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Las males del periodismo nacional

Araíz de la captura de una estructura supuestamente vinculada a las finanzas de la Mara Salvatrucha (MS-13), varios medios de comunicación, de forma maliciosa, trataron de vincular a algunos de dichos miembros con la tregua entre pandillas que funcionó en 2012, con la facilitación del Gobierno del Expresidente Mauricio Funes.

Tanta fue la manipulación periodística, que llegaron a afirmar que tras la captura de la estructura delincuencial, había quedado en evidencia que el Gobierno habría entregado a las pandillas nada menos que 25 millones de dólares.

Tanta repugnancia tienen algunos medios y periodistas a la tregua entre pandillas y al Gobierno del Expresidente Funes, que sin mayor estupor se despacharon una solemne mentira al afirmar que entre los beneficios de la tregua figuraban los $25 millones que el financiero de la MS habría recibido de los facilitadores de la tregua.

Menos mal que la Fiscalía General de la República ha actuado con seriedad, y tras una semana de un mar de mentiras, ha salido a desmentir la versión y corregido la plana a los periodistas manipuladores.

Es lamentable que los periodistas se presten a agendas oscuras en temas tan delicados y de interés nacional como es el tema de la delincuencia, y por ende, de las pandillas y maras.

Es lamentable que los periodistas se atrevan a lanzar mentiras como la que estamos editorializando, porque, los lectores siempre se quedan con la primera versión. Muy poco le interesa a las audiencias, leer otras versiones sobre un tema, cuando han sido bombardeados primeramente con la mentira.

Es tiempo que las instituciones como la Asociación de Periodistas, y las universidades que ofrecen la carrera de periodismo se pronunciaran contra este tipo de periodismo, porque no solo afecta la carrera, sino porque deja en mal predicado el rol de las universidades, en cuanto a la falta de rigurosidad en la consulta de las fuentes y el manejo de los datos periodísticos.

Es cierto que en la Universidad no se enseña ese tipo de periodismo, pues se insiste el tratamiento desde la academia, y por ende, desde la ciencia de la ética, por eso es que cuando en los medios se desnaturaliza esa enseñanza, debería haber una protesta de altura desde la rigurosidad académica, lo mismo que desde la gremialización.

Lo de los $25 millones no debe dejarse inadvertido, debe servir para hacer la crítica seria y responsable para reenrumbar nuestro periodismo. El Salvador se merece medios y periodistas más honestos, más profesionales, más allá de su opción política e ideológica, a la cual tienen derecho.

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