerte que nunca y que la imagen y el apoyo hacia Bukele van en caída libre, son expresiones huecas, carentes de contenido.

Nada más alejado de la realidad que hablar de partidos de oposición fuertes que han superado la crisis que se evidenció en los resultados electorales del 2019 y del 2021.

No es Bukele el que ha ido cayendo poco a poco en aceptación ciudadana y respaldo popular.

Al menos no es eso lo que reflejan todas las encuestas de opinión.

En lo que todas estas consultas ciudadanas coinciden es que los partidos de oposición no levantan cabeza.

Tanto los pronósticos presidenciales como los legislativos y municipales son preocupantes.

No sólo Bukele tiene los mayores chances de ganar un segundo mandato, también Nuevas Ideas puede volver a controlar las decisiones legislativas y ganar la mayor cantidad de alcaldías en todo el país.

De confirmarse las proyecciones que se desprenden de la encuesta del mes de Septiembre de la Universidad Francisco Gavidia, podríamos estar frente a un régimen de partido único en el que la oposición dejaría de ser un instrumento con eficacia política.

Dos diputados, uno de ARENA y otro del FMLN, solo asegurarían que ambos partidos, otrora mayoritarios, no desparezcan del mapa político y legal.

Pero su capacidad de representar a las mayorías, de promover decisiones en favor del pueblo salvadoreño y de resistir la embestida legislativa del oficialismo, se vería seriamente mermada.

Y esa no será una obra de Bukele sino una auto flagelación de la oposición.

Réquiem para los partidos y liderazgos de oposición…

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