Iván Escobar
Colaborador
Augusto Vásquez vivió por más de 30 años en El Salvador, es un fotógrafo de amplia experiencia, docente universitario y de origen mexicano. Durante el conflicto armado salvadoreño, Augusto perteneció a una de las líneas del sistema informativo de la guerrilla salvadoreña, estuvo en los frentes de guerra y retrató con su cámara las huellas del último de los conflictos armados más crueles de
Centroamérica.
Diez de esos años estuvo en las entrañas de la guerra, convivió con una lucha popular de la cual aprendió mucho, y que hoy en día, considera que es una guerra que tiene que estudiarse a profundidad.
“Yo he dicho muchas veces, y lo he reafirmado de que la sociedad salvadoreña, es una sociedad sin identidad”, expresó con propiedad este hombre que a sus 70 años, remarca que “es necesario que (esta sociedad) tenga una construcción y un discurso histórico, y que este proceso de la guerra, que incluso ahora es negado, pues sea estudiado, sea analizado de la manera más adecuada para que se conozca verdaderamente lo que fue ese sacrificio y esa lucha del pueblo
salvadoreño”.
Vásquez recientemente presentó su libro titulado: “El Salvador, huellas de la conciencia”, un trabajo que inició en 2003 pero algunas circunstancias no permitieron que el proyecto se materializara, y es a partir de su retorno a México, hace dos años, después de la pandemia de COVID-19, cuando Augusto regresó a su tierra y retomó el proyecto del libro.
Comentó que hace poco registró el libro en El Salvador, y por ahora la edición del mismo corre bajo su cuenta, pero no duda en que pronto tendrá alguna editorial que se interese en un trabajo formal.
Estos días en San Salvador, ha recordado junto a ex compañeros de guerra y amigos, aquellos sucesos que en 1982 lo llevaron a dejar su tierra e incorporarse de lleno a una lucha armada totalmente ajena, pero con la cual se identificó. Su primera visita al país fue en 1978, y en 1979 regresó y como fotógrafo retrató e inmortalizó la imagen de Mons. Oscar Arnulfo Romero, en una imagen emblemática en blanco y negro, meses antes de que fuera asesinado el ahora santo salvadoreño.
También su fotografía icónica, es la de cuatro guerrilleros de las fuerzas especiales que reflejó el poderío popular de los combatientes.
Ya en 1982 se incorporó a una estructura del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que se llamaba Comando Internacional de Información (COMIN), y desde 1982 militó en las filas guerrilleras del ERP, en los frentes de guerra. Ahí dice que si bien andaba armado, su misión esencial era registrar fotográficamente el proceso de lucha, por lo que su cámara fotográfica fue su fiel amiga de combate.
El proyecto del libro se retomó a su retorno a México, es decir, dos años atrás y el mismo ya ha tenido una aceptación importante. Recuerda que todas las imágenes que él captó durante la guerra, nunca las vio físicamente hasta después de la firma de la paz, en 1992. “Allá tomábamos las fotos y enviamos los rollos”, comentó.
Compartió una anécdota sobre la imagen, que es la portada del libro, y que se titula: “La Piedad”, que refleja el dolor y angustia de dos guerrilleros. Vásquez aseguró que cuando hizo la imagen, nunca se imaginó la dimensión que esta tendría en el contexto histórico salvadoreño de la guerra.
Fue hasta después de firmada la paz, cuando en la Sala Nacional de Exposiciones, se presentó una serie de imágenes de diversos fotógrafos de guerra, como recuerdo del conflicto. “Muchos hablaban de una imagen, la piedad…pero ni tenía idea, de cuál era la piedad. Cuando entro a la Sala Nacional de Exposiciones, me dicen: «Mira, La Piedad”– y le digo al verla, pues esa foto yo la tomé”.
Así dice que vivió muchas experiencias con sus imágenes después de la guerra, ya que solo las tomaba en el terreno, y las enviaban junto a otro material de video a Nicaragua, donde había un laboratorio, que él capacitó a algunos de los que estaban al frente del mismo y se encargaban de revelar y difundir el material al mundo.
El objetivo era tener una vía de información directa desde la guerrilla al mundo, rompiendo la barrera informativa de la prensa oficialista, y así dar a conocer la cotidianidad y la crueldad de la guerra que sufría el pueblo.
“La mayor parte de las imágenes que tomé, si bien circularon por el mundo y sirvieron para informar lo que sucedía en la guerrilla, ese fue el objetivo…lo que se quería era que hubiera un discurso de imagen desde la guerrilla, no solo informativo sino también de imagen”, remarcó.
Presentación en la UES
Recientemente presentó en San Salvador su libro, en la Pinacoteca “Roque Dalton”, de la Universidad de El Salvador, donde estudiantes, artistas y profesionales de la fotografía escucharon de cerca la trayectoria de este fotógrafo de amplia experiencia y técnica.
Hoy en día, dice que continúa capacitando y los procesos de formación fotográfica con nuevas generaciones, y algunos proyectos, recuerda que desde que se integró a la guerra entendió la lucha y por ello acompañó, hoy busca que el arte de la fotografía se valore, como elemento de aporte a la memoria y la historia.
Mario Castrillo, curador de la Secretaría de Arte y Cultura de la UES, presentó el trabajo de Vásquez desde sus orígenes, y resaltó que el trabajo documental del fotógrafo permite hoy conocer ese interior de las columnas guerrilleras, la frialdad de la guerra, y sobre todo entender desde la imagen el conflicto armado y la solidaridad de los combatientes, también la solidaridad y dolor. “Para hablar de Augusto hay que referirse al internacionalismo proletario”, precisó durante su
intervención.
Además, dijo que la sociedad salvadoreña, le debe mucho a Vásquez, porque fue uno de los muchos internacionalistas que renunciaron a todo, y creyeron en el proceso revolucionario del pueblo salvadoreño, y hoy siguen aportando como referentes de esa lucha.
“El maestro Vásquez tiene una amplia y vasta experiencia en el conflicto armado, como un revolucionario internacionalista que no escatimó el perder la vida en un conflicto que no era su patria…”, concluyó Iván Bonilla, Secretario de Arte y Cultura de la UES.
El libro de Vásquez tiene un valor económico de $35 dólares, y pueden contactarse con él para adquirirlo, comentó el autor.
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