“La memoria es la que le regresara la dignidad a la historia.”
Jorge Gálvez
Director del Museo de La Memoria indómita
México.
El proceso de conformación de Estados Unidos en una super potencia mundial al término de la 2ª guerra mundial trajo consecuencias de largo alcance para los países de América Latina, que quedaron naturalmente inscritos en su esfera de influencia. Por consiguiente, no pudieron escapar al conflicto entre EEEUU y la URSS que estaba en el corazón de la Guerra Fría.
La fuerte ideologización de la política exterior del gobierno estadunidense que inspiraba la doctrina de contención del Comunismo fue el motor para que la política de Washington se incrustara en los equilibrios y desequilibrios internos de estos países acentuando la represión, el intervencionismo y los golpes de Estado.
Doctrina de Seguridad Nacional
Es el resultado del pensamiento y la estrategia geopolítica estadunidenses desarrollados bajo la Guerra Fría cuyo rasgo principal era el combate político, militar, económico e ideológico a la amenaza y avance comunista en el occidente, argumentada en el principio de la seguridad colectiva y legitimadora de una práctica intervencionista. La DSN ejerció una influencia en la coyuntura política y de seguridad de los países latinoamericanos a través, por ejemplo, de entrenamientos militares y doctrinarios ofrecidos a jefes y oficiales de las Fuerzas Amadas de estos países en la Escuela de las Américas, institución administrada por el Departamento de Defensa de los EEUU.
En 1959 acaecía un hecho muy importante que tuvo mucho que ver en la orientación del proceso de la Guerra Fría: el triunfo de la Revolución Cubana que representaba la amenaza Comunista.
Sim embargo, una primera Reflexión imprescindible debería ser si el combate al comunismo, se realizó por la defensa de la libertad de las naciones de América Latina incluyendo específicamente a El Salvador y la paz mundial, o solamente por la propia seguridad nacional de los EEUU y sus intereses geopolíticos.
Es uno de los períodos más oscuros y siniestros en las relaciones de los gobiernos de EEUU y de América Latina. Supuso la cooperación entre los regímenes de América Latina con el objetivo de perseguir a la oposición política de izquierda durante un largo período.
EL Plan Condor nació en Chile el 28 de noviembre de 1975- Coordinado por la CIA y la DINA y hasta la década de los 80. Su ideólogo fue Henry Kissinger, jefe del Departamento de Estado en el gobierno de Richard Nixon.
Encontrados por el juez paraguayo José Fernández, fueron redactados durante la dictadura de Alfredo Stroessner 1954-1989. Desde el año 2016 La UNESCO los ha colocado en las “Memorias del Mundo” como uno de los documentos más importantes. Y evidencian la existencia de 377 víctimas de la Operación Condor de1974 a 1981-
Podríamos hacer una sencilla comparación con El Salvador con algunos números que son parciales, pero de estadísticas reales, y que nos deberían de inducir profundamente a la toma de las medidas de no repetición que nos dictan imperativamente “Los Acuerdos de Paz” firmados por el gobierno de El Salvador y la guerrilla del FMLN.
No podemos olvidar que hasta 1980, antes del inicio de la guerra se contabilizaban en El Salvador 30,000 muertos.
Algunos datos de ese período recopilados como parte de esta memoria viva, aún sin ser la totalidad, expresan la profundidad de la represión vivida. Las víctimas y las organizaciones representantes, incluyendo a la Universidad Nacional han presentado ante el sistema de justicia 160 casos:
- 140 ante la fiscalía general de la República
- 12 ante la Sala de lo Constitucional y
- 8 ante Tribunales penales.
Entre estas denuncias tenemos:
- 61 ejecuciones extrajudiciales
- 85 desapariciones forzadas
- 20 torturas
- 7 violaciones sexuales
Ante todos estos casos se mantiene la impunidad pues no existe ninguna persona condenada.
Es necesario puntualizar que, para los casos que conozco personalmente, estas cifras se quedan muy alejadas de la realidad.
