La semana pasada cayeron fuertes tormentas en diferentes puntos del país, con saldos trágicos: la muerte de un menor de edad arrastrado por una fuerte corriente de agua, casas inundadas y hasta vehículos dañados.
El Salvador, en época lluviosa –que generalmente comienza a principios o finales de mayo-, siempre sufre de pérdidas materiales y humanas, debido a las vulnerabilidades, principalmente, y por los efectos del cambio climático.
Según las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente, los equipos ubicados en las diferentes estaciones del país, con los cuales se mide la cantidad de lluvia, más del 50% de las estaciones registraron arriba de 50 m.m. la lluvia caída en los últimos 10 días lo que explica, en alguna medida, las afectaciones arriba señaladas.
Tanto el MARN como Protección Civil, debería mantener campañas educativas e informativas, en este periodo, para crear una cultura de prevención en la ciudadanía, sobre todo, en las zonas más vulnerables del país, que por cierto, son muchas.
En El Salvador, desde el 2009, cuando llegó el primer Gobierno del FMLN, se ha puesto un empeño no solo en asistir a la ciudadanía afectada por los “desastres naturales”, sino, sobre todo, las acciones preventivas.
Para lo segundo, el Gobierno ha dotado de recursos y capacitaciones al Ministerio de Medio Ambiente y a Protección Civil, para que, por un lado, obtengan la información técnica científica, y por el otro lado, hacer las recomendaciones respectivas.
En los volcanes, por ejemplo, se mantienen equipos para registrar el comportamiento de estos, como en el Chaparrastique, por citar un ejemplo.
En la costa se cuenta con equipos especializados, donados por Japón, para prevenir sunamis, y en puntos estratégicos del país, equipos para medir la cantidad de agua lluvia que ha caído.
Es decir, con equipo e información, es posible adelantarse a los hechos y por ende evitar pérdidas humanas, fundamentalmente.
Sin lugar a dudas, el país debe prepararse más, tanto en los equipos como la formación de los expertos, no obstante, con lo que se tiene, el país ha dado saltos cualitativos para conocer y hasta para prevenir los desastres naturales.
Lo que hace falta, sin lugar a dudas, son las campañas educativas e informativas de carácter permanente, pues, hay que inducir a la ciudadanía a prevenir, a advertir el peligro para evitar pérdidas humanas, y si es posible, también pérdidas materiales. Es decir, hay que trabajar en una profunda cultura de la prevención. Así, ya no tendremos que dar noticias tristes como la muerte de un niño arrastrado por una correntada.
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