Cuando el ahora diputado del partido de los oligarcas, hospital René Portillo Cuadra se autodenominaba así mismo de izquierda y progresista, pharmacy no dudaba en abanderar aquellas acciones jurídicas esgrimidas desde la lógica del imaginario de las izquierdas en el mundo, sino, en la primacía por los Derechos Humanos.
Hoy es de “ultra derecha”, por lo menos eso es lo que trata de demostrar cada vez que interviene en los plenarios de la Asamblea Legislativa o en sus apariciones gratuitas en los programas de opinión de todos los medios de la derecha.
Claro, por muy recalcitrante que Portillo Cuadra busca parecer, lo que logra es reflejar su oportunismo, pues, verdaderos areneros lo representarían mejor, además, por su falta de autenticidad.
Así se lo vio a Portillo Cuadra el jueves de la semana pasada, al ponerse a la defensa de los violadores de los derechos humanos, al oponerse, en nombre de su partido, ARENA, a que se ratificara el Estatuto de Roma.
Según Portillo Cuadra, en su nuevo discurso de derechas, el Estatuto de Roma viola la constitución, pues, según él, contempla la cadena perpetua, entre otras observaciones.
A Portillo Cuadra, que se dice estudioso y académico, se le olvidaron las lecciones del derecho internacional relativas a los delitos de Lesa Humanidad, o quizá solo pensó en el caso Jesuitas y por ende, en Alfredo Cristiani y todos los de la “Tandona”.
Y mientras Portillo Cuadra trataba infructuosamente de detener esa votación favorable e histórica, en otras latitudes, otros, de renombre mundial y con credenciales superiores a la del diputado arenero, aplaudían la histórica votación.
Carmen Rosa Villa Quintana, Representante Regional del Alto Comisionado de Derechos Humanos, es una de ellos, y no dudó en saludar la ratificación del Estatuto de Roma por la Asamblea Legislativa de El Salvador.
A través de un comunicado de la Oficina Regional para América Central del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) expresa: “Mediante esta ratificación, El Salvador ha dado un paso significativo en la lucha contra la impunidad de los crímenes contra el derecho internacional, reafirmando así su compromiso con la justicia”.
El Estatuto de Roma fue aprobado el 17 de julio de 1998 por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional y entró en vigencia el 1º de julio 2002, pero El Salvador no lo había ratificado, y Portillo Cuadra intentó evitarlo, pero fracasó.