Y si el gobierno actual interpreta todo esto como una farsa, debemos entender que no le importa que caminemos hacia una nueva confrontación, que nuestro pueblo y la comunidad internacional seguramente no comparten.
Es imprescindible preguntarles a los militares, si están de acuerdo. No me refiero al Señor ministro de defensa que evidentemente está comprometido con el pasado, comprometiendo temerariamente el futuro de la institución armada.
Desde muy pequeño fui un gran amante de la vida militar. Soñaba con servirle a mi patria. En mis primeros años dentro de ella, me fue preocupando el hecho de la obediencia ciega. Y era claro que tenía sentido, para hacer cumplir órdenes que humana y legalmente no se podían cumplir. Algunas no se debieron cumplir nunca.
En 1965 siendo cadete de 2º año de la Escuela Militar, experimenté directamente lo que significaba la Doctrina de Seguridad Nacional: ese momento fui acusado, injustamente, de ser comunista. Este señalamiento era como casi una condena a muerte.
Es importante resaltar la injusticia de este hecho, ya que hay que pensar con cuánta gente se ha cometido esta misma injusticia.
Cuantos torturados asesinados o desaparecidos existen y que sus familias o amigos todavía buscan y esperan encontrar. De estos hay muchas y muchos vivos, o sus familiares, que conforman los colectivos de víctimas, entre estos mi persona. Todas y todos esperando la verdad y la justicia que se ha negado hasta este día.
Personalmente me costó la expulsión de la Escuela Militar. Ya afuera, fui capturado, estuve prisionero en las cárceles clandestinas da la Policía Nacional destinadas a presos políticos, fui torturado, en vías de ser asesinado y desaparecido. Mis compañeros de promoción y muchos más conocen muy bien esta historia. Me libre de morir o desaparecer; otras personas, que fueron miles, tuvieron otra suerte.
Frente a esos hechos pude demostrar mi inocencia, y en esta forma pude reingresar a la Escuela Militar. Después de todo regrese encantado a continuar mis estudios. Ignoraba totalmente el destino que me deparaba mi vida.
Mi graduación de oficial fue en 1970, una época políticamente muy convulsa. En el último año ya para graduarme de oficial, recibimos adiestramiento militar antisubversivo y doctrinario en la Escuela de las Américas, ubicada en un fuerte estadounidense en la zona del canal en Panamá, Fort Gulick.
Para estos tiempos la situación política ya estaba muy radicalizada. Se estaban terminando de romper las costuras de la democracia.
Los cuerpos de seguridad trataban de controlar a la población con medidas cada vez más represivas. Desde los cuarteles les apoyábamos con algunas acciones, realizábamos capturas de jóvenes estudiantes universitarios y de secundaria, casi todos tenían el cabello largo, era la moda. En camiones eran llevados al cuartel, se les quitaba todo el cabello, se les daba un mensaje anticomunista, se les amenazaba, tratándolos con mucha violencia. Luego se les dejaba libres. No valorábamos en lo mínimo que estábamos acumulando mucho resentimiento, odio y rabia en esta juventud y toda la población que nos observaba.
Un hecho lamentable a nivel nacional fue la orden del gobierno de tomar las Universidades de todo el país, con prioridad en la de San Salvador. A mí me toco comandar la toma del Centro Universitario de oriente en San Miguel.
En todas ellas la Fuerza Armada y los Cuerpos de Seguridad en búsqueda de comunistas. No encontramos ningún indicio de la información que nos habían entregado, ni armas, ni fábricas de explosivos, ni rasgos de campos de entrenamiento. Con estas tomas causamos grandes daños al patrimonio universitario. También es una deuda pendiente de la institución armada a la comunidad universitaria.
La amenaza comunista solo estaba en nuestras mentes. Lo que si había era un claro deterioro del gobierno militar y del partido oficial, el Partido de Conciliación Nacional (PCN) lo que evidenciaba claramente la posibilidad de que perdería las elecciones.
El enemigo interno de aquella época en gran parte lo constituía la comunidad universitaria, así también los institutos, escuelas, sindicatos, profesores, campesinos, obreros etc. Es decir, toda la oposición popular confrontada con las políticas represivas de los gobiernos militares impuestos.
