Por: Iván Escobar
“…Que lástima que no se han conservado tradiciones sobre el origen, la historia, mitología, leyendas de las personas respecto al lugar…su nombre originario es el más antiguo de 1532 (data), prácticamente Tachicho era una comunidad pipil preexistente…”, compartió el arqueólogo norteamericano Paul Amaroli, durante la conferencia sobre el sitio arqueológico “Las Marías”, ubicado al norte de la capital salvadoreña, y el más desprotegido hoy en día.
“Las Marías, la ciudad perdida en la arqueología de El Salvador” se tituló la exposición de Amaroli, como parte del ciclo de conferencias organizadas por la Dirección de Cultura de la Universidad Tecnológica y que tienen lugar en las instalaciones del Museo Universitario, en esta capital.
Durante la jornada el arqueólogo destacó la importancia de este sitio que después de más cuarenta años de que fuera registrado como tal, y las diversas recomendaciones que ha realizado la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador (FUNDAR), desde hace más de 20 años, el Estado y las instituciones responsables, siguen sin mostrar ningún interés por preservar y proteger estos lugares que guardan historia del origen de estos territorios.
“Las Marías es uno de los sitios arqueológicos más importantes e impresionante de El Salvador. Está ubicado en el municipio (hoy distrito) de Quezaltepeque, departamento de La Libertad”, se precisa en el Informe de FUNDAR del año 2000, y el cual fue entregado al entonces Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA), como parte de los esfuerzos por demostrar a las autoridades estatales la necesidad de preservar y conservar el lugar. Datos de esta organización no gubernamental que ha trabajado en el territorio, precisa que el sitio es “una antigua ciudad” cuya extensión territorial aproximadamente se indicaba en dicho informe era de 170 manzanas. “Posee cientos de estructuras, destacándose: la única calzada prehispánica conocida en El Salvador, pirámides, un cancha de juego de pelota, una plaza grande, extensivas zonas residenciales, con una alta densidad de estructuras”, se especificaba en aquella oportunidad.
Amaroli reitera que el sitio se ubica en lo que fuera en su momento la hacienda Tachachico, y resalta las cercanías con el sitio arqueológico de Cihuatán. Se pueden considerar ciudades cercanas, aunque con sus características propias cada una de ellas, siendo “Las Marías” un lugar mucho mayor y con más información.
Sin embargo el sitio nunca ha sido de interés para las autoridades estatales, más que solo arqueólogos e investigadores que han luchado porque el mismo se preserve. Hoy en día, el lugar está parcelado, es decir, cuenta con muchos propietarios, producto del rumbo que se le dio a la propiedad durante la reforma agraria en los años 80’s, donde las cooperativas adquirieron el lugar, y se ha dedicado en gran parte al cultivo, entre ellos, de la caña que ha acabado con muchos vestigios. El arqueólogo subraya que en 1978, cuando Manuel López hace el primer registro del sitio, ya muchas personas acudían a extraer piezas, ya sean vasijas, figuras o más, y los lugareños igual observaban y hasta reutilizaban algunas de las cosas encontradas.
Se considera que el sitio o la ciudad data del año 900 y 1200 d. C., es decir, una ciudad antigua, por lo cual, Amaroli reafirma que puede considerarse una “ciudad perdida” en un país tan pequeño como El Salvador, y eso lo atribuye además al descuido que ha sufrido, en especial en los últimos años.
Ya en el año 2000, FUNDAR aseguraba que el sitio estaba en peligro de ser parcelado, hoy los riesgo han incrementado, el saqueo y deterioro es evidente, lo cual impacta sobre todo en los investigadores que se ven limitados a indagar más dentro de esta ciudad misteriosa y cuyo nombre, según el estudio muy superficial, estarían aportando que tuvo una connotación importante en la cultura originaria.
Y es que el sitio se encuentra dentro de lo que fuera la Hacienda Tachachico, es decir, un lugar cuya traducción del náhuat podría interpretarse como “Lugar donde se hacen hombres”, es decir, una analogía referente al origen de algo. “El nombre tiene una carga mitológica e histórica”, precisa y reiteró que los nombres por algo eran dados, pero lamentablemente no hay más información que permita descifrar estos enigmas.
Incluso, durante la conferencia, Amaroli mencionó una posible presencia de población lenca en estos territorios, y sitios como “Las Marías”, lo cual es otro elemento a tomar en cuenta, y digno de investigación, pues es sabido que las migraciones internas es un elemento poco estudiado en el territorio y aportaría a la historia.
Pero todo esto, reafirma solo es de forma general, lo poco que se sabe del sitio, lo que se conoció hace más de 20 años de sus estructuras, a 2024 sin duda ya cambió, pues en la zona se sabe la presencia de nuevas zonas de cultivos, construcción de zonas habitacionales que están acabando con las estructuras del lugar, y el saqueo que ha imperado en el silencio, llevándose de encuentro la historia local y nacional.
Ramón Rivas, director de Cultura de la UTEC, destacó la importancia de estos espacios para abordar temas que desde la academia se están planteando, y que a nivel de país deben ser abordados, donde el Estado asuma el compromiso de velar por la protección, y así contribuir a la educación de la población para resguardar los espacios.
Si bien se conocen muchos sitios arqueológicos, que las poblaciones originarias prefieren llamar sitios sagrados, es necesario apoyar los esfuerzos encaminados a resguardar la historia. Con este ciclo de conferencias sobre literatura, historia, antropología, entre otros, la Dirección de Cultura de la UTEC quiere contribuir a la sociedad salvadoreña a valorar la cultura, la memoria histórica.
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