@SilviaCoLatino
Dentro de un vaso de cristal, la pequeña llama de una vela resiste la corriente de aire que trata por extinguirla, con ella en su mano, Antonio Castro y familiares, contemplan la fosa de exhumación en que trabajan la forense argentina Silvana Turner y médicos del Instituto de Medicina Legal.
“La luz de esta vela significa que mi familiares están viendo la luz de día de nuevo, es la luz de la esperanza. Me da alegría de haber encontrado los restos, porque cuando yo muera, estoy seguro nos vamos a reencontrar”, manifestó. En el segundo día de trabajo de 10 de las 12 escenas de exhumación que se realizan simultáneamente en varios lugares del Cerro Pando, como el Caserío Poza Honda, jurisdicción de Meanguera, Morazán.
Miembros del Equipo Forense Argentino y médicos del Instituto de Medicina Legal (IML) encontraron este 1º de diciembre, las seis víctimas en el Caserío Poza Honda, ejecutada por un combinado militar en diciembre de 1981, que rompe 31 años de silencio. La escena forense mide los 2.60 metros de ancho y 2 metros de largo, que han custodiado añejos árboles de ixcanal, laurel, copinol y mango, bosques que conforman a los cuatro cantones de Meanguera: Soledad, La Joya, Guacayama y Cerro Pando al Norte de Morazán.Para Antonio los recuerdos del conflicto armado regresan inevitablemente al comentar con resignación, “la gente que murió esos días de diciembre fue por exceso de confianza”, y que no pudieron medir la acción violenta del Estado que quiso “asustar” a un pueblo que había decidido no ceder más a las injusticias.
“La masacre se dio con gente civil, no eran los compas los batallones llegaron el 11 de diciembre a El Mozote luego, 12 y 13 vienen por acá; aquí mataron familias de evangélicos, de niños, mujeres y ancianos. Yo me incorpore a la guerra a los 27 años y estoy siempre en pie de lucha por la justicia”, comentó.
Wilfredo Medrano, abogado querellante de Tutela Legal “María Julia Hernández” explicó que las exhumaciones en Cerro Pando y El Pajarito son sitios de enterramiento autorizados para su exhumación por el Juez de Meanguera, que trabajan en un combinado el equipo de forenses argentino y salvadoreño.
“Ahora estamos en la búsqueda de seis personas, en su mayoría niños y donde el Batallón Atlacatl incursionó mató a muchas familias y no todas se lograron recuperar, algunas porque no fueron enterradas.
Asimismo, hay equipos forenses en Los Toriles, La Joya y El Mozote que ha permitido la recuperación de 25 osamentas, que tendrán que ser sometidas a procesos de identificación más puntuales, por la mezcla que hubo de restos óseos.
“Establecer el número de individuos se deberá realizar en un laboratorio de biología genética (ADN), y saber cuántas víctimas se han recuperado en estas exhumaciones. Desde 1992 se han realizado 8 intervenciones forenses del Equipo de Antropología de Argentina, porque también han intervenido en otras masacres como La Quesera; sobre el número de restos óseos recuperados a la fecha, son más de 300 y para el primer trimestre del próximo año se realizarán estos procesos en el país, y de no resolver algunos casos será el Equipo Forense Argentino se llevara las muestras para sus laboratorios y establecer la identidad”, aseguró.
Sobre el proceso jurídico, Medrano agregó que con estas diligencias serán remitidas al Juzgado de Primera Instancia de San Francisco Gotera, porque ahí se abrió el único proceso penal histórico, sobre la muerte de más de mil campesinos.
“El juez va incorporar estas pruebas al expediente, aunque el Juez de Primera Instancia no necesita de estas diligencias para imputarles a los militares estas masacres. Porque con todos los elementos de juicio que ya tiene podría decretar la detención de todos los militares implicados, porque la Masacre de El Mozote ya está documentada, entonces consideramos que el juez está solamente fortaleciendo la fundamentación para que el caso no se caiga, solo esperamos que por el mandato de la Fiscalía General de la República pase de ser pasiva a formar parte para defender a las víctimas y la sociedad”, argumentó.
Silvana Turner del Equipo Antropológico de Argentina comentó que han trabajado en diez de las doce escenas de exhumación, donde se han obtenido evidencias en cinco.
“Las situaciones se dan por diversas razones como el tiempo transcurrido, condiciones del ambiente, a veces son búsquedas que implican que no hay certeza en el punto en que se enterró la víctimas o es una más extensa la búsqueda, o carroñados por los animales, lavados por la lluvia, hemos recuperado algunos restos y las estimaciones se harán luego, en el laboratorio del IML que aplica las técnicas de la antropología forense para su análisis y ahí tendremos la certeza del número de víctimas”, externó.
La fosa de exhumación muestra los primeros resultados positivos, asoma lentamente, bajo las brochas forenses y delicados instrumentos de remoción de la tierra, el inconfundible color amarillo mate de huesos, es un cráneo que puede ser de un miembro de la familia de Antonio Castro. “La guerra es ciega y no respeta a nadie, pero al encontrar estos restos tenemos ya la luz de la verdad, porque no basta que diga que pasó una masacre, sino lo demostramos aquí estamos asegurando que esto sí ocurrió. Aquí están Aurelia Ramírez (suegra), Susana Ramírez (esposa), José Ramírez (cuñado/ niño 12 años); Dina (4 años) Y Heriberto Castro (2 años) (hijos). Debemos aceptar el paso de la muerte con la esperanza de la resurrección para todos, y ahora ya puedo estar tranquilo por tenerlos de nuevo conmigo”, puntualizó.
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