La oposición política eran gentes de varios partidos, la mayoría eran del Partido Demócrata Cristiano, muy lejos de ser comunistas.
En esta situación a los militares, que éramos una institución apolítica constitucionalmente, nos ordenan realizar campaña electoral, en todo el país, a mí me toco el municipio de Sesori. Los cuerpos de seguridad, amenazando y reprimiendo a la población para obligarla a votar por el partido oficial.
Aun con todo este esfuerzo, la oposición ganó las elecciones con la coalición Unión Nacional Opositora (UNO), conformada por el partido Demócrata Cristiano, (PDC), el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y la Unión Democrática Nacionalista (UDN) Su candidato era el Ingeniero José Napoleón Duarte.
En nombre del anticomunismo, inducidos por el gobierno de Estados unidos, avalados por el poder económico se tira a la basura la democracia y la Fuerza Armada, bajo el argumento de defensa de la patria, recibe la orden de cambiar el resultado.
A mí con un grupo de militares y dos miembros del partido oficial, del PCN, me toco cambiar el resultado de las urnas de San Miguel. Estas son las ordenes que no se deberían haber cumplido por estar en contra de la democracia, que decíamos defender.
Al día siguiente, otro presidente militar fue impuesto por el poder de las armas, por la dictadura militar. Imponiendo que el partido oficial PCN fuera el ganador de las elecciones.
La población enardecida se lanzó a las calles a reclamar sus derechos, sabían que realmente la UNO habían ganado las elecciones y se las habíamos arrebatado con el poder de las armas.
Después de ello, los espacios políticos se cerraron cada día más, el enfrentamiento en las calles se radicalizó y aumentó la represión y la violencia de los cuerpos de seguridad en las ciudades y el campo.
La situación era de enfrentamiento contra nuestro mismo pueblo. Las ordenes eran tajantes: capturar, obtener información aplicando torturas, eliminando y desapareciendo a los lideres de las organizaciones populares. Se instalo la ideología del exterminio de la población. Tierra arrasada. Estábamos alimentando el enfrentamiento armado que luego llego.
En la década de 1970, los cuerpos de Seguridad: Policía Nacional, Guardia Nacional y Policía de Hacienda en nombre de la doctrina anticomunista realizaron grandes exterminios de población. En esa época aparecen en el país los Escuadrones de la Muerte, que eran estructuras de la misma institución militar, estos hacen aumentar las acciones clandestinas de torturas, asesinatos y desaparecimientos.
UN CAMBIO IMPORTANTE EN ESTA ETAPA es el involucramiento del ejército directamente en los planes de represión: operativos urbanos y rurales, toma de escuelas, cierre de zonas comerciales y registros de zonas populares, que iban orientados al exterminio de la oposición. Integrando en sus estructuras militares a los aparatos de inteligencia y los escuadrones de la muerte.
Se secuestro la Democracia y desapareció la libertad, se cerraron más los espacios políticos y como dice el concepto fue apareciendo la guerra, como sustitución de la política. Así casi toda la población se iba convirtiendo en enemigo interno.
En esa época, fui testigo de secuestros, torturas y vi a gente que estaba en las cárceles y afuera sus familiares buscándolos como desaparecidos. Algunas veces que llego la Cruz Roja Internacional, los sacaban y eran escondidos en casas particulares que eran usadas como cárceles clandestinas.
En uno de los casos cotidianos en la Guardia Nacional, una mujer prisionera atada a un tambo de gas propano con sus tres hijos, fue torturada, aunque no le pudieron comprobar sus acusaciones, ya que era inocente y sus hijos más; como la habían torturado estaba muy señalada, preguntaron qué hacer, sin duda había que eliminarla. Los guardias preguntaron ¿y sus hijos? también lo mismo, había que asesinarlos. Que fácil era matar, que poco valor tenía la vida.
