Rolando Alvarenga
@bachiboxx55
El fin de semana, con motivo del IX Campeonato Norte, Centroamericano y del Caribe de Atletismo U-23, estuvo en El Salvador el célebre bicampeón de los Juegos Olímpicos Montreal 1976, Alberto “El Caballo” Juantorena, de Cuba.
A pocas horas de su arribo a San Salvador, Juantorena fue presentado ante los medios en un centro comercial capitalino, logrando una buena convocatoria de medios de comunicación.
“El Caballo” más famoso del atletismo universal, de 66 años y casi dos metros de estatura, confirmó su gran personalidad y elocuencia a la hora de narrar algunos de los principales capítulos de su mítica vida deportiva.
Físicamente, Juantorena luce bien, es de humilde personalidad y mucha sabiduría al hablar en primera persona del atletismo, deporte que hace 40 años le permitió tocar las estrellas. En síntesis, un tremendo tipazo, orgullo del atletismo universal con quien Diario Co Latino conversó.
-Señor Juantorena, durante las dos carreras (400 y 800 metros libres), en las que usted terminó en lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, ¿qué pensamientos prevalecieron en su mente?
Cuando yo competía, tenía una sola filosofía o pensamiento: hacerle caso total al entrenador, siguiendo al pie de la letra sus indicaciones estratégicas. Lo que el me decía, yo lo hacía y en la carrera apenas miraba de reojo hacia los lados para ver donde venían los tiros, o sea, los rivales. Algo fundamental a la hora de ir por el triunfo es la química del binomio entre atleta y entrenador.
-¿Qué pensó en los instantes en que cruzó la meta en las dos carreras que lo inmortalizaron como ganador del oro en Montreal 1976?
En mi caso y estando tan metido en la estrategia de la carrera, no pensé. Fue hasta varios segundos después de haber pasado la meta que me empezaron a venir los pensamientos a la mente, cómo una válvula de escape a tantas emociones. Y fue cuando empezaron a pasar los minutos que me sorprendí al darme cuenta lo que había logrado. Incluso, no sabía que había batido el récord mundial en los 800 metros con un crono de un minuto, 43 segundos y 50 décimas.
-Y entonces, cuando usted se supo ganador y más con registro mundial, supongo que meditó y dijo: “Chico, lo hice y por las barbas de Fidel”
Sí, lo hice por Fidel y por todo el mundo, no por las barbas, sino por su filosofía en el deporte, por lo que ha hecho por nuestro país, por nuestra sociedad y por lo que Cuba ha sido para mí. Estas medallas olímpicas de Montreal yo se las dediqué a los héroes y mártires de Moncada que fueron los que hicieron posible la libertad de Cuba y que el deporte cubano se convirtiera en un derecho del pueblo.
-¿Cómo recuerda su glorioso retorno a la isla?
Fue en los primeros días de agosto de 1976, en el Aeropuerto de La Habana. Había una buena cantidad de gente esperando la llegada del contingente, entre ellos el presidente Fidel Castro quien me concedió el honor y privilegio de conversar ampliamente sobre esta victoria olímpica y proyectos para el desarrollo de nuestro deporte. Estuvieron presentes varios de los boxeadores de aquellos olímpicos encabezados por Teófilo Stevenson y otras figuras de buen suceso. La gente disfrutó mucho aquel ambiente.
-¿Cambiaron su vida las dos preseas olímpicas y tantos galardones deportivos universales?
Sí, mi vida comenzó a ser distinta. De pronto me di cuenta de que yo era un hombre público y eso había que compartirlo con los demás. Vinieron los reconocimientos y el cariño de millones de cubanos en la isla y en el extranjero. Mis padres y familiares me enseñaron a respetar y a creer en todo el mundo. Esta conducta, de persona accesible, me ha dado muchas satisfacciones en mi vida.
-¿Cuál es la mayor satisfacción que le ha dado el atletismo?
Mis siete hijos, mis medallas de oro. Me siento recompensado por el pueblo cubano y este es mi mayor mérito y fortaleza. Para Cuba quiero lo mejor, un desarrollo integral en todos los campos y muchas cosas buenas. Al pueblo salvadoreño le deseo lo mejor en todo sentido.
-Ante tan impresionante trayectoria en el atletismo y un privilegiado legado para la posteridad, en síntesis ¿cuál fue la clave del éxito en su gloriosa carrera?
La disciplina y el desarrollo de las potencialidades de todo tipo: la fuerza, la resistencia, la velocidad y el entrenamiento diario bajo la conducción de un cuerpo técnico de entrenadores bien actualizados procedentes de Polonia, que llegaron a Cuba como parte de la colaboración del extinto bloque socialista. Además de médicos y psiquiatras que conformaron un equipo compacto. La clave del éxito de todo atleta descansa en la disciplina, la constancia y la perseverancia.
-¿Hay otros factores que pesan a la hora de ir en busca de los máximos honores?
También cuenta la inteligencia y un nivel de sacrificio muy alto. Yo siempre aconsejo a los muchachos que cuando van a competir tienen que hacer el máximo esfuerzo por triunfar, por hacerlo todo bien, por pensar lo que están haciendo. Tiene que mentalizarse en distribuir su fuerza, su carga y hacer efectivo en la pista el trabajo hecho durante la fase de preparación, porque, a la hora de la competencia, el atleta no puede llegar a improvisar.
-Obviamente y en lo respecta al Caribe, Jamaica es el país de mejor suceso olímpico y mundialista, ¿vaticinaría usted que Usain Bolt volverá a ganar los tres oros en los Juegos Olímpicos de Río?
Tras la reciente noticia de una lesión, no sé cuál es su estado físico actual, pero tengo la certeza de que cuando se presenta en su máxima capacidad competitiva, es capaz de hacer cualquier cosa. Usain es un súper dotado, pero también es un ser humano y el ser humano está expuesto a fallar.
-Con la voz de la experiencia, ¿cuál es su consejo para las nuevas generaciones de atletas en general?
Que se entrenen muchísimo y que no usen drogas nunca. Los resultados han demostrado que el deporte al doping no le da nada, pero compitiendo limpio se pueden conseguir cosas lindas y grandes triunfos. En el deporte hay un solo axioma: disciplina, constancia y perseverancia. Hay que tener valor, hay que tener corazón. Tú puedes tener las armas, pero si no tienes valor estás frito!, ¡estás muerto!