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Las huellas del gobierno de Nayib Bukele

Por Fredis Pereira

La promesa de Nayib de hacer historia la está cumpliendo, como un dictador siniestro que goza de popularidad, con rumbo incierto que para algunos ha sido terrorífico; que, por el bien del El Salvador, espero no acabe en una tragedia mayor como sucedió con otros tantos que han dejado huellas de destrucción en la historia de la humanidad. Tengo esperanza que la cordura volverá al gobierno de El Salvador.

La violación de los derechos humanos es una huella siniestra. Más de 4 mil compatriotas fueron privados de su derecho constitucional de volver con su familia a casa, dejándoles indefensos en el extranjeros y en situación de perturbación a sus familiares que les esperaban, haciendo oído sordo al clamor que expresaba la incapacidad para vivir con dignidad fuera del país. Además, desoyendo las súplicas de los ciudadanos, el gobierno marco la vida de más de 10 mil familias, con arrestos arbitrarios y confinamientos en lugares insalubres, donde fueron víctimas de la violencia, contagio del Covid19, inundaciones y otros atropellos. No valieron denuncias, ni reclamos de distinguidos defensores de los derechos humanos; las resoluciones y sentencias de instituciones como la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos y la Sala de lo Constitucional han valido poco frente a un gobierno que apuesta por el atropellos de los derechos humanos.

El deterioro del orden constitucional configura la huella nefasta del gobierno. En vista del irrespeto a las sentencias de la Sala de lo Constitucional, el uso arbitrario del veto presidencial, la promulgación de decretos con vicios de inconstitucionalidad, el uso recurrente de los recursos públicos en campañas de desprestigio contra las instituciones democráticas ha venido a detener el desarrollo democrático y ha deteriorar la imagen del país a nivel internacional.

La destrucción de la base productiva y endeudamiento público es una huella de pobreza. El gobierno desoyendo a los profesionales y contra el principio de proporcionalidad de la protección civil, ha tomado medidas que empobrece al pueblo salvadoreños, poniendo en situación de calamidad a muchas familias que han sido obligadas por el gobierno a cesar de trabajar, cerrando arbitrariamente las empresas, generando escasez de bienes y servicios, reduciendo los ingresos del Estado. Esta situación ha traído consigo el aumento del endeudamiento para cubrir esa falta de ingresos y también que miles de empleos se pierdan. Aunque las campañas del gobierno insistan que no hay más alternativa; la verdad es que la alternativa que eligió es empobrecedora y atenta contra el bienestar el pueblo, por ejemplo, ante la suspensión del servicio de transporte público, la gente ha recurrido a viajar hacinados en vehículos que no cuentan con las condiciones de seguridad. Un juicio irreflexivo del gobierno ha tildado a estas personas de irresponsables, pero la evidencia muestra que son personas que salen a cumplir su deber en la red de salud pública o salen a conseguir alimentos, ya que gobierno es incapaz de suplir la carencia de alimentos y transporte a quienes lo necesitan.

La militarización de la actividad del Estado es otra huella del gobierno. Se observa una insistencia en poner a expertos en los fusiles y metralletas ha conducir acciones de salud pública, por ejemplo, los cerco sanitarios y la administración de centros de cuarentena. Parece que el gobierno tiene alguna afinidad con las armas, pues también hemos visto a militares haciendo control de plagas, control de incendios, etc.; aunque las leyes y la ciencia identifica a otras instituciones y profesionales para atender esas situaciones.

El retroceso en materia de probidad y transparencia muestra las huellas torcidas del gobierno. Se ha preferido atacar a quien exige rendición de cuentas. El gobierno prefiere gastar sin control, exige leyes que exoneran de aplicar la LACAP y la Ley de Acceso a la Información Pública. En menos de un año de este gobierno está siendo investigaciones por actos de corrupción.

El gobierno debe volver al rumbo constitucional para que sus huellas lleven al bienestar del pueblo salvadoreño; esto no se logra con campañas publicitarias, se necesita ciencia y coordinación de los órganos del Estado, todavía hay tiempo para corregir el rumbo.

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