Trabajo preparado por la Sección de MEDICINA de la Universidad Internacional Rosacruz UIRC, de la Gran Logia de Habla Francesa (Traducción: Marta López Subirós, Costa Rica)
Las lesiones en los hemisferios cerebrales.
Después de haber observado a varios sujetos que habían sufrido una destrucción accidental de ciertas zonas del cerebro, los científicos descubrieron las propensiones emocionales predominantes del lado opuesto a la lesión. Remarcaron que una lesión del cerebro derecho, puede favorecer a la aparición de emociones positivas, puesto que el cerebro izquierdo es predominante. Inversamente, si se lesiona una parte del cerebro izquierdo, correspondiente, por ejemplo, a la alegría, el individuo reaccionará con una tristeza permanente. Parece pues que existen en el cerebro cortical, tanto potencialidades positivas, como negativas. En cierta medida significa que el individuo tiene la elección de sus sentimientos y que puede reprimir o aumentar los aspectos negativos o positivos de sus emociones. Es así como se puede explicar la importancia de las reacciones emocionales generadas por el estrés. Sin embargo, y contrariamente a la opinión de muchos expertos que trabajan en este campo, no se puede afirmar que tales constataciones prueben que la fuente de nuestros estados emocionales se encuentre en el cerebro. Simplemente s puede decir que los hemisferios cerebrales son reveladores de las emociones que sentimos objetivamente y que, según el caso, la respuesta consciente dada, se decide sea en el nivel del cerebro exterior (cerebro-espinal), sea en el nivel del cerebro interno (cerebro autónomo), del cual varios investigadores han mostrado el funcionamiento.
Funciones del Yo interno
Trabajos realizados sobre las estimulaciones ejercidas al nivel del cerebro, han permitido descubrir la existencia de circuitos que actúan cuando hay estrés; están adentro del cerebro interno. Este cerebro, llamado también “cerebro profundo” por los científicos, está formado por el hipotálamo, el hipocampo y las amígdalas cerebrales. Desde el punto de vista místico, el hipotálamo, el cerebro espinal y la epífisis o glándula pineal, las que con el plexo correspondiente (plexo “epifisario”) están en relación con la consciencia del alma.
Se puede considerar que el hipocampo es la zona donde se determina la noción de cierto, de verdad, de bien o de mal. Igualmente en esta zona se efectúa el análisis de las nociones que el Yo interno conoce para ser ciertas, gracias a los contactos que establece con el alma y el Divino a través de la hipófisis. Estímulos por electrodos hechos en animales y en el hombre en ciertas cirugías, han mostrado que los circuitos que atraviesan esta zona pueden inducir sensaciones y reacciones opuestas cuando hay estrés. Así, hoy en día se denominan cuatro circuitos mayores: el circuito del miedo o de la seguridad; el de las necesidades o deseos; el del abandono o superación; el de la debilidad o del coraje. Todos estos circuitos siguen más o menos las mismas vías. Después de pasar las zonas del hipocampo y del hipotálamo, siguen a las zonas reticuladas y se orientan hacia el sistema nervioso autónomo. Según que estos circuitos sean influenciados por las zonas del hemisferio izquierdo o por las del derecho, serán positivos o negativos.
Así, un mismo estrés puede inducir un circuito con tendencia negativa y traducirse por miedo, debilidad o inducir una tendencia positiva como la seguridad y el coraje. Como ejemplo, consideremos el circuito de las necesidades o de los deseos. Según sea el origen de los impulsos emocionales, la consciencia busca tanto la satisfacción de los apetitos físicos nacidos en el cerebro derecho, como se focaliza en las aspiraciones elevadas que nacen en el cerebro izquierdo. Antes de manifestarse en una forma o en otra, estos impulsos son sometidos a un análisis por el Yo interno a nivel del hipocampo. Este se comporta como un guardián y como una protección de la cual el individuo puede o no darse cuenta.