Por algunas experiencias sucedidas se ordenó un cambio espeluznante: desde este momento ya no debería haber más desaparecidos, pues causaban muchos costos políticos: HAY QUE MATARLOS Y QUE APAREZCAN EN ALGUN TERRENO, CAMINO O CARRETERA. Así se hizo, disminuyeron considerablemente los desaparecidos. Lógicamente aumentaron los muertos….
Continuaron las violaciones, masacres en los pueblos, cantones y caseríos, ahora en manos de toda la Fuerza armada, el ejército, los cuerpos de seguridad y los paramilitares.
En estos años, de 1977 a 1980 se masificó la realización de operativos militares contrasubversivos en todo el territorio del país y se potenciaron las acciones de exterminio de la población a veces con grandes engaños, siempre bajo la doctrina anticomunista.
Se ofreció Amnistía a quien se entregara y diera información, se le ofrecía ayuda a su familia…. Aunque realmente, en lugar de la ayuda, después de dar información, se les asesinaba, con toda la familia. Todo en nombre del anticomunismo.
Por la noche en la ciudad de Santa Ana, salían grupos de soldados sin uniforme, al mando de un oficial que, con la información recabada, capturaban y asesinaban a hombres y mujeres señaladas de ser subversivas. Por la mañana aparecían sus cadáveres en las esquinas de Santa Ana, con rótulos “AJUSTICIADOS POR COMUNISTAS”.
¿Acaso estos hechos no tienen responsables?
Al año 1980 en mi libro le llamo quiebre histórico: es el tránsito hacia la guerra. Hablo de hechos como símbolos de la memoria, de ordenes que no se debieron cumplir: fueron asesinadas por la Guardia Nacional, 4 religiosas estadunidenses, 2 monjas Mariknoll, una laica Mariknoll y una Ursulina.
Asesinaron a Monseñor Romero y a los miembros del FDR, infinidad de casos más.
Dentro de estos ya se contabilizaban 30.000 muertos. Tomar en cuenta que la guerra no había iniciado.
El 10 de enero de 1981 se inicia la guerra que duraría alrededor de 12 terribles años para nuestro país. Fue una cruenta guerra, no fue nada fácil para nadie. 75.000 muertos.
En octubre de 1980 desobedecí la orden de atacar la Villa El Rosario, con la orden explicita de bombardear la población civil, bajo la doctrina de tierra arrasada. Este hecho me cambio la vida para siempre, fue el punto de inflexión de mi vida que me llevó a ponerme en el lado de la población oprimida que luchaba por su existencia. Lo volvería hacer.
Al final del 1er año de la guerra el 11 de diciembre de 1981 los pobladores del Mozote se encontraron en medio del camino que el Batallón Atlacatl, había trazado en su cruzada anticomunista. Realizando una de las más grandes masacres cometidas contra civiles a sangre fría en la historia reciente de América Latina.
Termino hablando de la Dignidad de la Desobediencia, no solo para acentuar lo acertado de mi decisión, sino que para reflexionar sobre las órdenes que muchos militares no debimos cumplir. En la Villa El Rosario se salvaron de morir alrededor de 4000 a 5000 personas. Pudo haber sido lo contrario como en el Mozote. En este caso los archivos del ejercito siguen protegidos imposibilitando la investigación. Se apelan a razones de estado o seguridad nacional. Donde queda la verdad y la justicia.
La guerra casi termina con el terrible asesinato de los sacerdotes Jesuitas y dos de sus trabajadoras. Otra orden que no se debió cumplir y que deja una mancha eterna en la memoria de la Institución armada. Hecho comprobado por juicio realizado en España, en el cual el coronel Inocente Orlando Montano, por el momento es el único condenado. Pero seguramente hay otros responsables que tendrán que rendir cuenta a la justicia.
Desde el dolor de haber perdido a sus familiares, nuestra entrañable compañera Gloria Guzmán nos dice: Para buscar desaparecidos no necesitas muestras de ADN, necesitas una investigación.
Gracias
Capitán Francisco Mena Sandoval
Activista Político por la defensa de los Derechos Humanos y
La Reconciliación. Miembro de COPPES.